Entre el Olimpo y el paro

 




A falta de cinco segundos con el balón de Llull en el aire, Chus Mateo estaba a la misma distancia del Olimpo y el paro. Un fallo y todo hubieran sido críticas por la técnica de último cuarto, por mantener la zona mientras el reloj del partido se consumía, por darle a Llull, inédito hasta entonces, la última bola. Pero salió cara, y la bola entró. Y las penurias del otoño y del invierno son ahora loas y alabanzas tras los cinco partidos seguidos que nos han dado, no me oculto, la undécima Copa de Europa. Y Chus tiene contrato asegurado para el próximo año, ojalá que para los próximos diez, y es ya leyenda del madridismo.

 

Es posible que Chus cojee en algunas parcelas que un buen entrenador debe dominar. Que los estándares de exigencia en el día a día no sean los de Olympiakos y Barcelona, lo que ha pesado en determinados momentos de la temporada, en los que el equipo iba corto de fuelle y esfuerzo en defensa y de cohesión y automatismos en ataque. Puede que le haya costado siete meses dar con la química en el vestuario, conseguir que calase su mensaje de calma, tranquilidad y fe en la siembra. Pero Chus domina una parcela que es clave en sus éxitos: la liga ACB con Pablo Laso de baja y esta Euroliga: la ESTRATEGIA.

 

Chus es un sabio general que ya en la final de ACB del año pasado supo maximizar los recursos ofensivos (martirizando al Barça con el poste bajo de Deck) y sacar de quicio a los ya de por sí desquiciados jugadores del Barça, especialmente a Calathes. Y qué decir del giro de guion dado al equipo al término del segundo partido de la serie con Partizan, cuando tocó hacer inventario y analizar a fondo las fortalezas y debilidades de su equipo, las amenazas y oportunidades. Y en esto ha sido el mejor.

 

El Madrid quería tener en pista en determinados momentos a Chacho, Llull, Rudy y Causseur. En ellos reside el talento, la sabiduría y la experiencia que hacen falta para ganar partidos importantes, pero no la capacidad física para poder emplearse en defensa. Para tapar estas carencias, propias de su edad, necesitaba mantener a Tavares en cancha, un jugador muy pesado y con gran envergadura, lo que le suele costar muchas faltas. Pues bien, para mantener a Tavares en pista debía congelar el ritmo, evitar las rápidas transiciones y minimizar el número de ocasiones en las que el caboverdiano quedara expuesto a hacer faltas en el fake show, en las recuperaciones sobre el roll o en situaciones en desventaja en el cierre del rebote defensivo. Hágase la zona. Ajustada a los movimientos rivales, con closeouts definidos y riesgos calculados (sobre todo cuando ganas).

 

Chus ha ganado alineando a un chico de 19 años en una final de Euroliga. Utilizando a jugadores de brega, a jugadores de lucha, a veteranos con oficio y a otros con talento. También a dos chicos. Musa y Hezonja, que han tardado más tiempo de la cuenta en comprender lo que significa el Real Madrid, pero que finalmente lo han entendido. Todos, incluido un jugador que veía más cerca la retirada que otra cosa, Anthony Randolph, han aportado minutos de calidad, trabajo y tiempo de descanso para los que debían decidir el partido con la frescura necesaria. Chus y todo su cuerpo técnico han movido el banco con precisión quirúrgica y le han dado la última bola a Sergio Llull. Como toda la vida.

 

Este Real Madrid ha tirado de veteranos y noveles, de épica, de filosofía estoica, también de marrullerismo (de esto no presumo) y sobre todo de inteligencia y calma. La calma que nos desesperaba a los aficionados, mientras veíamos que se nos iba el título defendiendo en zona. La calma que le ha llevado a pensar a los aficionados de Olympiakos que no podían perder, pero que en realidad lo que ha hecho es desmontar su particular estrategia, hacerles olvidar que eran mejores y que debían haber apostado por un ritmo de posesiones superior para poder desgastar a aquellos que finalmente los apuñalaron: a Tavares, a Chacho y a Llull.

 

Pero repito, con el tiro de Llull en el aire Chus Mateo (también con el de Sloukas) estaba a la misma distancia del paro y del Olimpo. Salió cara. Venció el Real Madrid, ganó el trabajo silencioso, el entrenador de colegio que asciende paso a paso, sin saltarse ninguno. Ganó el entrenador que asciende humildemente, que escucha, aprende y guarda silencio, que apoya y secunda a su primer entrenador hasta el último aliento, incluido a Pablo Laso, hasta que estaba en su legítimo derecho de aspirar al puesto que hoy ostenta. Ganó Chus, ganamos todos con él.

 

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Soberbio análisis. Absolutamente de acuerdo. Un partido para ver muchas veces y aprender de estrategia. Aupa Juanjo. Ch

Anónimo dijo...

Excelente Juanjo

JJ Nieto dijo...

Muchas gracias a ambos por vuestros comentarios.

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