En su
última obra Robert D. Kaplan nos recuerda cómo influye el contexto
geográfico en el desencadenamiento de conflictos internacionales,
cómo el espacio, el clima y otros elementos territoriales marcarán
la evolución de las regiones por encima de las pautas que impone la
globalización. Pues bien, la NBA se ha empeñado en demostrar que
esta tesis es verdadera, que hasta el baloncesto se ve influido por
condicionantes de tipo geográfico.
Desde
1950 la final de la NBA enfrenta a los vencedores de la Conferencia
Este y la Conferencia Oeste, aunque si sumamos los títulos
disputados bajo la denominación de BAA (Basketball Association of
America) estamos hablando de 66 campeonatos en disputa. Pues bien, en
esta batalla entre conferencias el Este lidera la contienda con 37
anillos sobre 29. Esta ventaja no debe extrañar a nadie. El
baloncesto es un producto de la costa este (Springfield,
Massachussets) que, además, durante años quedó circunscrito a ésta
y más en concreto al entorno de la vasta área metropolitana de
Washington-Filadelfia-Nueva York-Boston. La expansión del baloncesto
a modo de mancha de aceite sobre lámina de agua no sobrepasaría los
límites del Arco Gateway de San Luis (monumento conmemorativo de la
expansión hacia el oeste) hasta una vez finalizada la II Guerra
Mundial. Sin embargo, si tomamos como fecha de partida 1980, el
resultado se iguala en un 17-17 que define mejor esta lucha.
El
menor desarrollo de los medios de transporte y comunicación invitó
a una concentración espacial de los equipos, una concentración que
aún hoy se muestra a modo de herencia con la presencia de veintidós
equipos sobre un total de treinta localizados en las franjas horarias
del Este y Central. Para corregir este hecho numerosas franquicias
instaladas en ciudades claramente situadas al este de un supuesto
meridiano que dividiera el territorio continental de los Estados
Unidos en dos mitades, están obligadas a jugar en la Conferencia
Oeste con todo lo que ello supone en términos de desplazamientos (ya
saben, enfrentarse cuatro veces a rivales de división y tres a
rivales de conferencia, pero no de división) y competición.
Aquí
quería llegar, a las diferencias de competición que la actualidad
nos enseña. La Conferencia Este es una triste caricatura de lo que
un día fue. Las rivalidades clásicas de esta área geográfica
(Sixers-Celtics, Knicks-Celtics, Pistons-Bulls, Bullets-Knicks,
Pacers-Bulls, Pistons-Celtics) se han visto devaluadas por una fuga
masiva de recursos humanos que es una constante desde los años 90
hasta nuestros días. Antes todo era más sencillo, pues los mejores
productos de las universidades de las fértiles en términos
baloncestísticos Indiana, Kentucky, Nueva York, Connecticut o el D.C
quedaban sometidas, a su salida de la universidad, a un criterio
geográfico de selección que favorecía a las franquicias más
próximas.
Hoy en
día, a pesar de que el draft y el límite salarial siguen
funcionando como mecanismos anti trust, las diferencias entre
conferencias son palpables. El talento se concentra ahora en dos
áreas geográficas muy diferentes: la Costa del Pacífico y las
Llanuras Centrales de Texas y Oklahoma. Allí Clippers, Warriors,
Blazers, Spurs, Mavericks, Rockets y Oklahoma imponen su dictadura
sobre el resto de la competición en base a modelos muy diferentes
(aciertos en el Draft en el caso de Oklahoma, Warriors o Portland,
acumulación de talento principalmente vía traspasos en Clippers,
Rockets y Mavericks y el modelo Popovich en San Antonio), aunque, en
general, con propuestas de juego amables para el espectador.
Indiana
se ha convertido en una excepción. La franquicia de los Pacers,
incorporada a la NBA en 1976 tras ser parida en la ABA, cuenta con
dos pluses que un simple vistazo al mapa no permite distinguir: la
tradición y Larry Bird. Así, esta mezcla de sabor añejo y gestión
inteligente ha dado como resultado un equipo que aspira a todo. Miami
es el otro ejemplo. En las antípodas de lo que significa el
baloncesto en Indiana, el sur de Florida es un vergel construido a
base de dólares al el que otra figura, en este caso Pat Riley, es
capaz de dotar de sentido.
Pero
la norma, de aplicación general y de formulación abstracta, se
justifica a sí misma si analizamos el triste pasado de las
franquicias de Nueva York y Washington. Knicks y Bullets brillaron en
los 70, en la época más gris de la liga, cuando gran parte del
talento se paseaba y brincaba por las pistas de la ABA. Fue entonces
cuando sumaron la triste cifra de tres anillos, una cifra que parece
inamovible en el corto plazo. Ello a pesar del atractivo mercantil de
las dos capitales (económica y administrativa) del imperio, de su
glamour y su magnetismo. Lo mismo le sucede a los Sixers y a los
Celtics, cuyos éxitos recientes se basaron en la inspiración de
Iverson (final de 2001) y en una peripecia improbable, juntar a
Allen, Pierce y Garnett, que más bien puede considerarse como el
último favor de McHale a su equipo de toda la vida (anillo en 2008,
final en 2010). Es decir, las grandes franquicias de los 60, 70 y 80
son ahora comparsas en una liga volcada claramente hacia el oeste,
una conferencia que ha recibido con las puertas abiertas a Shaquille
O´Neal o Dwight Howard, que acogió con agrado la llegada de los
universitarios Hakeem Olajuwon, Tim Duncan, Kevin Garnett, Carmelo
Anthony, Kevin Durant, Kobe Bryant, Chris Paul y tantos otros y que,
en definitiva, ha contado con los principales talentos de la liga
tras la retirada de Michael Jordan con la honrosa excepción de
Dwyane Wade y Lebron James, dos genios que han tenido que reunirse en
el rancho de Micky Arison para proclamarse campeones del mundo.
Las
bondades de la conferencia oeste, su alto nivel de juego y la gran
concentración de talento, son su vida y su muerte. El clima, en
general más favorable, la filosofía de juego y la presencia de
mejores jugadores, especialmente en la pintura, determinan la radical
diferencia existente entre ambas conferencias, pero la misma
competición, la lucha por prevalecer y sobrevivir en los playoffs
del salvaje oeste condiciona, al mismo tiempo, la preparación de
unas finales que en las dos últimas campañas han proclamado como
vencedores a los chicos de Miami Heat.
En
este momento el duodécimo equipo de la Conferencia Oeste se metería
en Playoffs en la Conferencia Este, conferencia en la cual sólo
cuatro equipos superan el cincuenta por ciento de victorias (por los
diez que lo hacen en el oeste). Sin embargo no deberíamos
extrañarnos si los Heat logran el “threepeat” e igualan las
cuatro finales consecutivas que lograran los Celtics entre 1984 y
1987 o si los Pacers se alzan a mediados de junio con un anillo que
pocos equipos habrían merecido más. Pero las reglas están trazadas. Tras décadas en el anonimato la geografía salta a la palestra para cumplir con su venganza.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
2 comentarios:
Simpática entrada JJ!!
Q pedantería d post.siento decirlo.
A mi no me parece simpática como dice el Pelau
Benito
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