Desmontando el clutch time (III)




Finalizo con esta, la serie de tres entradas en las que he compartido con ustedes el contenido del proyecto de investigación a propósito del Curso de Entrenador Superior de Baloncesto. Si llega a esta entrada sin haber leído las anteriores, no puedo otra cosa que aconsejarle su lectura, no solo como una puesta en antecedentes, sino como un necesario ejercicio para la comprensión de lo que aquí se pretende explicar.


Como bien recordarán, nos restaba conocer el análisis sobre los tres últimos puntos de discusión de los seis en torno a los que hice girar el análisis de las jugadas decisivas de finales igualados de partido.

4. Diseño táctico. Como premisa y en base a nuestra experiencia como espectadores, habíamos introducido la creencia de que tanto el bloqueo directo central como el aclarado serían los dos modelos de jugada más utilizados. Para confirmar esta hipótesis vamos a intentar analizar, a partir de un gráfico bastante elocuente de por sí, si ambas alternativas, las del aclarado y el bloqueo directo central, son, además de las más empleadas, las más adecuadas en función de su rendimiento recordando, nuevamente, y no está de más hacerlo, lo limitado de la muestra en términos cuantitativos.


Desde luego, a la vista de los datos, el bloqueo central no demostró el porqué de su preeminencia al mostrarse vulgar en términos de eficacia. Sólo en 31 de cada 100 posesiones sería exitoso extrapolando los datos de la muestra. ¿Por qué? En mi opinión, solo una más, porque es una jugada que todos los equipos entrenan mucho y contra la que las defensas se hallan, por esto mismo, muy bien preparadas. Quizá, sin desechar por esto la fórmula, parece necesario dotarla de nuevos aditivos y, por ejemplo, tal y como se muestra en la fotografía, la opción de los bloqueos consecutivos puede resultar una buena alternativa.



El aclarado exterior sí enseña, en cambio, una estadística de éxito notable. En una de cada dos jugadas estudiadas en las que se practicó esta opción, el resultado fue favorable. Esto demuestra que en una liga dotada de tanto talento la apuesta por este no es una negligencia ni una dejación de responsabilidades. Es más, unida a la estadística tratada en el punto anterior que concedía el favor de la lógica a la decisión de confiarlo todo a la estrella, se demuestra que muchas veces la toma de decisiones es tan simple como concederle una buena opción de atacar el uno contra uno a tu mejor jugador. Eso sí,  hay diferentes fórmulas para que ello funcione.


Lo cierto es que, eso sí, con un número de sucesos estudiados muy limitado, las mejores opciones pasaron por el desarrollo de dibujos tácticos clásicos como el corte de UCLA o el juego de puertas atrás y cortes perfeccionado por Pete Carrill en la universidad de Princeton. No sorprende que los equipos que plantearan estas opciones fueran San Antonio, Minnessota y Chicago, escuadras entrenadas por técnicos clásicos como Gregg Popovich, Rick Adelman o Tom Thibodeau, algo más joven (57 años), pero embebido de las mismas fuentes.



En siguiente lugar resaltar la escasa utilización del balón interior como arma ofensiva en los minutos finales, algo para lo que no hacía falta estadística alguna, pues resulta un denominador común tanto en la NBA como, también, en la ACB. Los motivos para descartar esta opción pueden ser muchos, pero sin duda, si me tuviera que quedar con uno, este pasaría por el escaso rédito en forma de faltas que se cobran los contactos en la pintura, más aún, si cabe, en el desenlace de los partidos, cuando por lo general los árbitros tienden a señalar como faltas, únicamente, acciones muy ostensibles.


Igual sucede, y ya concluyo, con el dibujo de carretores o “staggers” para la salida de buenos tiradores, quizá relegados a un papel marginal por concebirse como estructuras demasiado complejas para momentos tan culminantes de un choque.

5. Número de pases por jugada. Sobre la elección de este punto de discusión siempre tuve dudas, lo reconozco. ¿Por qué? Pues porque en muchas ocasiones el número de pases no es una elección apriorística, sino una consecuencia del devenir de la propia jugada. Si doblan la defensa sobre el jugador con balón lo lógico es que doble un pase cuando a lo mejor no estaba previsto. Igualmente sucederá si le saltan a una ayuda con la que no contábamos y en la que lo más sensato se vuelve compartir el balón. Pero si decidí mantenerla es porque la estadística de los Spurs los confirmaba como el equipo más devoto de la religión del pase extra y la circulación de balón. En cinco de las seis jugadas estudiadas del equipo tejano hay, al menos, un pase añadido al de puesta en juego del balón. En dos de ellas, la cifra fue de tres o superior. Y sí, del mismo modo que fueron campeones de la NBA, también resultaron ser el equipo más exitoso en el clutch time (anotaron o sacaron falta en todas las ocasiones).


Aun así, tal y como demuestra el siguiente gráfico, la apuesta generalizada de los entrenadores fue la de poner el balón en juego, dejar correr el tiempo y atacar el uno contra uno o el bloqueo directo desde bote y sin previa circulación del balón. Muchas veces, además, se asumieron malos tiros a pesar de contar con compañeros abiertos, por lo que, tal vez, exista como trasfondo, más allá de la propia toma de decisiones, una filosofía, una manera de entender el baloncesto.



Siendo fácil de asumir que el hecho de no pasar el balón reduce casi al mínimo las opciones de perderlo, conviene recordar, lo que también es sencillo de entender, que la tarea defensiva se vuelve más amable si el móvil típico del baloncesto, el balón, permanece estático en las manos de un único jugador. No sorprende, por tanto, que la estadística refleje que aquellas jugadas en las que el balón no viaja en ningún momento por el aire sean las que presenten un menor porcentaje de éxito.


6. El marcador como elemento de presión añadida. Es curioso, lo que para el resto de mortales parecería una obviedad se demuestra equivocado puesto en consideración con los mejores jugadores del mundo. ¿O acaso no parece lógico pensar que un marcador desfavorable pudiera pesar más en la mente del jugador que otro que supusiera que el eventual fallo no fuera determinante? Esto es, mi hipótesis preconcebida se basó en la creencia de que el porcentaje de éxito sería menor en el caso de resultados desfavorables (-1,-2) que ante marcadores empatados siguiendo esta lógica tan, a priori, humana. Pero me equivocaba.


La gráfica, y los datos, refutan la hipótesis, pero, aun así, me gustaría explorar, quizá en una ulterior investigación, lo que dirían tomando una muestra mayor de casos. Aun así, la mera invalidación de la hipótesis es una aportación de interés, principalmente para los equipos que deben optar entre defender o hacer falta, situación que se plantea en determinados casos y ante eventuales circunstancias. Aunque lo cierto sea que, por pura estadística, se falla siempre algo más de lo que se acierta (aun siendo la NBA), dándole la razón a aquellos que, como yo, optan siempre por defender.

Para terminar, ahora sí, introducir el producto audiovisual de este proceso, este vídeo de 46 minutos en el que analizo las jugadas de los ocho equipos que han sido objeto de la investigación y en la que apunto tanto aspectos de técnica individual, como cuestiones más de táctica colectiva. Se trata, en cualquier caso, de tomar nota para progresar como entrenadores. Se trata de que acertando en nuestra toma de decisiones podamos sacar adelante más partidos igualados pues éstos, dada su alta frecuencia, son los que pueden determinar el éxito de una temporada y nuestra supervivencia laboral. En mi canal de youtube, por si os resulta difícil rescatar tres cuartos de hora de vuestra agenda, he subido también los vídeos equipo por equipo. Fue un placer.





UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

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