Este año la temporada
veraniega de eventos baloncestísticos ha sido más breve que nunca. Breve y distinta, empezando por los imprescindibles complementos de moda y la adaptación de los contextos a realidades desconocidas.
Ni los cursos de formación presenciales ni los campus de baloncesto volverán a
ser lo mismo que antes.
No es sencillo. La
inercia era tan poderosa que aún estamos sacando el tren de aterrizaje y
frenando con los pies, al más puro estilo Picapiedra. Clases magistrales por
un lado, entrenamientos colectivos, coreográficos, más estéticos que eficientes
por otro, siguen estando en nuestro imaginario colectivo y hará falta más que
un virus, por letal que este sea, para alterar los códigos genéticos de profesores
y entrenadores.
El potencial
mortífero de unas gotas de saliva no lo pone sencillo. El trabajo por proyectos
exige interacción, debate apasionado, cercanía física e intelectual (no creo
que en el dualismo cuerpo-mente). El baloncesto, como juego de cooperación-oposición, apenas
puede entenderse sin el choque, el contacto o la camaradería en forma de palmada cariñosa, choque de manos o abrazo al final del partido.
Y sin embargo lo
conseguimos. Tanto en Valencia, con la celebración de la fase presencial del
Youth Pro Coach, como en Valladolid, en el primer turno del Campus Gigantes en esta
sede, el baloncesto ha sido el gran protagonista. Por encima de las
restricciones y el lógico temor que impone este virus, ha estado la ilusión de todos
los alumnos y jugadores y también de los organizadores, verdaderos promotores a
los que debemos aplaudir por asumir riesgos y ofrecer baloncesto de calidad,
cada uno en su área. Sport Coach y Gigantes, gracias por contar conmigo.
Seguimos en la aventura.
Me quedo con numerosos aprendizajes y anécdotas.
Compartir mesa con Pepe Laso y José Luis Ereña, atender a todas sus historias,
fue un auténtico clínic improvisado. Hacer un aparte con Jota para hablar de
spacing, para que me diera su opinión sobre si este es proactivo o reactivo, es otro
lujo que me pude permitir. Compartir trabajo y algo de tiempo libre en Valencia
con el gran equipo que dirige Miguel Martín fue un auténtico placer.
Y qué decir de la
posibilidad que nos ofrecen los campus, en este caso el Gigantes, de reunirnos
con los viejos amigos (con David Barrio, Rafael Gil, Fernando Merchante, Fernando Fernández, Javier Martínez, Chave…) de poder
darle el codo a tantos buenos entrenadores invitados como David González o Francisco
Paris y con los que vienen apretando, como Adrián Pérez o Rodrigo de Anta, mientras intentamos darle una vuelta al uso de conos, a la toma
de decisiones sin oposición real, a la mejora de la percepción y de todas las
habilidades motrices genéricas y específicas que necesitarán los jugadores en un
futuro ojalá próximo.
Todo ello sin
olvidarnos de los jugadores, que acuden con la mejor de las sonrisas, y con los
padres, que aún creen que el 28x15 es la mejor escuela de verano posible para
aprender valores a través de la educación física y un juego que atraviesa uno
de los momentos más difíciles de sus 129 años de historia. Muchas gracias.
Sabed que resistiremos. Y que lo seguiremos pasando bien.
UN ABRAZO Y BUEN
BALONCESTO PARA TODOS