En muy
pocas entrevistas de trabajo el encargado de recursos humanos se
aleja del guión previsto, del repaso curricular y de la evaluación
de competencias. Rara vez, en el transcurso de dicha entrevista, no
se expresa o insinúa la pregunta “¿qué sabes hacer?” Vivimos
en un mundo de acciones, de comportamientos que conducen a un
resultado. Necesitamos causas y consecuencias para respirar hondo y
vivir tranquilos en nuestra cosificada realidad. Por esto mismo no es
habitual que en el marco de un reencuentro con un viejo amigo éste
nos pregunte: “¿en qué estás pensando?”, “¿qué te
preocupa?” o “¿en qué lectura ocupas tu tiempo últimamente?”
No, el amigo y tú os interesáis por la salud, por el trabajo, por
las relaciones, por todas esas magnitudes tangibles que nos permiten
calificar la existencia mediante adverbios de modo (bien/mal) o de
cantidad (mucho/poco)
La
obra que asola mi casa me ha hecho más consciente de todo esto. Los
albañiles, fontaneros, pintores, escultores del yeso y artistas del
barnizado actúan como autómatas, abren y tapan agujeros con la
facilidad con la que lo haría una máquina. Se alimentan de certezas
y sobre certezas edifican sus vidas, agendas y también sus obras.
Son necesarios y lo saben. Son hombres de acción.
Y
hombres de acción necesitan ahora todos los equipos de la NBA
implicados en un séptimo partido para pasar de ronda. Hombres como
Damian Lillard, autor de una canasta tan genial como achacable a la
pasividad defensiva de James Harden, la antítesis de Lillard, un
artista venido a menos, un filósofo del basket al que en Oklahoma
siguen buscando para que juegue las finales de 2012, la serie contra
Miami en la que certificó su salida de la franquicia. A Lillard, en
cambio, no hace falte buscarle. Era el chico que se ponía el primero
de la fila en la escuela, el primero en tener novia, el primero que
saldría disparado a rescatar a un amigo herido. Lillard nació para
actuar, es el Hemingway del baloncesto, un Napoleón negro algo más
alto que el corso pero con el mismo instinto para la resolución de
los conflictos. En pleno homenaje a Jack Ramsay, entrenador
recientemente fallecido de aquellos Blazers setenteros que dieron
paso a la Blazermania, Lillard
rescató de las catacumbas a la franquicia que más tiempo llevaba
sin ganar una
ronda de playoffs. Lillard,
eso sí, bien acompañado por una plantilla corta y, sobre todo, por
el cuatro más inspirado de la NBA actual, Lamarcus Aldridge.
Si
la cosa va de “cuatros” inspirados es obligatorio hablar de Dirk
Nowitzki. El alemán ha recuperado la magia de sus dedos y está
dispuesto a eliminar a unos Spurs tan brillantes en el juego
colectivo como huérfanos de una estrella que acapare la luz de los
focos durante los momentos de presión. El séptimo partido en San
Antonio será de infarto y en estos casos es difícil apostar contra
el equipo que tiene a Nowitzki, el sexto jugador con mejor promedio
anotador en partidos de “win or go home”.
Mr
Unreliable, titulaban los diarios de Oklahoma con primer plano de
Durant en portada tras el quinto de la serie contra Memphis. Durant
respondió al desafío periodístico con 36 puntos y situó
a su equipo a un paso de las Semifinales de Conferencia. La
suspensión de Randolph y las molestias de Conley en la espalda
desequilibran las apuestas. Durant y Westbrook no pueden permitirse
otra salida por la trasera. Memphis planteará problemas, pero ganará
Oklahoma.
No
por una acción, sino por un pensamiento expresado en voz alta y
amplificado por los altavoces de la prensa y las redes sociales,
empezaron a enturbiarse las aguas de la franquicia de los Clippers.
