...Y 49. Muchas gracias.
Con el final de
la fase dura de la cuarentena, a riesgo de parecer poco original, echo el
cierre a este diario que me ha acompañado estos días con esta entrada cuyo
propósito no es otro que dar las gracias.
En primer lugar
a Miguel Martín, por compartir conmigo esta idea allá por el 13 de marzo,
cuando ni siquiera habíamos cerrado los ojos en la previa de esta pesadilla.
También a quienes me han ayudado a mantener la paz mental necesaria para poder
afrontar una tarea diaria sin cejar en el empeño. Ahí incluyo, aunque negaré
haber dicho esto, a los grupos de WhatsApp y demás comunidades en las que he
vertido frustraciones, ansiedades, incredulidad y sensación de desamparo. La de
entrenadores, a pesar de que sigan tomando droga dura en forma de clínics,
también.
No puedo olvidarme
de los lectores, los 60-70 fieles a los que puntualmente se han unido otros.
Cada minuto de atención, en medio de este frenesí y esta cantidad de ofertas de
entretenimiento y formación, me hace sentirme privilegiado y responsable. De
ahí que haya querido generar debate, poner la cama del revés, la silla encima de
la mesa. No estaba en condiciones de decir algo más interesante o científico de
lo que se cuenta en otros lares. En mi caso no es posible poner en la puerta
aquello de: Peligro, aquí vive un experto. Tendré que comprar un perro.
De lo que más
orgulloso me siento es de haber culminado el viaje, de haber llegado a puerto y
completar la última hoja de este cuaderno. Hoy repasaba muchos perfiles de
Twitter que se encuentran inactivos en este momento. Nada queda ya del
entusiasmo inicial, de la sensación de indestructibilidad con la que se idearon
los proyectos, por modestos que fueran. Si algo ha definido este trayecto ha
sido la resistencia.
Y a la
resistencia os conmino, amigos, ahora que vienen tiempos difíciles. Aquí hemos
puesto sobre la mesa esta problemática y, en función del estado de ánimo, os he
dado alas y os las he cortado, he sido optimista, pesimista y todo lo
contrario. Así será también la salida a la superficie mañana, una oda al
extrañamiento y un auténtico carrusel descontrolado de emociones. Y qué decir
del primer entrenamiento después de esta pandemia y del primer partido. Nadie
sabe cuándo ni cómo serán. Lo mismo terminamos echando de menos la cuarentena.
UN ABRAZO Y BUEN
BALONCESTO PARA TODOS