Hoy
me desplazo a la capital de España para ver el encuentro entre los
Boston Celtics y el Real Madrid, reedición de aquel otro que
enfrentara a ambos equipos en 1988, cuando Petrovic aún correteaba
por las canchas anotándola desde todos lados y cuando Larry aún
vestía de verde. Y, aunque parafraseando a Rick Pitino, Larry Bird
no va a cruzar la puerta del Palacio esta noche (“Larry Bird no va
a entrar por esa puerta” confesó el técnico para rebajar el grado
de expectativas de los periodistas), el enfrentamiento entre las dos
marcas baloncestísticas más laureadas de la historia de este
deporte tiene siempre un significado especial.
Diecisiete
anillos y nueve Copas de Europa definen el principal paralelismo
entre ambos conjuntos. La persecución obsesiva de la victoria es una
seña de identidad compartida. Tanto Boston Celtics como Real Madrid
se alimentan únicamente de gloria. Su principal combustible es un
pasado que imprime carácter y exige resultados. Nombres como
Emiliano Rodríguez, Clifford Luyk, Wayne Brabender, Juan Antonio
Corbalán, Drazen Petrovic o Arvydas Sabonis inspiran y
responsabilizan a las nuevas generaciones de madridistas del mismo
modo en que lo hacen los de Bob Cousy, John Havlicek, Dave Cowens,
Kevin McHale, Larry Bird, Paul Pierce y, por supuesto, Bill Russell
con los nuevos pupilos célticos.
Ambos
clubes, además de grandes nombres y triunfos, comparten el
paralelismo evidente y a dos entre la pareja que formaron Raimundo
Saporta y Pedro Ferrándiz en Madrid con la inseparable, hasta la
muerte del primero, entre Walter Brown, primer propietario de los
Celtics y Red Auerbach, el más grande pionero que ha conocido el
deporte de la canasta. La apuesta de Raimundo Saporta y Walter Brown
por dos entrenadores como Ferrándiz y Auerbach redundó en los dos
períodos de mayor éxito concentrado que un equipo, cada cual en su
orilla del Atlántico, haya conocido.
Sin
embargo, a fecha de hoy, los caminos se hallan separados. El Real
Madrid atraviesa una época dorada claramente ligada, una vez más,
con una afortunada elección de cuerpo técnico. Gracias a Pablo Laso
y a unos cuantos sabios movimientos en el mercado de fichajes, el
Real Madrid ha conseguido disputar tres veces consecutivas la final
de la Euroliga cosechando, finalmente, el último de estos
campeonatos. Las normas relativas a los salarios y a los traspasos
generan inercias mucho más poderosas en la NBA. De ahí que los
períodos de transición sean más largos en la mejor liga del mundo,
donde el poderoso caballero no lo es tanto. De ahí que los Celtics,
aunque circulen por el camino correcto con la elección de Brad Stevens, aún deban esperar para reverdecer viejos tréboles.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
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