Donald Sterling fue sometido a un sumarísimo juicio por decir lo que
pensaba. La lucha contra el racismo se impuso sobre la libertad de
expresión en un claro ejemplo de que se nos juzga por nuestras
acciones y no por nuestros pensamientos, de que somos lo que hacemos
y no lo que pensamos. Donald Sterling llevaba años pensando que los
negros son inferiores y apestados. La diferencia es que ahora lo
supimos. Su crimen fue el del asesino, al que no se le puede juzgar
por planear en su mente el crimen, pero sí tras su ejecución. No se
equivoquen, abomino todo lo que huele a racismo, a la farisea
superioridad del hombre blanco. Aplaudo las medidas adoptadas y lo
tajante de la actitud de Adam Silver, pero no entiendo que este hecho
pueda haber afectado al rendimiento de los jugadores de los Clippers.
¿O es que acaso no sabían que jugaban para un tipo apestoso forrado
de dinero y con inclinaciones ideológicas de este tipo? No me lo
puedo creer, tal vez no se dieron cuenta mientras nadaban en jacuzzis
de billetes de cien mil dólares, embriagados por el alcohol que les
ofrecía su jefe. Más les vale a los Clippers que dejen el discurso
a un lado y se apliquen para ganar a los Warriors. Juegan por la
gloria deportiva, por sus miles de aficionados (iba a decir millones,
pero son los Clippers) y por el honor. Frente a ellos encontrarán a
dos tipos que sólo entienden de lanzar y anotar: Klay Thompson y
Stephen Curry. Ya habrá tiempo para llorar.
Llorar,
no les quedará otra a los Pacers si no son capaces de hacer valer el
factor cancha en el séptimo e inesperado encuentro de su serie
contra los Hawks. Conflictos más propios de edades adolescentes han
infectado un vestuario que navegaba por aguas calmas hasta febrero.
Stephenson, habitual hombre de acción, herido en su orgullo, optó
por hablar fuera de la cancha en vez de hacerlo sobre el parqué.
Ahora toca ganar un duelo a todo o nada con el aval de la lógica
ante la inexperiencia de una modesta plantilla como la de Atlanta a
la que es difícil restarle mérito.
En
Toronto están como en Portland, esperando como agua de mayo una
nueva visita a las Semifinales de Conferencia. Cuentan con un partido
en casa para dar la campanada y vencer a unos Nets con más nombre y
talonario. En esta eliminatoria tengo el corazón dividido pues
aunque la propuesta de Toronto me satisface más, no quisiera
perderme el duelo entre Pierce y Lebron en la siguiente ronda.
Se
avecinan dos noches maravillosas de baloncesto. Les aseguro que no
les costará identificar en ellas, de entre todos los jugadores que
se vistan de corto, a las estrellas, a los jugadores seguros de sí
mismos, a los hombres de acción. No
les defraudarán.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
3 comentarios:
flojo discurso efectista.
Juan
"Flojo discurso efectista"....???? WTF!! La gente escribe cosas sin saber lo que significan como este Juan.
Estoy de acuerdo JJ, ha sido una noche maravillosa, y una 1ª ronda excelente en cuanto a diversión. Los hombres de acción aparecieron.
Durant y Westbrook
CP3, Reddick, Griffin y DJ
P.Pierce y JJ (Aunque no me guste)
Damian y LaMarcus
P. George y Hibbert (al que no aguanto)
Y el amigo Parker como no.
Menudas noches!! Los rivales dieron el nivel necesario para que casi todos los partidos se decidieran en el minuto final, incluso me ha dado pena que no pasaran ellos también!!
Pero la NBA sigue y el espectáculo también. Esperemos que las semis, sean tan emocionantes como la primera ronda.
Pierce/JJ/Garnett - LeBron/Wade/Bosh (Genial choque que ganó nets por 4-0 en liga R.)
George/West/Hibbert - Wall/Beal/Nene (Quizás el duelo menos interesante)
CP3/Griffin - Westbrook/Durant (Posiblemente una serie a 7 partidos si no hacen caso al inútil de S.Brooks en OKC)
Lillard/Aldridge - Parker/Duncan (Probablemente un repaso de SAS por POPS y un mejor uso de plantilla, pero el talento y la juventud pueden ahogar a estos veteranos de calidad)
¿Y este Javier Palau quién es para saber lo que Juan pueda saber o no?
Sin ir más lejos, Javier Palau apuntó como favoritísimos al título a los lakers recién adquirieron a Nash y Howard.
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