Se
emocionaban hace unas horas el rey y el príncipe al recibir los
aplausos de empresarios, monjes y taurinos rodeados por los políticos
que tratan de blindar su poder. Parecen haber escogido muy bien los
ámbitos de exposición tras la conmoción que supuso para el país
la abdicación del trono por parte de Juan Carlos. La verdad es que
no me gusta el sesgo militar, católico, nobiliario y altomedieval de
la institución, su funcionamiento interno y todo aquello que
representa, pero creo que el ciudadano no debe malgastar sus fuerzas
en un asunto, el de la elección de la forma de gobierno, llamado a
desviar la atención de los grandes males de este país: la
corrupción (la sistemática e institucionalizada, aunque lo de
Urdangarín ulcere a cualquiera), el fraude fiscal y, por encima de
todo, la educación (Sí, el paro también, pero es en parte una
consecuencia de los anteriores, especialmente del último).
Traigo
a colación la coyuntura política española para hablar de
baloncesto. Y es que en la NBA, sistema meritocrático donde los
haya, liga regida por una mezcla de principios evolucionistas y
mercantilistas y orientada por la cultura del espectáculo, se ha
abierto, allí sí, un debate para determinar el sistema de gobierno
y el modo en el que la historia recordará los albores del nuevo
milenio. Se enfrentan entre sí dos concepciones de baloncesto
semejantes en la base, pero radicalmente opuestas en su cúspide.
Así, mientras en la base ambas comparten modelos colaborativos que
se plasman en una convincente fe en la defensa de equipo, la cumbre
del modelo organizativo, en cambio, muestra contornos muy diferentes.
Así, si la de los Spurs es plana, una suave línea matizada por la
erosión, en la cúspide de la pirámide de los Heat se halla un
faraón al que ya no puede hacer sombra, siquiera, su cómplice
durante estos últimos años, un Dwayne Wade que, aunque en un
envidiable estado de forma, ha aceptado ser miembro de la Corte de
Lebron.
¿Monarquía
o República? Se preguntan los aficionados a pesar de no tener
capacidad para juzgar o decidir, a pesar de tener que conformarse con
ser testigos de una incógnita que resolverá el siempre riguroso
conteo de canastas. Sumará y hará sumar Lebron gracias a su
facilidad para generar y leer espacios. Se apoyará en Wade, Bosh,
Allen y Chalmers si el guión no nos regala la sorprendente aparición
de un invitado sorpresa (podrían serlo Rashard Lewis, Norris Cole o
Shane Battier). Tratará de reinar en cualquier caso el chico de Ohio
corriendo cuando considere, parando cuando estime oportuno. No olvida
que está en juego mucho más que un anillo. Sabe muy bien que de
ganar seguiría cubriendo etapas a la velocidad de Jordan. Y no
parece que ningún acontecimiento pueda llevarle a retirarse ahora
que se encuentra en el culmen de su carrera.
En
busca de otro tipo de récords y quince años después del primer
campeonato conseguido por la dupla Popovich-Duncan, San Antonio Spurs
supone una apuesta por una ofensiva mucho más equilibrada en la que
el protagonismo se reparte de manera más equitativa. Su sistema de
pesos y contrapesos, pero sobre todo el liderazgo del entrenador y su
longeva estrella, han conseguido evitar que ese sistema partipativo
derivara en luchas internas por el poder, por los tiros y los
minutos, por la autosatisfacción del ego, ese vulgar complemento
humano que no tiene cabida en el vestuario de los Spurs.
Como
ya anuncié en el pasado me gustaría que venciera la apuesta
romántica de San Antonio por su idea de baloncesto y como justo
reconocimiento al mejor ala pívot de la historia. Sin embargo, desde
el principio de los playoff, en círculos más o menos cercanos,
llevo defendiendo que ganará el equipo con el mejor jugador en
pista. Y ésos son los Heat. Porque ése es Lebron. Así pues, al
igual que me sucede en el terreno político en el que deseando, como
deseo, una República, termino conformándome con una Monarquía
siempre que ésta se ajuste al ideal democrático y sirva con
honradez a este fin, así también terminaré aceptando que venza
Lebron siempre y cuando antes nos deleite con alguna actuación para
el recuerdo. Aunque en realidad, no hay nada escrito.
P.D.
Pueden leer todas las crónicas (más bien artículos de opinión)
que he realizado para www.jordanypippen.es
pinchando en el enlace y seguir también, las que realizaré con
motivo del mayor espectáculo del mundo, las finales de la NBA.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
Tanto pelotear al blog Jordán y pipoen por fin lo conseguiste.ya escribes en el.
Tus facilonas adulaciones han dado su fruto .
No todo vale en la vida.
Ahora a pelotear al equipo universitario femenino,a ver si meto la cabeza aunque sea así.
las actitudes trepas nunca me gustaron.
Allá cada uno con su conciencia
Un lector mas.
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