LA LIBERTAD DE SER NADIE
Tras
más de quinientas entradas, me permitirán que comience esta con una
frase que, a buen seguro, aunque no pueda confirmarlo, ya he
utilizado. Es de Vittorio Gassman y dice algo así como: “El único
error de Dios fue no habernos dotado de dos vidas: una para ensayar y
otra para actuar”. Lo cierto es que, a escasas horas de madrugar
para viajar a Granada con los infantiles que tengo el placer de
entrenar casi diariamente, me siento como el actor italiano, en
rebeldía contra esta vida tan corta y que nos expone tantas veces
ante escenarios nuevos e inexplorados; quizá para contemplarnos en
plena improvisación, disfrutando de nuestras lógicas dudas de
eternos adolescentes disfrazados de adultos, envueltos en ese ropaje
de infalibilidad que hoy, Día del Padre, le otorgamos a las canas y
a la experiencia de nuestros progenitores en un acto de fe como otro
cualquiera.
Me
ampara, nos ampara a todos los que entrenamos en cantera, el halo de
lo inocente, el manto de lo amateur. No para enmascarar dejaciones de
responsabilidad o huellas de inmadurez, qué va, pero sí para dotar
a cada acto de su verdadero valor. No envidio en absoluto a los
profesionales, a los Xavi Pascual o a los Pablo Laso de turno. No
discuto que hayan tocado el techo de nuestro oficio, solo digo que, a
veces, el mundo se asemeja a una suerte de estructura bifaz en la que
cielo e infierno se hallan separados por una delgada frontera. La
fama que da la élite es la libertad que concede el anonimato.
Así,
desde este modesto cubículo, como entrenador de un equipo modesto de
un club modesto de una ciudad de provincias; a punto de iniciar un
viaje a ninguna parte en un autobús sin nombre por carreteras donde
transitan, sonámbulos, vehículos cuya matrícula no es sino una
estrategia de control administrativo, me puedo permitir llevar este
pequeño diario de la experiencia –y decidir, incluso, si seguir
adelante o abandonarlo– y no tener que declarar si hemos ganado o
perdido, si la estrella brilló o pasó desapercibida, si el público
nos aplaudió o nos abucheó o si hemos cumplido con las expectativas
de los múltiples intereses corporativos que hay detrás de un gran
club.
Desde
mi no posición, desde este indefinido lugar de la blogosfera, me
puedo permitir cerrar esta entrada sin una conclusión razonable que
ponga orden a todos los pensamientos que he expuesto de manera
caótica, algo que ningún medio de masas, podría permitirse.
Hasta mañana.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
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