Os
anticipo que no tengo muy clara mi postura sobre el debate que voy a
exponer. No sé si es mejor que todos paguemos lo que sólo unos
pocos quieren ver o que esos pocos paguen por lo que quieren ver
dejando que una parte de esos pocos se queden sin poder verlo.
Supongo que todo pasa por una derivada de la teoría de juegos, de
una negociación entre agentes interesados en la que no es posible
que todos ganen. Bueno, en realidad no, esto sí que lo tengo claro,
en esta negociación ni los muchos ni los pocos están llamados a
intervenir. Es una cuestión de una, dos o a lo sumo tres empresas,
de un único oferente y muy pocos demandantes (cada vez menos). ¿Y a
los pocos y a los muchos qué les queda? Joderse y aguantarse o
adaptarse a las condiciones.
Concreto
y doy nombres. Una organización, la Euroliga, alias “el oferente”,
oferta los derechos de emisión de su producto (luego hablaremos del
producto) país por país (con “independencia” de Cataluña, cuya
televisión “pública” tiene contrato por dos años más). En
España, el año pasado hubo dos cadenas que emitieron partidos para
el conjunto de España. Una, Marca TV, desapareció el pasado 31 de
julio por deudas no atribuibles, más allá de en su parte
proporcional, al pago de los derechos de la Euroliga. La otra,
Teledeporte, se apuntó al carro en las rondas finales para emitir,
básicamente, los partidos del Real Madrid. Pues bien, estas
soluciones de urgencia nos condujeron a la situación actual y a un
final del verano y principio de otoño sin acuerdos cerrados. Y en
éstas apareció Digital Plus, el gran conglomerado mediático de
nuestro país, el producto más ambicioso de la extinta Sogecable,
alias “el Imperio del Monopolio”, ahora PRISA TV, y sueño húmedo
del también fallecido Jesús de Polanco, para hacerse con los
derechos de la Euroliga por tres años imponiendo ciertas condiciones
como la no coincidencia de fechas entre los partidos de Real Madrid y
F.C. Barcelona. No crean que la negociación fue muy dura, qué va,
el ente público apenas presentó oposición. Bastante tiene con no
hundirse en ese mar de lágrimas que representan sus cuentas, en ese
baño de dignidad que creen darse rellenando tiempo de pantalla con
resúmenes de la Champions y tertulias de chascarrillo.
Y en el
medio de este tango a media luz entre el único oferente y el único
demandante nosotros, los consumidores de un producto que nos apetece
degustar y que, sin embargo, se encuentra instalado en el medio de
paquetes de compra muy diversos que incluyen, tal vez, productos
secundarios que pueden no interesarnos. Porque parece evidente que el
“todo gratis” ya no se sostiene, que si están en cuestión
derechos básicos y universales como el de la sanidad, la educación
o las pensiones, no parecería lógico que quedaran garantizados
estos más triviales, pero oigan, me pongo en pie para criticar que
el amante de la Euroliga acarree el peso de la financiación del
hockey hielo, la vela o la hípica y viceversa. Digital Plus no
termina de atajar correctamente esta cuestión. Sólo el amante del
fútbol tiene sus propios canales, su itinerario de pago y disfrute a
medida del consumidor. Sin embargo, las opciones de “deportes” se
convierten en un cajón de sastre en el que todo entra, aunque quizá,
debiéramos estar por ello agradecidos (ya adelanté que no tengo muy
clara la cuestión).
Pero, ¿y
al baloncesto?, ¿qué le conviene al baloncesto? Cuanta más barato
sea el acceso a los contenidos mejor, ¿no? De esta manera
contribuiríamos a la difusión de sus valores, de su riqueza, del
espectáculo que a nosotros, los aficionados, nos vuelve locos y
emociona. Pues qué quieren que les diga, tampoco tengo esto muy
claro. Creo que la labor de captación de potenciales consumidores de
baloncesto se hace en las canteras de los clubes y en los patios de
los colegios. Es ahí donde el fútbol, por su simpleza natural y su
adaptación a los más pequeños, se abre paso y empieza a sembrar su
dominio. Pero a un televidente, habitual consumidor de Sálvame y
derivados, también de fútbol cuando juegue la selección o su
equipo, qué más le da que emitan el baloncesto en abierto o en un
canal de pago si ni siquiera contempla la opción de ver un partido.
Ahora bien, cómo le vende un padre de clase media las bondades de
este deporte a su hijo si los mejores productos le están vetados por
su precio, si no puede sentarle en sus rodillas para ver juntos un
partido de calidad y decirle de vez en cuando “Ése es Kevin
Durant, y es una máquina”.
Termino
y sigo sin tenerlo claro. Disfrutaré de la Euroliga gracias a que mi
padre es un buen amante del deporte y a que entre mi hermano y yo
supimos convencerle de que las decenas de euros que gastamos en esta
plataforma de pago serían una buena inversión para nuestro tiempo
de ocio. Sé que los profesionales del Plus, por su categoría y
trayectoria, nos deleitarán con buenas realizaciones y narraciones,
pero no sé, en determinados momentos me acordaré de ese padre que
no puede pagar para ver la Euroliga y, aún más, de ese hijo que
crecerá sin saber cómo juegan al baloncesto los mejores jugadores
del mundo.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS (hoy más que nunca)
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