Allá
por el mes de febrero, apurando el límite para la ejecución de
traspasos, los Milwaukee Bucks intercambiaron a Brandon Knight por
Michael Carter-Williams. El objetivo último de esta operación era
seguir construyendo una plantilla plagada de hombres grandes para su
posición, versátiles, esto es, con la capacidad para defender a
tres o cuatro oponentes, y con gran envergadura.
Esta
última fue la característica principal de los jugadores de rotación
de los Milwaukee Bucks durante la pasada temporada; largos brazos
para incomodar el bote, para tocar balones, para forzar pérdidas,
para cerrar penetraciones, para cortar líneas de pase y para
intimidar. Largos brazos también para puntear tiros desde distancias
desde las que hacerlo sería imposible para el resto de mortales.
Largos brazos para poder defender los uno contra uno con mayor
separación y darse así una mejor oportunidad para anticiparse a los
movimientos del atacante. Largos brazos que favorecen también
closeouts más ordenados y no tan suicidas.
Gracias
a esta apuesta y a los sistemas propuestos por Jason Kidd, su nuevo
entrenador, la de los Bucks fue junto a la de los Warriors la mejor
defensa, estadísticamente hablando, de la liga. Los Bucks fueron el
equipo que forzó más pérdidas (17,4) y consiguió más robos (9,6)
por partido. Consiguieron también de sus rivales el quinto peor
porcentaje de tiro y ser el octavo equipo que menos puntos encajara,
siendo el segundo bajo el parámetro normalizado de puntos recibidos
cada cien posesiones (defensive rating). Pagaron peaje, eso sí, a la
hora de cerrar el rebote defensivo, siendo el sexto peor equipo en
esta faceta concediendo 26,7 segundas opciones cada 100 posesiones.
Ello
les permitió pasar de un récord de 15 victorias y 67 derrotas a un
balance equilibrado de 41-41. Eso sí, no lo consiguieron solo a
base de tamaño y envergadura, sino también asumiendo los esquemas y
la demanda de intensidad que les propuso su entrenador. Porque,
parafraseando de un modo bastante libre el comienzo de Anna Karenina,
todas las buenas defensas se parecen, pero las malas lo son cada
una a su manera. Veamos en qué se parecen las buenas defensas.
1.
Cierran las penetraciones impidiendo ganar con facilidad el
centro de la zona, lugar del campo donde más posibilidades existen
para generar un daño irreversible. Ello se consigue a base de un
alto compromiso, una gran capacidad física y una buena técnica
individual de desplazamientos y closeout.
2.
Usan las manos provocando numerosos “deflections” o
desviaciones de la pelota, terminen o no en una recuperación. Estos
“balones tocados” merman la confianza de los atacantes y se comen
segundos de posesión.
3.
Llevan la iniciativa. Aprietan el balón para que no piense,
conducen a los atacantes a zonas del campo no deseadas, le quitan el
balón de las manos a la estrella rival. Son, en terminología
reciente, proactivas. No reaccionan en función de la propuesta del
atacante, sino que obligan a reaccionar.
4.
Cuentan con grandes con capacidad de intimidación. Solo así,
con la puerta de casa bien vigilada, se puede ser proactivo y
agresivo. Solo si se cuenta bajo aro con gente grande, con capacidad
y buen timing de salto es posible estrechar marcajes y forzar a los
rivales a situaciones que les hagan sentir incómodos.
5.
Se comunican y son generosas en los esfuerzos colectivos. Los
jugadores se conceden e inspiran mutuamente confianza y se comunican
constantemente para llegar a defender, por orden de prioridad, balón,
aro y jugadores más próximos a balón. Todas las buenas defensas
presentan un lado débil muy activo y bien posicionado para acudir a
las ayudas.
6.
Reducen al mínimo la producción ofensiva del equipo rival en
acciones de pick and roll. Dado que el bloqueo directo se ha
convertido en la fórmula más empleada de ataque, reducir su impacto
estadístico se ha vuelto una prioridad. Los Bucks lo consiguieron
siendo agresivos al balón en el caso de rivales con capacidad para
tirar y generar juego (hedges o incluso traps y recuperación con
posible rotación entre grandes) y negando el bloqueo en el caso de
jugadores más bien penetradores y, por supuesto, en la situación de
bloqueo lateral (45 grados) con independencia de la pareja que lo
jugara. De hecho, fueron el mejor equipo defendiendo dicha situación,
tal y como muestran las estadísticas avanzadas de NBA. Permitieron
el menor número de puntos por parte del driblador (0,7 por cada
situación de bloqueo directo) forzando el quinto peor porcentaje. En
el caso del jugador bloqueador, permitieron 0,94 puntos, pero a
cambio forzaron el mayor número de pérdidas.
7. Pelean cada balón. Ganan las batallas particulares y se apoderan de cada balón suelto.
7. Pelean cada balón. Ganan las batallas particulares y se apoderan de cada balón suelto.
La
adición de principios defensivos básicos con la apuesta por el
tamaño, la envergadura y la versatilidad, derivó en un ejercicio defensivo fantástico
del que todos debemos aprender y tomar nota. Antes de que empiece la
temporada, e incluso a pesar de los traspasos acontecidos, me atrevo
a apostar que la de los Bucks será nuevamente una de las mejores
defensas de toda la NBA. Cuentan con un inteligente ideólogo en el
banquillo y con los jugadores necesarios para ello; jóvenes,
atléticos y humildes. Os dejo con este vídeo ilustrativo. Espero
que os guste.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
De acuerdo totalmente. Es un equipazo muy bien diseñado y muy interesante en cuanto a planteamiento. Kidd es un gran entrenador, la plantilla joven y con talento que si permanece unida un par de temporadas tiene todos los ingredientes para llegar a una final. A base de defensa y versatilidad. OJO con los fichajes de este verano que son canela en rama:
Copeland, Plumlee y el gran Monroe.
Un equipo para disfrutar este año.
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