El
pasado 23 de junio este blog cumplió ocho años de vida cibernética.
Ocho primaveras dejando constancia de las andanzas baloncestísticas
de quien lo redacta, no solo a través de los textos diarísticos o
autobiográficos, también con los artículos de opinión y toda la
miscelánea genérica de la que se ha alimentado tratando, en
cualquier caso, de mostrar responsabilidad y gratitud hacia los casi
trescientos mil visitantes que han querido curiosear sus tapas
virtuales, su lomo invisible.
Ocho
años que no pretenden ser la crónica de una década que empezaron
dominando los Lakers y el Barcelona y que ahora gobiernan los
Warriors y el Madrid, de un período en el que Lebron (con billete
para Los Angeles) cruzó el país de este a oeste con escala en
Cleveland y en el que vimos envejecer de forma muy distinta a los
Junior de Oro, con Felipe Reyes siendo cada día mejor, Gasol
estirando su inagotable dosis de talento y otros, en cambio,
retirados o pidiendo la hora. Ocho años que han consolidado la
fortaleza del baloncesto femenino en nuestro país, una fortaleza
que, redondeada con múltiples medallas internacionales, ha hecho
palidecer una estructura que al fin parece haber captado el mensaje y
anuncia nuevos tiempos.
Cuando
comenzaba con la redacción del primer artículo éramos todos muy
distintos. Yo, por ejemplo, entrenaba en el Colegio Trinitarios,
disfrutaba ensayando metodologías con chicos a los que aún intento
reunir para fomentar el sentido de comunidad que el baloncesto, como
lugar de encuentro, debe propiciar. Al igual que ahora, pero de un
modo mucho más natural, el baloncesto era el mecanismo de expresión
que mejor cubría mis demandas. Este deporte, a priori banal, me
permitió liberarme de la máscara social, del paso rutinario de los
días. En la banda ya intentaba inculcar aquello en lo que aún creo,
por mucho que el mundo fuera, y siga yendo, en dirección contraria.
Ocho
años después lo correcto me sigue pareciendo un lastre que
arrastramos como herencia. Lo correcto estandariza, nos robotiza en
un tiempo en el que ya sabemos que habrá androides mucho más
hábiles y diestros que nosotros. Yo lo soy por exceso, lo sé,
aunque el camino que sigo es justamente el de un desprendimiento. Un
desprendimiento no solo de costumbres y máximas que asimilamos sin
derecho a crítica, también de todos los vicios del espíritu que
nos impiden entregarnos en esa plenitud que alcanza el que nada
espera o ambiciona, aunque solo sea en instantes muy precisos, en una
fecha y hora concretas; los suficientes para justificar una vida.
Por
eso mismo, al soplar las ocho velas de la tarta, solo pedí memoria.
Memoria para recordar el error y no volver a cometerlo, al menos por
ignorancia. Memoria para tener presente dónde y cómo empezamos,
cómo éramos, por si lo mejor no es siempre evolucionar o cambiar,
sino ser lo que fuimos o regresar. Y memoria, por supuesto, para
resucitar a través de esos instantes que impregnaron nuestras
camisas, embadurnaron nuestras pizarras y nos hicieron derramar
alguna lágrima de satisfacción.
De
todos ellos seguirá alimentándose este blog, aunque sea en dosis
cada vez más puntuales, con motivo de nuevas aventuras que exigen,
para sí, su propio tiempo. Una de ellas es Sport Coach Academy, una
empresa que oferta formación continua y online para entrenadores y
en la que colaboro en la parcela de comunicación, haciendo algo
parecido a aquello que llevo ocho años practicando en vuestra
compañía: generar debates sobre baloncesto, colocar espejos planos,
o deformantes, delante de sus múltiples caras, transmitir emoción y
pasión, motores del mundo.
Allí
os espero para seguir cumpliendo años y cubrir etapas sin descontar
ningún día del camino por intrascendente o insulso. También aquí,
en este blog que se ha hecho mayor de edad y purga los males de la
adultez poniéndose al día con sus amigos muy de vez en cuando, muchas
menos veces de lo que me gustaría.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
Enhorabuena!! Buen trabajo!!
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