Ayer
quise dedicarle un poco de tiempo a ver con detenimiento el
Eslovenia-España que nos condena a luchar por el bronce en unas
horas. No pude seguirlo completo en directo y el poco tiempo que lo
hice no pude hacerlo con la concentración con la que me gusta
observar estos partidos (sin el móvil cerca, centrado exclusivamente
en el juego). De las conversaciones con amigos, muchos de ellos
entrenadores y jugadores de baloncesto, quise sacar dos conclusiones:
Eslovenia había jugado muy bien y nos había arrollado por un mayor
ritmo y acierto y España se había suicidado, jugando poco con los
interiores y demasiado tiempo con los dos Gasol en pista, con la
rémora que eso supone a la hora de defender situaciones de pick and
roll con cuatros abiertos como los que presentaba el rival,
especialmente Randolph.
Efectivamente,
como suponía, Eslovenia jugó bien. Castigó en el pick and roll a
Gasol hasta la extenuación, tanto como lo hacía Nadal con el revés
de Federer hace unos años. Una y otra vez, sin piedad, sabiendo sus
problemas de movilidad, conscientes de que en todo momento tendría
que medir su agresividad para evitar meterse en problemas de faltas,
sabedores de que uno de los cuatro jugadores llamados a rotar sería
Marc, emparejado con un exterior en la práctica como Randolph. Aquí
España se la jugó por orientar hacia la mano menos peligrosa de los
atacantes a partir de las nociones extraídas del Scouting. Conducir
hacia la pantalla o negar el camino en función de qué dirección
tuvieran que tomar Doncic y Dragic principalmente. Mientras, Gasol a
la espera, protegiendo el camino al aro, impedido para la acción
consecutiva del rebote, mal posicionado para luchar por la posición.
Grande para evitar penetraciones, pero no segundas acciones en la
continuación o en el lado contrario, donde nuestros aleros (incluido
Marc) sufrían para dar auxilio a Gasol y recuperar a su hombre.
No
hicieron mucho más los eslovenos que jugar bien la situación de
pick and roll atacando el espacio entre el defensor del balón, que
lo concedía, y el defensor del bloqueador, que flotaba. A partir de
ahí algún floater, alguna bandeja (metidas y falladas con rebote
ofensivo), algunos pases alimentando la continuación y muchos otros
al lado contrario, donde los jugadores abiertos (lo que los
americanos llaman en situación de spot up) castigaban con triples,
con fintas y arrancadas o con rápidas circulaciones de balón, los
closeouts (las recuperaciones defensivas) de los nuestros, con las
nociones de técnica individual en la que los jugadores balcánicos
siguen dándonos lecciones.
Es
aquí donde más quejas podemos tener los aficionados sobre las
decisiones del cuerpo técnico, que esperó al último cuarto para
introducir una alternativa defensiva que parase semejante degüello,
colocando una zona 2-3. Antes, qué sé yo, pudieron concederle el
tiro al jugador al balón pasando de tercero, o exigirle, como hace
Serbia con Marjanovic, asomarse un poco más cerca del bloqueo a
Gasol impidiendo ganar el corazón de la zona a los bases eslovenos.
Lo cierto es que una vez tras otra castigaron esta situación, una
situación que pone en valor a todos esos jugadores eficaces en la
defensa de hombres grandes y con la movilidad suficiente como para
aguantar cambios defensivos en el perímetro. Pienso, claro, en
Draymond Green.
En
cuanto al ataque, poco que reprochar al planteamiento del
seleccionador. Se mezclaron situaciones de juego interior (bastante
variadas, por cierto) con otras de pick and roll, de la que muchas
veces salieron tiros liberados o situaciones análogas a las que
conseguía Eslovenia en el lado contrario, es decir, spot ups con
ventaja para el receptor del balón. La diferencia es que en esas
situaciones, con todos los respetos para jugadores que son
excelentes, teníamos a San Emeterio, Sastre, Juancho o Ricky (que
hizo un buen partido en líneas generales) y a ningún cuatro abierto
que pudiera ocasionarle quebraderos de cabeza a los interiores que
doblaban la defensa sobre Pau. Es cierto que, como indicaba Pepu
Hernández en la retransmisión, el balón de España giró más
lento que el de Eslovenia una vez generada la ventaja, pero también
es cierto que lo hacía por manos menos diestras, más inseguras,
menos dotadas para el “catch and shoot” o la arrancada tras finta
para parada y tiro, gestos que los balcánicos podrían ejecutar
dormidos.
Dicen
los expertos que ambos problemas, el ofensivo y el defensivo podrían
haberse arreglado con más minutos de Juancho al cuatro, pero es que
al joven alero madrileño, a punto de cumplir 22 años, lo empujaron
fuera del campo en la lucha por la posición tras un missmatch
después de que Marc saltara a defender a Doncic y le quitaron dos
rebotes defensivos por una cuestión de dureza. Yo digo, contra las
voces que me criticarán por ello, que hubiera jugado más minutos
con Navarro, quien al menos se fabricó tres tiros y alimentó a
Gasol en un bloqueo y continuación, el único junto con el inicial
de Marc que culminamos con claridad cerca del aro, lo que demuestra
que a Navarro le siguen temiendo por Europa y enviándole defensores,
algo que no ocurre con Ricky, Sastre, Juancho o San Emeterio.
También
apunto que jugamos con menos dureza, que no supimos aprovechar tan
bien como ellos las faltas que no conceden tiros libres y que ellos
emplearon para detener contraataques, eliminar situaciones de
missmatch o dejar sobradas muestras de que en su zona nadie pisaría
gratis. Y recalco un elemento clave que puede ser significativo, tal
vez por haberlo sufrido en un partido importante de la pasada
temporada: No se puede empezar el tercer cuarto cuatro abajo y en un
minuto ir perdiendo de ocho por dos balances que no hacemos
(responsabilidad de nuestros exteriores).
En
cualquier caso tenemos lo que tenemos. Un equipo muy mermado en
posiciones claves, que hubiera sido otro con algo tan simple como un
cuatro que pudiera meter tiros o fabricar juego desde el perímetro
(Mirotic) o con algunas de las bajas en el exterior, incluida la de
José Manuel Calderón por decisión técnica. Con Llull, Rudy,
Calderón o Abrines en pista, los eslovenos hubieran dudado a la hora
de sobremarcar los balones interiores y las situaciones de bloqueo y
continuación o, en su defecto, hubieran pagado el peaje por hacerlo,
cosa que el jueves no pudimos hacer por una notoria falta de talento
y acierto.
Un
equipo mermado, sí, pero también un conjunto histórico, no lo
olvidemos, que despide esta tarde a uno de sus estandartes, un Juan
Carlos Navarro que ha sido el Robin perfecto de Pau, el mejor dos
posible para que el de Sant Boi pudiera hacer de las zonas rivales
territorio conquistado. El mejor escolta, en los dos sentidos del
término, de la historia de nuestro baloncesto.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS