Qué
tesoro más grande y breve es la juventud. Su envoltorio, unas veces
ingenuo y otras perspicaz, nos impide analizar, en ocasiones, su
verdadero valor. Y es que juventud es, ante todo, sinónimo de
predisposición al aprendizaje, es una puerta abierta, a veces
demasiado, que saluda y da la bienvenida a todo el que la osa
penetrar.
Por
suerte, no siempre los visitantes son funestos hombres de negro,
cobradores del frac que vienen a pasar la factura y a arruinar lo que
una infancia sana debe ser. Y es que a veces, en la vida de un niño,
por muchas y diferentes razones, se cruza el baloncesto en su forma
más loca y disparatada, también la más pura y sin ambages: el
minibasket.
Ayer,
escribo con premura para no olvidar detalles, se disputó en Segovia
el Campeonato Regional de Selecciones Provinciales de Minibasket al
que tuve la fortuna de acudir como entrenador ayudante de Fernando
Merchante Valiente (en este caso la introducción del segundo
apellido no es banal) al frente de la selección masculina de la
delegación salmantina. Estaba en juego, si no profundizamos y nos
conformamos con ser gota de aceite en un vaso repleto de agua, el
ascenso de categoría, un quinto puesto que le concede el honor y el
privilegio, a la futura generación de baloncestistas salmantinos, de
optar a las medallas en la próxima edición.
Pero si
a los chicos les pedimos ir más allá del resultado nosotros, como
responsables de su crecimiento como jugadores y como personas, no
podemos ser menos. Así, aunque la esencia del conocido como PRD
(Programa Regional de Detección) es, como su propio nombre indica,
el de la captación temprana de talento, no podemos olvidar que de
los 192 chicos y chicas citados para el campeonato, sólo 24 formarán
parte de las selecciones de minibasket de nuestra comunidad y que
muchos menos aún, o ninguno, entrarán en futuras listas a escala nacional.
Es la
parte negativa de estos procesos selectivos, de esta toma de
decisiones (tú entras, tú no) que descarta y privilegia, que da y
que quita. Por eso es necesaria una sabia lectura, una interpretación
correcta de lo que supone el alcanzar o no una meta, ganar o perder
un partido y, mucho más aún, de lo que ello supone para un chico o
una chica de 11 años, para un niño que apenas acaba de aterrizar en
este planeta. Espero que ninguno de los 18 niños que empezaron el
trabajo y no acudieron a la cita en Segovia, haya inferido que esta
negativa es personal e inmutable, pues muchas veces lo que se premia,
y lo que se castiga, no es sólo el binomio talento-trabajo sino, y
sobre todo, las horas (y la calidad de éstas) que le han dedicado al
baloncesto o al deporte en términos generales.
Ahora
bien, retomo el concepto de éxito en estas edades apelando a la
vocación educativa con la que nació en baloncesto en la fría costa
este de los Estados Unidos (la búsqueda de una actividad física
reglada que pudiera desempeñarse en el interior de un recinto), la
sana sensación de dar el cien por cien, de jugar concentrados
únicamente en la tarea que nos concierne, sea ésta cerrar una línea
de pase, buscar al compañero libre o atacar el aro. Éxito, y me
pongo de pie para citar a John Wooden, es esa “paz interior
alcanzada sólo a través de la satisfacción personal de saber que
hiciste el esfuerzo de la mejor manera posible”.
Pues
bien, nosotros, ayer, tras toda una serie de circunstancias, además
de conseguir el objetivo, ganamos. Ganamos porque fuimos honrados con
nosotros mismos, porque le hicimos comprender a los rivales que no
les regalaríamos nada y porque entendimos, desde el primer momento,
que en este deporte, por mucho que a veces nos someta a criterios de
selección, sólo se puede triunfar, triunfar de verdad, actuando
unidos y como un equipo.
Sí,
fuimos un equipo. Incluso para animar a las chicas y dar guerra en el
autobús. Ahora, Izan, Guillermo, Javi Pérez, Rubén, Alberto, Javi
San Francisco, Dani, Sergio, Pablo Torres, Pablo García, Ángel y
Miguel, sólo os queda seguir trabajando, cosechando éxitos
ejercicio a ejercicio, entrenamiento a entrenamiento. El baloncesto
nos ha brindado esta oportunidad y, sólo por eso, estaremos en deuda
con él durante toda la vida. Paguémosla poco a poco, con tesón y
espíritu de superación.
P.D.
Quisiera extender el agradecimiento a los colegios y clubes que nos
prestaron la información de sus jugadores, a los padres que siempre
estuvieron pendientes de sus hijos y, por supuesto, al cuadro técnico
con el que he compartido estos meses, a Pablo y Eva como entrenadores
del equipo femenino y, muy especialmente, a Manuel Rodríguez por su
confianza y por la experiencia que nos ha aportado así como a Fernando
Merchante por su papel como guía y planificador de un proceso, el de
la preparación de la selección masculina, al que pongo punto y
final plenamente satisfecho.
Os dejo
unas cuantas fotos y más tarde subiré algunos enlaces.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
2 comentarios:
Algunos sabemos el esfuerzo y el entusiasmo que le habéis dedicado de manera altruista a esta actividad. Era frecuente veros a pie de pista en frías y gélidas mañanas para observar y presenciar algunos partidos, a los que cualquier bisoño en la materia calificaría de "intranscendente". No es menos cierto que algunos, sobre todo los padres, teníamos miedo que esta actividad pudiera producir un poco de sobresaturación en chavales de 11 años (partidos escolares, algunos en competiciones autonómicas, Fanatic Minis, entrenamientos con sus equipos). Evidentemente estos temores en ningún momento se los hicimos saber a nuestros chicos y más aún si sus resultados académicos seguían siendo magníficos y no se veían resquebrajados por este cúmulo de actividades. Pero los chavales, han afrontado la actividad del PRD con una ilusión inusitada y en eso algo habrá que reconoceros a los "conductores" de la misma.
A ver si hubiera la suerte de que algún chaval tuviera la suerte de vivir alguna convocatoria de Castilla y León, porque supondría un extra de motivación importante. Miguel ha tenido la inmensa suerte de vivir la experiencia de un campus con la preselección en Llano Alto (Béjar)donde descubrió algunos de los entresijos de este inigualable deporte; también estuvo en la última concentración y jornada de tecnificación de la selección del 2002 en Olmedo. Y para él es un recuerdo imborrable, independientemente de lo que llegue después. Es cierto que también puede suponer un extra de responsabilidad, que a un chico de 11 años hay que intentar mitigársela. De momento, y hablo por mí, sólo veo en mi hijo que la ilusión por este deporte crece día a día, pese a que, como parece lógico de la "rebeldía" de esta edad, ellos piensan que a lo mejor podían haber aportado algunas cosas más con las cualidades que atesoran o que podían haber tenido algo más de protagonismo. Pero para esos ya estamos los padres y los entrenadores para hacerles saber que hay que disfrutar cada momento de este juego y como me recuerda muchas veces mi hijo, parafraseando a Magic Johnson "una canasta hace feliz a una persona y una asistencia a dos". Tanto Ferchi como tú habéis sidos dos grandes "asistentes".
¡¡Felicidades!!, no solo por los resultados si no por la calidad de los procesos y, lo mejor, la calidad de las personas. Un abrazo.
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