En el marco de las colaboraciones, menos habituales de lo que me gustaría por la falta de tiempo, con www.jordanypippen.com, le dediqué unas líneas al recuerdo de uno de mis ídolos de infancia. Y es que para un niño de siete años no era fácil identificar las acciones meritorias que hoy reconozco como aprendiz de entrenador y sí, en cambio, la manera profesional y pertinaz con que Oscar Schmidt Bezerra golpeaba una vez tras otra, la red del conjunto rival.
Espero que disfruten, si no lo hicieron ya en su momento, con la lectura del artículo
"Nunca
estuve tan cerca de un genio. Figurada y literalmente. En el espacio,
en el tiempo y también en esa otra dimensión que viaja en el
interior de cada uno de nosotros, la empatía. Él era mi primera
búsqueda en la Revista Gigantes y la principal motivación para ver
partidos ACB en los noventa. Él era, y finalizo el soliloquio, Oscar
Schmidt Bezerra.
Sin
embargo, nada tiene que ver el Oscar que yo conocía, aquel que
apuraba sus últimos años de baloncesto en Europa jugando en
Valladolid, con el Oscar que ya para entonces era un ídolo en el
país futbolero por excelencia, en el paradójico Brasil del todo o
la nada. Su estatura y su punto de gravedad excesivamente elevado
actuaron como mecanismos de selección, pero hicieron falta muchas
horas de entrenamiento para que estas cualidades pudieran lucir en la
cancha. Y es que no le llaman a uno “Mano Santa” por ser alto,
apuesto y espigado. En su camino desde Natal a Sao Paulo, durante su
periplo por las canteras de grandes equipos de Brasil como el
Palmeiras, se sucedieron miles y miles de lanzamientos en solitario o
con la inestimable ayuda de quien hoy es su mujer".
Continúe leyendo AQUÍ
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
0 comentarios:
Publicar un comentario