"Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, yo tomé el menos transitado. Y eso hizo toda la diferencia". (Robert Frost en El camino no elegido)
Hace
poco reflexionaba, en el marco de un seminario de escritura de no
ficción, sobre el peso de los hechos que, en nuestra biografía, nos
afectan por no haber sucedido nunca; por haber sembrado una
expectativa que nunca germinó. A esta colección que incluye aviones
y trenes no tomados, palabras nunca dichas, letras jamás impresas,
besos nunca robados o síes que nuestros miedos transformaron en
desoladores noes, quiero añadir hoy todas esas entradas de diario
que bien pudieron haber visto la luz en este 2015 que está a punto
de expirar y que, sin embargo, ante la falta de tiempo, por
discreción o vergüenza, se quedaron en ese difuso universo de lo
intangible e inmaterial.
Bien
pudieron irrumpir en este diario las necrológicas de Dolph Schayes,
Darryl Dawkins o Moses Malone acompañadas de una reflexión sobre la
temprana edad a la que les sobrevino la muerte a estos dos últimos
(58 y 60). También pude haber escrito sobre el legado de Bill
Ruthridge, ayudante casi vitalicio de Dean Smith o el de Flip
Saunders.
También
pude hablar, pero no tuve tiempo para armarme del arsenal probatorio
suficiente, de las presuntas corruptelas del señor Sáez, presidente
de la Federación. Desconozco si sus actuaciones pecaron de mal
gusto, de escaso cuidado o de soberbia. Desconozco si son causa
suficiente para inhabilitarlo de su cargo y tampoco estoy al
corriente de los términos de su enfermedad. Quiero ser cauto, pero
exijo, como último miembro de toda esta cadena alimenticia en la
que, como sucede en el mundo, unos pasamos hambre y otros se
atiborran, una explicación. Sí, quiero transparencia. Deseo saber
cómo se gestiona el dinero procedente de los clubes y de los
contribuyentes. Quiero saber en qué se gastan esos fondos, mientras
asociaciones deportivas modestas apenas sí pueden asomar la cabeza
por encima del agua.
No
me sorprendió el anuncio de retirada de Kobe. Como tampoco lo ha
hecho el nefasto arranque de temporada de los Lakers. La vanidad pudo
a la discreción y al final el magnífico escolta no pudo resistirse
a que este año se convierta en una suerte de gira homenaje por las
diferentes canchas de la liga. Para sorpresa de muchos de mis
contemporáneos no está en mi top 10. Le avalan sus largas jornadas
de trabajo y su capacidad para anotar, anotar y volver a anotar. En
contra la alargada sombra en la que se cobijó para obtener numerosos
triunfos y lo destructivo de su afán de notoriedad: su ego le impidio ser un buen líder.
También
me hubiera gustado debatir en la distancia con mi admirado Popovich.
Hablando sobre el éxito de los Golden State Warriors criticó el
abuso del lanzamiento exterior, calificándolo como de una especie de
circo. Sin despreciar la posibilidad de que sea simplemente una
maniobra para desestabilizar al que se plantea como gran rival de sus
San Antonio Spurs en la lucha por la hegemonía en la Conferencia
Oeste, creo que Popovich se equivoca. La implantación de la línea
de 3 puntos en la temporada 1979-1980 fue un gran acierto. Hizo, sin
necesidad de reformas, más grande la cancha y favoreció a su
estimado juego interior. Su presencia, además, no es nueva, por lo
que si los Warriors son capaces de servirse de esta convención, lo
que Popovich debería hacer es darles la enhorabuena y, mientras
tanto, seguir usando sus armas. Porque si los Warriors apuestan por
pivots móviles que puedan subir a la base y distribuir el juego
desde allí, los Spurs cuentan con dos de los jugadores interiores
más capaces para construir juego desde poste medio. Y nadie les
critica por abusar del balón interior. Y la lucha que se planteará,
como esperamos y deseamos los aficionados, no será entre la pureza y
el circo, sino entre dos estilos diferenciados que, por su nivel de
ejecución, marcarán una época.
Por
último tampoco quise hablar de mí como sí hacía en otras épocas
en las que el diario tenía más de eso, de diario, y menos de ensayo sobre la
marcha;cuando era más egocéntrico y menos pretencioso. No quise
relatar lo feliz que abandoné el campeonato de selecciones
provinciales de Castilla y León tras ver competir magníficamente al
grupo de niñas prealevines que representó a Salamanca con orgullo y
absoluta devoción por el juego. Tampoco las dificultades que me
encontré con el infantil de Santa Marta, durante la temporada pasada, al ser incapaz de crear un grupo con la disciplina suficiente como
para poder competir a escala autonómica. Y más recientemente,
tampoco quise dejar cuenta de mi incorporación al Club Baloncesto
Tormes en el que, por el momento, me hallo muy feliz y satisfecho con
la implicación de los chavales, también infantiles, que entreno.
Y
tampoco escribí la crónica del triunfo de Duke. Ni ahondé en la
magnífica temporada del Real Madrid o en el magnífico arranque del
Valencia Basket. Ni valoré suficientemente el bronce de la selección
femenina absoluta o los múltiples triunfos en cantera, con mención
especial al que lograra, una vez más, José Ignacio Hernández, mi
paisano, con la sub-20 femenina. Ni volví a hablar de Pau Gasol tras
su exhibición ante Francia, cuando el mayor de los Gasol sigue
siendo el mejor pívot de la liga y el tipo mejor educado de toda la
NBA.
Y
tampoco escribí una entrada, y esto sí que me duele,, dándoos las gracias por estar ahí,cerca o en la
distancia, pero comunicándonos siempre en el mismo idioma: el del
baloncesto. Así que, brindando por todos esos caminos no tomados, me
despido y os doy las gracias.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
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