No
hay duda. Ahora no, quiero decir. Porque las hubo, y muchas, tras el
doble varapalo sufrido por los Golden State Warriors en sus
dos primeras visitas a Oklahoma City. De ellas regresaron
magullados, sintiéndose pequeños e inofensivos ante un rival cuyo
despliegue físico los apabulló. Nadie de los Warriors se asemeja en
rapidez y habilidad a Kevin Durant, nadie llega tan alto como Serge
Ibaka o Steven Adams y nadie, absolutamente nadie, reúne en un único
cuerpo los capítulos del manual del perfecto atleta como Russell
Westbrook, exponente máximo del “citius, altius, fortius”
olímpico.
Y,
sin embargo, los Warriors ya son finalistas de la NBA por segundo año
consecutivo y ya se encuentran, al filo de la medianoche en San
Francisco, haciendo sentir el Vértigo
(Alfred Hitchcock, 1958)
a los Cleveland Cavaliers, próximos visitantes del Oracle
Arena. Todo bajo la égida de Stephen Curry, un chico con cara
de niño que bien pudiera haber representado el papel del jovenzuelo
desnortado y mujeriego que interpretara Dustin Hoffman en El
graduado
(Mike Nichols, 1967).
Pero este aparentemente inocente e ingenuo Harry Callahan no
actúa solo, como tampoco lo hacía el original interpretado por
Clint Eastwood (Harry el sucio. Don Siegel, 1971). Este Harry
Callahan también cuenta con su particular Chico González, un
Klay Thompson al que su actuación en el sexto partido de la
eliminatoria, un “win or go home” a domicilio, le debe
reservar un amplio y soleado apartamento en la historia de nuestro
deporte.
Pero
en esta trama no aparecen únicamente Harry y Chico. En el baloncesto
de los Warriors nada funcionaría sin la presencia de Frank Bullit
(Bullit.
Peter Yates, 1968), un hombre ambicioso al que se le pueden
encargar toda suerte de tareas ingratas o complicadas, ya sea la
custodia de un testigo protegido o pegarse, literalmente, con un
neozelandés, Steven Adams, rescatado de alguna saga fantástica,
durante siete partidos. Y si Draymond Green es Frank Bullit,
Andre Iguodala debe de ser Sam Spade (El
halcón maltés. John
Huston, 1941), el detective privado más famoso de la Bahía,
un hombre reflexivo, irónico y duro al que solo le preocupa
sobrevivir en medio de una maraña de oportunistas cazafortunas.
Sobrevivir y, en este caso, hacer sobrevivir a su equipo, pues él,
con su defensa a Kevin Durant, ha sido el principal sostén de los
Warriors durante los momentos de zozobra que han inundado la
eliminatoria.
Mas ni siquiera esta mezcla de grandes policías y detectives podría
funcionar sin el hábil Harry Caul (La conversación.
Francis Ford Coppola, 1974) a los mandos. Este genio de la seguridad
privada se halla provisto de los más sofisticados instrumentos de
escucha, sus particulares herramientas para hacer scouting. Y al
igual que de su infalibilidad depende la vida de decenas de personas,
también de las decisiones de Steve Kerr han dependido las
tres victorias consecutivas que le han dado la vuelta a una situación
que la hemeroteca y las estadísticas tildaban de “casi imposible”.
Así,
con Harry Caul al mando y Harry Callahan en acción; perdón, con
Steve kerr al mando y Stephen Curry en acción, los Warriors se han
convertido en Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963) que
atemorizaban a Tippi Hedren, la rubia que ahora simboliza
todos los miedos de aquellos seguidores de los Bulls que aún
esperan una derrota de Golden State para poder seguir contándole a
hijos, sobrinos, primos o nietos, que la temporada 1995-1996 de
Chicago fue la más redonda que hubo nunca, la más perfecta.
Desde
aquí, y para concluir, mi modesta recomendación de que disfruten de
este Instinto básico (Paul Verhoeven, 1992) en el que se está
convirtiendo el trasnochar (o madrugar, en mi caso) para ver a los
Warriors. De lo contrario, si la sonrisa de Curry se le atraganta, si
no disfruta con sus oleadas en contraataque o con sus tiros
circenses, no le quedará otra que acudir a un especialista y preguntar
aquello de ¿Qué me pasa, doctor? (Peter Bogdanovich, 1972).
Porque en la Bahía de San Francisco, área de cine por excelencia,
todos los tranvías llevan al Oracle Arena.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS