No
sabría muy bien cómo definir el Mundial de Baloncesto 2014. La
organización está siendo un éxito, pero la difusión y el
seguimiento, también el nivel deportivo, están generando muchas
dudas. Ello a pesar de que la prensa temática de nuestro país
parece comprometida con el último baile de la más laureada
generación de jugadores españoles destacando en portada cada previa
y cada crónica de los partidos disputados. Sin embargo, los asientos
vacíos y el escaso protagonismo del evento en las redes sociales da
que pensar. Y no, la sospecha no recae sólo en el tratamiento
mediático, tampoco en Mediaset ni sus prioridades a la hora de
configurar la parrilla, prioridades, por cierto, que fueron
modificadas sobre la marcha gracias a que varios hashtag críticos
con la productora se convirtieron en virales secundados, entre otros,
por jugadores de la selección. Nuevos tiempos.
El
baloncesto se duele de un mal mucho más endémico y es que no
termina de ser atractivo a los ojos del espectador no aficionado para
quien los treinta y ocho primeros minutos no son más que un largo
preámbulo de un acto final a veces apoteósico pero muchas otras
intrascendente. Un amigo propone una solución que a algunos les
podrá parecer una ocurrencia pero a la que veo pocas fallas.
Juguemos un partido a cinco sets. Los cuatro primeros durarían diez
minutos y el quinto, si fuera necesario, cinco. Sí, lo sé, algunos
partidos pueden terminarse en treinta minutos, ¿reclamarían
entonces los espectadores parte del precio de su entrada? No lo he
visto nunca en el tenis o el volley.
Un
partido a cinco sets haría que los entrenadores se estrujasen los
sesos para dar con una rotación que les permita ser competitivos en
todas las mangas y, probablemente, les forzaría a utilizar durante
más tiempo a los jugadores estrellas. Jugando a cinco sets, además,
la probabilidad de que se sucedan jugadas y tiros decisivos se
multiplica del mismo modo que la lógica nos dice que se reducirán
al mínimo los minutos de la basura.
Entiendo
que modificar unas reglas tan arraigadas es complicado. Las inercias
son poderosas y a los puristas se les pueden revolver las tripas. Las
estadísticas individuales quedarían en “suspenso” pues no
podrían cotejarse con las actuaciones en partidos con reglas
tradicionales y en el periódico dejaríamos de ver marcadores en los
sesenta o setenta puntos para ver cifras separadas por guiones. Pero,
¿qué podemos perder por intentarlo? El atractivo de las ligas
nacionales no traspasa el ámbito de lo local y la ACB no es más que
un largo pregón escasamente ingenioso de la que será una
nueva final entre Real Madrid y Barcelona (van tres seguidas) a pesar de los intentos de Valencia por romper la diarquía.
Insisto, ¿qué podemos perder?
Mientras
se consolida esta propuesta, si es que alguien se la toma en serio,
Estados Unidos sigue dando lecciones de concepto y gestión. Su
selección juega a cien por hora, ataca cuando ataca y también
cuando defiende. Reducir al físico la explicación de su poderío
sería una falacia que nos remontaría a los tiempos del
antiamericanismo por sistema. Se puede jugar bien al baloncesto sin
necesidad de marcar jugadas que marean la bola durante segundos para
terminar decidiendo desde el pick and roll. Los de Coach K son muy
buenos en transición, en el uno contra uno y en el juego del bloqueo
directo. Comparten bien la bola y sus pases son los más precisos de
toda la competición. Y sin ser blancos ni yugoslavos cuentan con los
dos tiradores más puros del mundial: Stephen Curry y Klay Thompson.
¿Se les puede ganar? Seguramente, pero nadie puede negar que USA
Basketball ha sabido suplir la baja de sus mejores talentos montando
un equipo que respeta las reglas y a sus rivales y que ha venido a
España a cumplir una misión.
La
NBA sigue enviando señales de buena salud mientras monopoliza el
talento y deja en la ruina a competiciones satisfechas en su
inmovilismo. El fútbol, cuyas bases se asientan sobre un marcador
corto y unos cuantos iconos que desatan pasiones poco cuerdas,
descansa tranquilo mientras sus competidores no puedan ofrecer espectáculos mejores de los que vienen ofertando. Y señores,
mientras esto no cambie los aficionados no podemos exigirle a las
productoras que desatiendan a las leyes del libre mercado para
satisfacer toda esa suerte de principios morales, pedagógicos y casi
divinos a los que echamos mano para reclamar un mejor trato.
Amantes
del baloncesto, barramos antes nuestra casa, ofrezcamos un mejor
espectáculo y luego reclamemos. Éste es el orden natural y lógico.
Éste debe ser nuestro compromiso.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
Muy de acuerdo en lo de USA. Lo de los 5 sets no me gusta nada, creo que realmente lo que hace falta es unificar las reglas con USA. Aceptar TODAS las reglas NBA excepto los PASOS que deberían mantenerse FIBA. El resto de las reglas benefician al deporte y el espectáculo. La duración de 48m me parece fundamental, los partidos son más largos, las rotaciones permiten mayor explosión de los talentos y un planteamiento táctico superior.
Permitiendo juego más rápido y menos amarrategui. Y como ya hemos hablado una estrategia mejor de marketing, publicidad, presentación (la iluminación de los pabellones y un mejor diseño de las canchas -horribles con tanto parche de colores diferentes por publicidad-), EDUCACIÓN y apoyo en deporte base para crear afición.
Creo que con eso mejoraría bastante el atractivo.
Mientras tanto habrá que disfrutar con este flojo mundial en el que USA está dando una lección de como alcanzar la victoria con los recursos que se tienen, sin olvidarse de dar espectáculo.
Ya pronto empieza la NBA...
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