Titulaba
hace tiempo la previa de la Liga Endesa como “Una guerra a cambio
de muchas batallas”. Y qué guerra, qué fantástica versión de
los clásicos duelos entre Real Madrid y Barcelona nos han ofrecido
las plantillas actuales de estos dos gigantes del baloncesto. En un
partido lleno de alternativas sólo el marcador pudo decantarse por
uno de los dos contendientes cuando ningún espectador imparcial
podría haberlo hecho sin entrar a valorar empatías o afinidades.
Brilló el Barcelona en el juego del bloqueo directo en cabecera.
Hizo lo propio el Madrid en la suerte del uno contra uno, maximizando
el talento de sus exteriores y aprovechando el de sus interiores en
labores tal vez impropias.
Es
preocupante, en cambio, que la Copa reproduzca año tras año el
duopolio de estas dos escuadras, que no deje margen a la sorpresa y
niegue el valor de las pequeñas historias. Correrán ríos de tinta
sobre la canasta sobre la bocina de Llull, sobre cuestiones tácticas
o de gestión del marcador y sobre la superioridad manifiesta de los
interiores culés sobre los madridistas. Nada se escribirá, en
cambio, sobre los modestos, equipos que en otro tiempo desafiaban al
poder establecido y que ahora bastante tienen con no ver mancillado
su honor tras derrotas cada vez más abultadas.
La
economía ha determinado que esto sea así. Estas dos versiones del
Real Madrid y del Regal Barcelona son superiores a las de hace tres
años, mientras que, en este mismo período, los demás equipos han
visto debilitadas sus estructuras logísticas y deportivas. Esta
realidad, además de revelar esta concentración de talento, este
monopolio natural similar al que ejercen las empresas eléctricas en
nuestro país (adquirir, almacenar y distribuir la energía cuesta
tanto que mejor que lo hagamos unos pocos para que sea rentable y
disminuyan los costes), indica que algo no se está haciendo bien en
las estructuras de cantera. Salen muy buenos jugadores (Abrines,
Mirotic,...), pero no los suficientes. La clase media, aquélla que
debería alimentar las ligas profesionales, es cada vez más exigua.
Esto, que puede obedecer a múltiples causas, debería hacer
reflexionar a los entrenadores de cantera, los responsables no de
sumar medallas a su palmarés y sí de nutrir de competidores a las
ligas profesionales. El show debe continuar y para hacerlo deberá
sumar a la causa a más competidores. De lo contrario bastará con
organizar encuentros periódicos entre Real Madrid y Barcelona,
encuentros que irían rotando a modo de gira por los diferentes
lugares del país.
La ACB
debe hacerse preguntas y dibujar escenarios. Debe cuestionarse si el
actual modelo puede sostenerse en el tiempo, (si es que lo hace en la
actualidad) si cuenta con la masa crítica suficiente como para
generar beneficios y poder competir con una competición a escala
europea que, intuyo, será cuestión de años (Euroliga o
Conferencia Europea de la NBA). Es inevitable incluir en el orden del
día su política de marketing, la difusión que del producto
realizan las televisiones. Es decir, cuestiones que a todos, en
cuanto que agentes pasivos o activos del negocio, nos afectan.
Sinceramente
no me imagino un futuro sin Liga ACB y sin Copa del Rey. Sin embargo,
ante una oferta de ocio cada vez más amplia y variopinta, bien haría
la competición nacional en definir su nicho (especialización) y
abrirlo a nuevos compradores (diversificación) sin renunciar a su
esencia (la marca). Mañana ya es tarde para ponerse manos a la obra.
Enhorabuena
al Real Madrid por la victoria, al Regal Barcelona por su lucha y
buen juego y al resto de equipos por no tirar la toalla y seguir
presentándose a los partidos. Así fue la Copa del 2014. Así serán
las copas, con un vencedor u otro, hasta 2500 (año en el que dejará
de disputarse porque al fin se proclamará la III República).
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
2 comentarios:
Estoy de acuerdo. Pero creo que estamos muy lejos de conseguirlo. Los pasos a seguir serían:
- Educación, el deporte es educación también y en los colegios es un desastre donde algunos profesores y escuelas se limitan a abrir sus puertas del patio para que los niños hagan lo que quieran, hacerles el test de Cooper y con suerte jugar una liga escolar (si ese colegio la juega, que no todos tienen equipos en cada deporte).
- Promoción y publicidad, sin duda la ACB (y las ligas inferiores hasta EBA o las provinciales), carecen de los apoyos institucionales (no me refiero a dinero que también), y de las empresas de comunicación (prensa y medios). Para crear afición hay que llevar el deporte a la gente, que ya incentivada por el colegio, seguirá enganchándose en casa al ver la TV, leer las noticias o saber donde ver un buen encuentro el fin de semana.
- Supresión total del bipartidismo. Barça-Madrid, es uno de los motivos más infumables de la ACB, al igual que en el fútbol, la liga necesita una auditoría completa y una revisión de reglamento para hacer una liga más igualada y justa. No existe un sistema de draft o canteras que cree espectativas como en la NBA, un límites económicos que igualen las posibilidades de los equipos etc. Si todas las estrellas se concentran en 2 equipos, dificilmente habrá sorpresas en las finales. Eso hace que el interés se pierda cada año salvo que vivas en Madrid o BCN. No olviden que las entradas que más se venden son a los habitantes de la propia ciudad.
- Finalmente una revisión de reglas y estética que nos acerquen más a la NBA ayudaría a un baloncesto más vistoso. Canchas más amplias, partidos más largos, normas como el SALTO ENTRE DOS que eran maravillosas deben volver, etc. Es fundamental vender un producto bonito, todo el mundo quiere un coche seguro, pero si se parece a un ladrillo con ruedas tendrá menos posibilidades de venderse que si se parece a un Aston Martin. Una mejor iluminación de los pabellones (público oscuro), una cancha mejor pintada (que no parezca un anuncio de carretera, por Dios, esas zonas pintadas de BUKLER 0,0 me dan auténtica Vergüenza, hay modos de publicitarse mucho más elegantes), una mejora en los diseños de equipos (logos, camisetas que no parezcan un mono de F1 con tanta publi mal colocada) y realizaciones televisivas decentes (que no te pongan una repetición durante otra jugada del partido, o que te saque el momento justo con el plano adecuado) son claves para una mejor fidelización.
En definitiva, intentar COPIAR descaradamente la NBA en todo lo que se pueda, porque sin duda (le duela a quien le duela) es el negocio deportivo mejor desarrollado del mundo.
Abrazos
De acuerdo prácticamente en todo Javi. Las nuevas demandas exigen nuevas respuestas, pero me temo que cambiar el modelo de manera tan drástica es inviable. El modelo que sugieres sólo es posible a escala europea e involucrando a las grandes ciudades del viejo continente. La NBA es al fin y al cabo una competición elitista y un negocio que exige de las ciudades un alto compromiso financiero a las que sólo unas pocas pueden responder. Mucho me temo que a Zaragoza, Valencia o Málaga no les quedaría otra que jugar su particular ABA o Liga de Desarrollo. De nuevo la geografía económica vuelve a tener mucho que decir.
En los temas de educación, estructura, fomento de una mayor competitividad y cuestiones comunicativas y estéticas, totalmente contigo.
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