Esta
semana me he dado el gustazo de regalarme la presencia en el clínic
“El uso del vídeo en formación” que ha organizado la ACLEB en
Valladolid, una atractiva propuesta bien llevada por su coordinador,
Iñaki Martín, quien no dudó en rodearse de alguno de los mejores
nombres del panorama del scouting y el trabajo en la sombra de
nuestro país. Y si hace escasas semanas acudía a una reunión de
editores y libreros en Letras Corsarias y esta empezaba con las
palabras del anfitrión anunciando que todos los allí presentes tenían en
común que dentro de cinco años estarían jodidos económicamente,
lo cierto es que todos los "profesores" en estas jornadas de formación
lucían ojeras de amplio radio amén de algunas otras señales de la
dureza de un trabajo que implica numerosas horas frente a una
pantalla y una casi obligatoria nocturnidad.
Lamentablemente,
por cuestiones de agenda, no pude asistir a las charlas de Víctor
Pérez, entrenador ayudante de Obradoiro, y Piti Hurtado,
comentarista de Movistar Plus, por lo que ceñiré el contenido de
este post a la doble intervención de Jenaro Díaz, ex ayudante de la
selección nacional, Real Madrid y Khimki. El asturiano es todo un
referente en el manejo de las herramientas audiovisuales, pero sería
injusto no reconocerle el destacado papel de azote del conformismo y
la tradición. Y es que Jenaro, quien desde hace años se levanta
temprano para meditar, reniega de la imitación idólatra –“si lo
hace Obradovic será porque es la leche”– y del mantra del
inmovilismo –“si se viene haciendo de esta manera será por
algo”–. Por esto mismo resulta injusto resumir el amplio abanico
de propuestas que puso sobre la mesa en solo unos pocos titulares.
Pero son los siguientes:
“Antes
dudaba, ahora no sé”. Con la libertad del que se tiene por un
ignorante, así se dirigió Jenaro al auditorio tras advertirnos de
que se prepara muchísimo las charlas para luego saltarse por
completo el guión establecido. En realidad nos engaña: su
ignorancia es de corte socrático, una sofisticada herramienta para
sacar lo mejor de sus interlocutores. Todo lo contrario que su
humildad, de la que nadie osaría dejar de juzgar como auténtica.
El
poder de los abrazos… sin zapatillas. Darnos tres
abrazos y quitarnos las zapatillas. Esas fueron las principales
demandas de Jenaro para iniciar su charla. Y es que gran parte de la
misma versó sobre energía y comunicación, dos aspectos que
anticipan en mucho el desempeño técnico y táctico de un equipo y
que ejemplificó a través de dinámicas colectivas claramente
detectables en apenas treinta segundos de semifinal de Final Four o a
través de pequeñas claves para aprender a hablar y escuchar a los
jugadores. Siempre desde donde ellos están. Acompañándolos en el
proceso mismo de saberlo. Porque solo cuando ellos se sitúen tú
podrás conocer desde dónde reciben los mensajes y cómo, por lo
tanto, puedes enviárselos para que se produzca la epifanía.
Aunque
a veces no lo parezca, lo que más le gusta en el mundo a Jenaro es
enseñar a ganar. Ninguna de las propuestas que él nos hizo, por
contrarias a las nociones habituales recogidas en los libros de texto
para entrenadores que puedan parecer, se basa en un mero intento por
provocar o generar una polémica artificial. No, detrás hay años de
estudio y visualización de situaciones. Tantos como para permitirse,
en primer lugar, mirar con ojos nuevos y rebobinar el carrete de lo
aprendido. De ahí que no puedan considerarse “boutades” las
expresiones de nuevo cuño que introduce, la implantación de toda
una nueva terminología que haríamos bien en tener en cuenta: “el
peso del balón”, “cambios de mano incompletos”, “cambios de
ritmo defensivos”, defensa cruzada de las líneas de pase,… No, no es
un mero glosario para eruditos, es un conjunto de mensajes cifrados
de cuya traducción puede depender el triunfo.
“Queremos
practicar un juego moderno con herramientas tradicionales”. Lo
deja caer y se queda tan ancho. Pero tiene toda la razón. Los
físicos han evolucionado y los espacios son los mismos. Si seguimos
sirviéndonos de rudimentos paleolíticos como la posición de la
triple amenaza, la toma de decisiones en función de la defensa o,
por el contrario, las defensas que siempre reaccionan a lo que les
propone el ataque, estamos jodidos. Y lo mismo sucede en aspectos
relacionados con la motivación, la comunicación o las dinámicas de
grupo, aspectos en los que seguimos manejando herramientas arcaicas,
libros del ya extinto COU.
Y
entonces te empieza a caer sudor por la frente, te vienen de golpe,
en una sola secuencia, todos los pasajes de todos los entrenamientos
en que apenas te cuestionaste estos asuntos. Te aprieta el cinturón
y quieres salir corriendo a pedir perdón a todos los jugadores a los
que enseñaste en virtud del viejo manual, desde el ordeno y mando,
desde una ignorancia atrevida y necia, que no socrática. Te sientes
incómodo, pero luego te das cuenta de que es la sensación adecuada,
el origen de una siguiente pregunta, el acicate de una nueva búsqueda
que dé sentido al camino.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
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