Qué
fantástico duelo el vivido anoche entre Miami Heat y Oklahoma City
Thunder, dos de los mejores equipos de la competición que tienen,
además, la bendición de contar en sus filas con dos jugadores
superlativos con evidentes dotes de liderazgo. Ganaron los Thunder y,
en lo personal, por eso mismo, ganó Kevin Durant. El “35” de los
Thunder supo encontrar dentro de su enorme catálogo de recursos los
necesarios para anotar 33 puntos frente al mejor defensor uno contra
uno en posiciones exteriores, Lebron James. El de los Heat se
encontró muy solo, desasistido por un Wade que trata de recuperar la
forma y por unos secundarios, entre ellos Ray Allen, Shane Battier o
Mario Chalmers, que se mostraron poco acertados. Al chico normal de
Ohio, como se autoproclamó durante la entrega de su segundo Larry
O´Brien en la primavera pasada, se le notó especialmente motivado
en la defensa y más centrado de lo habitual en tareas anotadoras (34
puntos en 20 tiros).
Pero
enfrente se encontró no sólo con Kevin Durant, sino con una
escuadra que está aprovechando la baja de Westbrook para promocionar
a sus jóvenes y desarrollar una química que huele a anillo. Tras un
arranque decepcionante de partido en el que Ibaka adoptó un
protagonismo exagerado, los de Scott Brooks lograron encontrar el
equilibrio. Desestimada la presencia de Perkins por incompatible con
el quinteto de Miami (Bosh se lo hizo saber enseguida) y hasta con el
buen gusto baloncestístico, el “small ball” les dio fantásticos
resultados. A destacar, por supuesto, la labor defensiva de Perry
Jones y Nick Collison, el talento ofensivo de Jeremy Lamb y la
astucia y veteranía de un Derek Fisher que supo darle al partido lo
que éste necesitaba.
Pero
además de la consagración de Kevin Durant como induscutible MVP de
lo que llevamos de temporada, aprovecharé la ocasión para rescatar,
a modo de titular, lo que esta temporada de NBA nos está deparando.
No
sin estrellas. Los Pacers ostentan el mejor récord de la liga
gracias a una plantilla plagada de muy buenos jugadores y a una
inmaculada gestión en lo que se refiere a la aceptación de roles,
el reparto de responsabilidades y la mentalidad defensiva. Pero si
precisamente esta mentalidad es “conditio sine qua non” para
aspirar a un título, la historia nos dice que es necesario contar
con una gran estrella de la liga. Tal vez George reivindique en lo
que queda de temporada y en playoffs dicha condición o tal vez nos
encontremos, diez años después de que los Pistons de Larry Brown
vapulearan a los Lakers, ante una nueva excepción.
Menos
es más. Tres equipos, Phoenix Suns, Chicago Bulls y Atlanta
Hawks, se han erigido en estandartes de esta filosofía que sienta
sus bases en la maximización de los recursos y en la prohibición
absoluta de la autocomplacencia. Ante pronósticos de partida
negativos o ante lesiones graves y a priori definitivas a la hora de
replantear objetivos estos equipos han decidido rebelarse y confiar
en activos infravalorados por el mercado como Markieff Morris, Gerald
Green, DJ Augustine, Charlie Scott, Shelvin Mack y tantos otros
hombres que han demostrado ser útiles cuando están bien utilizados.
Hornacek, Thibodeau y Budenholzer, los benditos culpables.
Vivir
y morir del triple. Reconozco haber disfrutado como espectador de
varios partidos disputados por Golden State Warriors o Houston
Rockets. Su propuesta repleta de vértigo e improvisación nos
remonta a tiempos pretéritos, a equipos ochenteros como los Nuggets
de English, Vandeweghe y compañía o los Mavericks de Rolando
Blackman, Mark Aguirre y Sam Perkins. Sin embargo, la falta de
equilibrio y su fe ciega en el lanzamiento más allá de la línea de
tres los descarta como candidatos y convierte a sus entrenadores,
Mark Jackson y Kevin McHale en merecidas dianas de los críticos.
Van
de negro. El arranque de temporada de los Brooklyn Nets responde
a la estructura argumental de toda gran obra narrativa. Después de
un planteamiento esperanzador surgieron los conflictos y las
dificultades y, justo ahora, en medio de un mes de enero muy
favorable para la banda de Prokhorov parece iniciarse un proceso de
recuperación basado en un juego libre por conceptos que se podría
calificar con cualquier adjetivo menos “ortodoxo”. El small ball
y una rotación cuanto menos compleja anuncian tiempos de bonanza
para la franquicia del otro lado del río. Van de negro y no por
casualidad. No son representantes de la troika, pero sí de una
concepción del baloncesto que no entiende de colorido. ¿El final?
Apuesto que decepcionante, pero con estos tíos no me sorprendería
una incursión fructífera y duradera en los playoffs.
Perder
es ganar. Cuando llega enero y las opciones de entrar en playoff
son quiméricas, más aún si se anuncia la llegada de jóvenes
talentos procedentes de la universidad, cualquier marcador a favor es
dinamita para un futuro proceso de reconstrucción. Lo saben muy bien
en Milwaukee, Orlando, Sacramento y Philadelphia. Lo deben aprender,
por su bien, los Celtics y los Lakers. A la vista de los últimos
resultados bien podríamos definirles como alumnos aventajados.
Distintos
pero peligrosos. La adaptación a un nuevo técnico y las
lesiones de jugadores importantes les ha impedido desarrollar su
potencial. Hablo de Los Ángeles Clippers y de Memphis Grizzlies, dos
opciones a tener en cuenta cuando llegue el mes de abril. El hermano
pobre de LA tiene todo lo necesario para ganar un anillo, al menos
sobre el diseño. Los de Tennessee, por su parte, cuentan con el
mejor juego interior de la liga y con la defensa mejor preparada y
concienciada. Rivers y Joerger representan concepciones diferentes de
baloncesto. El primero lo entiende como una confrontación marcada
por la emoción y el segundo como una ecuación algebraica. Si fuera
el entrenador de algún aspirante en el Oeste intentaría librarme de
las emociones fuertes y, por supuesto, también de las matemáticas.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
Partidazo, aunque quizás terminó antes de tiempo. Miami fue un poco desastre y esperaba más resistencia teniendo en cuenta la GRAN ausencia de Westbrook.
OKC huele a finalista, Indiana podría ser la otra opción, pero no se pueden descartar a los del año pasado ni mucho menos a los emergentes Clippers.
Creo que Portland caerá si no ficha antes del TRADELINE algo para ese banquillo vacío y GSW como siempre he dicho le falta cabeza.
Totalmente de acuerdo en el resto de cosas.
A ver la 2ª vuelta tras el ALL STAR (siempre cambia todo en la NBA tras esa fecha y los posibles traspasos) y el 2º enfrentamiento HEAT-OKC.
Brazos!
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