In God we trust







Si sigues a Mark Jackson en Twitter (@JacksonMark13) no sabes si estás “foloueando” (me adelanto a la prole y su estúpida tendencia de españolizar cualquier vocablo inglés en vez de esforzarse en traducirlo) al tercer máximo asistente de la historia de la NBA o a un reverendo. De hecho, el entrenador de los Golden State Warriors complementa su semana laboral siendo el pastor del True Love Worship Center International en Van Nuys, California, y en cada uno de sus mensajes de 140 caracteres es habitual encontrar alguna alusión a Dios o a la Iglesia.



Curiosamente, durante el pasado mes de junio se conoció que el entrenador le había pagado 5.000 dólares a un viejo conocido que responde al nombre de Shaw a cambio de unas fotografías y copias de correo electrónico que pondrían de manifiesto una presunta infidelidad de Jackson. Es decir, el moralista entrenador habría sucumbido ante la tentación hecha carne de una dama en un local de Nueva York y, a cambio del silencio de un potencial delator (y chantajista), accedió a pagar una suma nada desdeñable de dinero. Curiosamente, tiempo después, Mark Jackson decidió poner en conocimiento del club el soborno y, finalmente, el tal Shaw, terminaría pagando 25.000 euros. Para más inri, tras cometer un par de robos con violencia (quizá para pagar la multa) aún paga su pena en prisión. Jackson, por su parte, pese a haber violado uno de los principios más sagrados del matrimonio, mantiene su unión con su esposa Desiree, se convirtió en pastor y menciona a Dios en cada discurso mientras ordena los cheques de varios cientos de miles de dólares que recibe cada mes. La justicia terrenal castigó a un pobre malhechor. La justicia divina no parece haber tomado represalias con el pastor.



No, salvo que consideremos la lesión de David Lee como un castigo. El “4” de raza blanca ha sido la principal referencia anotadora en el frontcourt de los chicos de la bahía. Un mal apoyo le condujo a la rotura del flexor de la cadera izquierda y, probablemente, salvo que la temporada se alargue mucho y los plazos se recorten en la misma medida, no verá pista hasta una vez concluido el verano. A cambio, ya se sabe que Dios es justo y misericordioso, Andrew Bogut se ha reencontrado con un estado de salud que apenas recordaba. Gracias a sus nuevas piernas y, alentado por la oportunidad de brillar en las grandes citas, este número 1 del draft en el año 2005 parece otra vez ese pívot dominante, viva imagen del Zar Sabonis, que nos deleitó durante su periplo en la Universidad de Utah, sí, donde habitan los mormones. Si ya les digo yo que esto es cuestión divina. 





¿O acaso no está tocado por los dioses ese chico de Ohio que, vestido de calle, podría parecer un simple mortal como nosotros? Cuánto hubiera disfrutado Andrés narrando sus triples imposibles (ratatatatatatatatata) y sus asistencias de ensueño, recordando a su padre, Dell Curry, al que apodaba “muñequita linda” o deleitándose con esa sonrisa que a Stephen, como al resto de jugones, se les escapa por la comisura de los labios como si nada. 





Desconozco la confesión de los jugadores de los Warriors, no sé si visitan con asiduidad el templo o si su templo es otro y huele a cerveza. Lo cierto es que los de Oakland juegan con convicción y fe en sus posibilidades. Entienden lo que su entrenador les puede aportar y se sienten protegidos por su figura, casi tanto como éste se siente seguro bajo el manto de Dios.



Aunque mi fe, toda la fe que pueda profesar un escéptico cada vez más nihilista como yo, sigue estando puesta (hasta que nos entierren por última vez) en Pierce, Garnett, Green y los duendes que habitan en el Garden, he de decir que llevo toda la temporada enganchado al carro de los Warriors. Les adelanto que no tiene nada que ver con Dios, salvo que Dios se haya hecho carne, que vaya usted a saber, en Stephen Curry o Klay Thompson.



Pasen buena semana y no se olviden de rezar cada noche. A Dios, a Juanito, a Messi o a Scarlett Johansson. Quizá así apaguen la tele, el whatsapp, o el propio twitter durante un minuto. 



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO

1 comentarios:

Explorador dijo...

Otro que se ha convertido. Sé que no es el mejor, pero es al que más me gusta ver jugar. Y aunque Denver me gusta mucho, ojalá estos GSW lleguen muy lejos. Este año y los siguientes. Futuro tienen.

Pagar la multa, desaparecer las pruebas, denunciar. Ese entrenador sabe lo que se hace xD

Un abrazo :)

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