Movistar Plus se ha hecho con los derechos de la ACB. Como cliente de la plataforma, he recibido la noticia con moderada alegría. Personalmente, podré disfrutar de cuatro partidos en el momento de la semana que yo quiera, pues los contenidos permanecen guardados durante siete días en la nube. Cuento, además, con que la realización será de mayor calidad y con que los comentarios técnicos también aportarán un poco más de luz a lo que suceda en la cancha.
Era
cuestión de tiempo que Movistar Plus concentrara la oferta de
baloncesto en televisión, entendiendo por televisión el actual
acceso multidispositivo (tablets, teléfonos, ordenadores,...).
Promocionar y difundir espectáculos deportivos cuesta dinero. Los
medios técnicos y humanos tienen un valor que la publicidad no llega
a cubrir por sí sola. Menos aún cuando la audiencia que puede
registrar un partido de ACB apenas supera el centenar de miles.
Y
aun así mi alegría es moderada. Crecí al amparo de los partidos de
ACB emitidos durante el mediodía de los domingos y de los resúmenes
difundidos los lunes. Soy consciente de que muy pocas familias de
clase media se pueden permitir en estos momentos asumir el coste de
la plataforma digital. Muy pocos niños podrán tener, así, un
primer e inocente contacto con el baloncesto allá donde no exista un
equipo de referencia (sin olvidar que Teledeporte mantiene la emisión
de un encuentro por jornada). Lo sé bien porque es uno de los
principales hándicap que acusa mi querida Salamanca. Crecer
huérfanos de ídolos es difícil y es que, cuando es necesario
apurar el esfuerzo, dar un poco más de lo que el sentido común
indica, conviene visualizar y tener presentes a los que lo hicieron
antes que nosotros.
Esto
que es así desde un punto de vista más bien romántico, es bien
distinto desde la óptica empresarial. El baloncesto tiene un micho
de mercado reducido, sí, pero al menos permite afrontar una
inversión privada. Movistar Plus era el receptor natural de estos
derechos. Cuenta con la infraestructura, la experiencia y los medios
humanos necesarios para ofrecer un producto de calidad. Permítanme,
por lo tanto, que no me posicione en este debate que tan encendido ha
estado durante los últimos días en las redes sociales.
Por
otro lado, regresando al ámbito puramente deportivo, quiero
transmitirles mi personal balance sobre lo vivido, in situ, como
espectador del Real Madrid-Boston Celtics del pasado jueves. Dos
equipos mermados por las bajas, cortos de entrenamiento y en un
ambiente no competitivo midieron sus fuerzas en el Palacio y del
encuentro entre dos históricos rescaté las siguientes conclusiones
a modo casi de titular:
1.
Los equipos NBA ejecutan técnicamente mejor, y más rápido,
todo tipo de acciones ofensivas y defensivas (finalizaciones, pases
tras división, recursos sobre bote, negación de trayectorias en
defensa, persecución en bloqueos indirectos,...) y, además, fintan
hasta para ir al baño.
2.
El nivel de actividad de manos y presión al balón es mucho
más alto que en Europa y la táctica existe en igual o mayor
medida. Simplemente cuentan con más armas y aceptan de mejor
grado el hecho de que el talento pueda imponerse sobre la pizarra
rompiendo un planteamiento concreto.
3.
Los equipos NBA vuelan, aunque aquí cabría introducir
matizaciones. Los Celtics, al menos, vuelan. Ocupan enseguida las dos
calles laterales y la central y trasladan el balón a pista ofensiva
en menos de tres segundos.
4.
La cantera NBA es infinita. El modelo universitario
garantiza que cada año entre cuarenta y cincuenta jugadores vayan
introduciéndose en la dinámica de la liga. Teniendo en cuenta la
longevidad de los jugadores, esto genera una masa tal de candidatos
que la competencia por un puesto se vuelve durísima, lo
que garantiza, en última instancia, la calidad. Europa
necesita que empiece a cundir, si no un modelo universitario que
parece inviable por cuestiones geográficas y demográficas, un
modelo de academias que permitan a los chicos estudiar y jugar a un
alto rendimiento.
5.
Todo por el espectáculo. La NBA sabe muy bien que es ante
todo es un modelo de negocio que se sustenta gracias a la enorme masa
de aficionados que mueve alrededor del mundo. Esta filosofía,
compartida por todos sus miembros, aflora dentro y fuera del parqué
de formas más o menos explícitas. Mucho que aprender.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
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