Esta entrada va dirigida a todos aquellos
entrenadores que no creyeron en aquello de sembrar para mañana, de plantar
árboles que no verán crecer. Que planificaron la temporada pensando en el
campeonato que, por casualidad, disputarían sus equipos; la semana, en el
partido que estaba por llegar. Esta entrada va dirigida a mí, entrenador corto
de miras por excelencia, práctico y concreto por falta de talento y de visión.
Esta entrada no es necesariamente
una crítica, es muy probable que nunca hayamos entrenado al próximo Kevin Durant,
pero sí es una advertencia, porque tal vez sí y ahora nunca lo sepamos. El
mañana que no veíamos aquella tarde fría de jueves ha llegado. Se llama Brooklyn Nets.
La falta de perspectiva de muchos frente a la visión de unos pocos
El gordo estiró, el largo musculó y
el pequeño jugón sigue siendo el pequeño jugón. El talento hay que entrenarlo,
adquiera la forma que adquiera en una edad temprana. El talento puede venir en
envoltorios de distinta belleza, pero es el contenido lo que cuenta. El talento
hay que educarlo y motivarlo para que no caiga en la pereza, para que no busque
nuevos estímulos fuera de la cancha. Desde aquí, como espectador maravillado de
lo que están haciendo los Nets en estos Playoffs… Gracias.
Gracias, sí, a todos los
entrenadores de formación que invirtieron horas junto a Kevin Durant, Kyrie
Irving y James Harden, entre otros. Principalmente por no haber sido fronteras
insuperables en un desarrollo que seguramente se hubiera producido de igual
manera, al margen de sus propuestas, aunque no de igual modo. Gracias también a
los que se abstuvieron de dar su opinión, a los que los tuvieron al lado, siendo
pequeños, y no supieron, o no pudieron, convencerlos e introducirlos en su
visión mediocre de la vida y el baloncesto.
Todos hacen de todo… Porque todos hacen de todo
Gracias también a Steve Nash. Por crear
el ambiente necesario para que estos jugadores se desarrollen. Por basarse en
la distribución de espacios, en la organización de la salida de contraataque y
en los roles de rebote y balance, en aspectos básicos del juego que no van
mucho más allá de la planificación de un buen equipo infantil, que es, por otra parte, en lo que
se convierte, de nuevo, el baloncesto, cuando completa el círculo y se libra de
los lastres de que se sirve cuando el pequeño pájaro aún no sabe volar, o cuando nosotros, cigüeñas extremadamente protectoras, pensamos que no sabe.
Para que todos hagan de todo hay que
pasar por largos períodos de sequía, por largas sesiones aburridas, también para
los entrenadores. Hay que pasar por una ingente suma de repeticiones y un no
menos ingente número de tareas que concentran la atención y la demanda
atencional para fortalecer la adquisición y mecanización de gestos que luego se
aplicarán de un modo más global e incierto en el juego.
Y por eso, y no me contradigo (aunque no me importaría hacerlo) hay que jugar, y jugar a
juegos que compartan las bases fundacionales del baloncesto, no necesariamente a baloncesto. Y fomentar el multideporte, y celebrar que los niños de nuestra
escuela vayan también a la de fútbol y se formen en el uso de espacios
reducidos, en la percepción disociada, en ejecuciones complejas que suponen
verdaderos desafíos motrices y cognitivos en sentido amplio.
Y sin embargo se mueve. El balón, digo. Pese a los
pronósticos.
Para jugar como juegan los Nets hay
que ser muy buenos atletas, hay que tener talento, este tiene que haber sido
educado global y analíticamente y, además, debes contar con jugadores que
dominen los tres fundamentos básicos del baloncesto, pero fundamentalmente dos:
el tiro y el pase (y jugar sin balón).
El balón de los Nets se mueve tan
rápido porque todos los jugadores son una triple amenaza potencial antes de recibir
el balón, tal y como demuestran cuando, efectivamente, lo reciben. Los espacios
se maximizan, la presión sobre la defensa se vuelve insoportable y, en este
contexto, todos ellos son capaces de reconocer las ventajas antes de que
existan, de anticipar las reacciones de la defensa antes de que se den y de
intuir dónde se moverán los compañeros.
En el baloncesto moderno, a la
velocidad que se juega, no hay nada que leer. No hay que pensar, contra lo que
normalmente se dice. Hay que intuir e inventar colectivamente. Hay que probar y
saber vivir con el fallo, es más, hay que saber suplirlo con un esfuerzo extra
de rebote o balance que será el que terminará de unir a una plantilla que, a
estas alturas, solo puede perder la NBA si median lesiones.
Como os decía, esta entrada va dirigida a entrenadores como yo, también a los obsesionados con el ritmo de entrenamiento, antesala, por supuesto, del ritmo de juego que he venido alabando en esta entrada y que es consecuencia, no solo del esfuerzo, la intensidad y la preparación física, sino también de mentes y cuerpos bien educados, con paciencia, en el espacio reducido, la práctica deliberada y la repetición consciente. Que puedan ejecutar acciones con notable éxito de forma continuada.
Que no se nos olvide, por si el mañana nos vuelve a sorprender
entrenando para el próximo sábado.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
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