Entre
calizas desgastadas por la erosión sobre las que los pinares
intentan abrirse paso se hallan, aunque no siempre visibles,
manantiales de agua dulce que manan a borbotones de la tierra para
llenar de vida todo lo que encuentran a su paso. Un caso
paradigmático de este hechizo de la naturaleza se da en el
nacimiento del río Segura, una surgencia kárstica que desafía, sin
necesidad de entrar en análisis profundos, a uno de los más básicos
axiomas de la ciencia moderna, el principio de la gravitación
universal.
A
escasos kilómetros de uno de los principales nudos hidrográficos de
la Península Ibérica, entre montañas que se debaten entre las
luces y las sombras, se encuentra Santiago de la Espada, una pequeña
localidad que, durante la Reconquista, actuó como fuerte fronterizo,
como avanzadilla de los reinos cristianos y empalizada de contención
frente a una posible reacción musulmana. Pues bien, en este bello
borrón que algunos mapas ni siquiera contemplan me encuentro también
yo en el ejercicio de unas cuestiones académicas que me han alejado,
al menos por unos días, del día a día del baloncesto, de los
entrenamientos y partidos y también de los cólicos nefríticos y
placeres que le son propios.
Alejado
que no olvidado. Con una rudimentaria conexión a Internet, sólo en
medio de una enorme sala, a las dos horas cuarenta minutos de la fría
madrugada santiagueña y mientras veo, a través de la ventana, pasar
a unos hombres que no parecen perseguir ningún bello ideal, sigo las
evoluciones de Boston Celtics en un sexto partido que hace sólo unos
pocos días se había tornado improbable. Aunque pudiera parecer
bucólico, la realidad dice que perdemos de dieciséis y que mañana
tocan diana temprano. Aun así, a falta de veintidós minutos de
juego descarto apagar el portátil y subir a la habitación. ¿Podría
acaso perdonarme tan indigna ofensa a un equipo que se ha levantado
cuantas veces ha caído? ¿Soportaría la incertidumbre de no saber
si acaso es éste el argumento de una nueva remontada?
Desde
un punto de vista pragmático, las horas de sueño hipotecadas, el
descanso aplazado y las ojeras terminales, son, simplemente,
absurdas. Nuestros familiares más cercanos y menos imbuidos en la
pasión lo suelen resumir con las siguientes palabras: “Si a ti ni
te va ni te viene” o “si ellos no te dan de comer”. Como es
imposible convencerles de lo contrario lo mejor es resumir el
sentimiento de frustración con un “tú no lo puedes entender”.
Y es
verdad. Ellos no lo pueden entender. No entienden ni de baloncesto,
ni de sentimientos. Les compadezco tanto como ellos pueden hacerlo
conmigo. Seguramente más. Y es que la vida sin filiaciones, sin
sentimientos irracionales, sin identificaciones absurdas, no es vida.
Es otra cosa. Más alemana. Menos española. Menos estimulante.
El
tercer cuarto languidece entre triples de los Knicks y arrebatos de
honradez deportiva y grandeza por parte de Kevin Garnett. Al parecer
Paul Pierce está dolido de un codo y no se esperan recuperaciones
milagrosas. En este contexto podría empezar a preparar el epitafio,
a buscar palabras ingeniosas y cargadas de gratitud para despedirme
de estos señores del parquet que lucharon con denuedo para que los
Celtics recuperasen viejas sensaciones, aquéllas de los sesenta o de
los ochenta, cuando la NBA no podía entenderse sin ir acompañada de
la marca de la franquicia del trébol.
20
abajo. Fin. Los Celtics han muerto. Recojan el cuerpo y no dejen
rastro. Mañana toca regresar a Salamanca. Buenas noches.
P.D. (20 horas después). Un parcial de +22 situó a los Celtics cerca de la victoria. Por supuesto, pese a haber publicado minutos antes este post yo seguía despierto para verlo. Mantuvimos la fe, pero la gasolina no daba para más. Hacen falta cambios profundos. El orgullo no basta.
P.D. (20 horas después). Un parcial de +22 situó a los Celtics cerca de la victoria. Por supuesto, pese a haber publicado minutos antes este post yo seguía despierto para verlo. Mantuvimos la fe, pero la gasolina no daba para más. Hacen falta cambios profundos. El orgullo no basta.
Entrada relacionada: Adiós Muchachos
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
2 comentarios:
Eso es la vida, encontrar, perder, y seguir buscando. Creo que han sido muy muy dignos perdedores, personalmente creía que caerían antes.
Bien jugado.
Love that amazing and unique photograph mentioned above.
luton valet parking
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