Hijo
único de padres exitosos, ricos, y famosos, proyecto innegociable de
estrella y protagonista involuntario de escenas bochornosas en alguno
de los salones más elitistas del país. Grant Hill no decidió nacer
en el seno de una familia bien, en el marco de una pintura real donde
las reuniones con los amigos se posponen indefinidamente pues la
única cita que importa es la que se tiene apalabrada, sin fecha ni
hora, pero mejor pronto que tarde, con la gloria. Sin embargo, ahora
que ha colgado para siempre las botas y, mientras ojea las fotos de
sus dieciocho años de carrera junto a su esposa Tamia y su hija
Myla, él mismo se da cuenta de su condición privilegiada. A pesar
de las presiones.
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