Los
domingos por la noche son como los amigos de toda la vida. Parece que
no están pero siempre llegan puntuales para escucharte y decirte, no
lo que quieres oír y sí, en cambio, lo que la realidad impone. Es
decir, que mañana es lunes. En mi caso particular las noches de los
domingos coinciden con el epílogo de un par de jornadas teñidas del
color anaranjado del balón de baloncesto. Sirva, de paso, la
redundancia, para enfatizar esa sobredosis de pantalones cortos y
choques de manos sin la cual muchos no podríamos vivir. Pero claro,
cuando el efecto de la droga se consume (aunque de fondo tengo un
Clippers-Thunder) llega el momento de la reflexión.
En
realidad esta entrada viene habitando en mi cerebro junto al resto de
funciones primarias y algún que otro proyecto de modesta enjundia
durante varias semanas y aunque se publicará en un blog de
baloncesto su contenido es general e, incluso, si alguien recoge el
guante, generalizable. Se trata de que quienes exponemos públicamente
nuestra vanidad dejando por escrito nuestros torpes pensamientos,
reflexionemos sobre nuestro papel, la necesidad que nos impulsa a
publicar y, sobre todo, acerca del tiempo que algunas personas
dedicáis en la lectura de algo que se parece a un diario, pero que a
diferencia de éste, no es ni secreto ni instransferible.
Decía
Scott Fitzgerald, representante inmortal de la generación perdida,
una hornada de escritores norteamericanos de indudable calidad
literaria, que él hablaba desde la autoridad que le concedía el
fracaso (en contraposición a Hemingway que hablaba desde la que le
concedía el éxito). Si esto lo decía el autor de El Gran Gatsby
entonces la autoridad de quien os escribe es simplemente ilimitada. Y
como la mía, la de muchos.
Entiendo
aquello del derecho a la información, aquél que nos permite hacer
un juicio crítico sobre diferentes temas. Comprendo, claro, el
derecho a tener una opinión y a difundir un pensamiento. Sin
embargo, interpreto que pese a la ausencia de reconocimiento
explícito existe también un derecho a reservarse la opinión, a
callarse cuando nada se tiene que decir. Ante la ausencia de filtros,
la calidad media de los artículos publicados impunemente en esa
ventana abierta al mundo que es la red es escasa.
Si en
determinadas circunstancias hasta un tonto hace un reloj lo mismo se
puede decir del universo bloguero. La única defensa del usuario pasa
por ser selectivo, pero ante el exceso de oferta queda también el
hastío. Normalmente, el gestor de este tipo de diarios electrónicos
empieza en esto para probar, pero, más a menudo de lo deseable, un
par de elogios de malos amigos les conminan a seguir enfrascados en
la humilde tarea de aburrir.
Dado
que es éste uno de esos blogs y, además, a veces habla de
baloncesto, mi preocupación se asienta sobre la desmesurada oferta
de literatura relacionada con este deporte. Decía Alonso Quijano,
entre otras muchas cosas, “que se hable de uno, aunque sea para
mal”. Ojo, no decía que se hable de uno, aunque sea de mala
manera, con pobreza de estilo y sin fundamento. Se refería a que es
bueno estar en boca de la gente, llegar a las masas. Pero claro, ya
que intentamos vendernos, vendámonos bien.
Sé
que roza el cinismo criticar la banalidad con la que a menudo se
habla de baloncesto en pleno ejercicio de escribir por escribir, pero
creo que es necesario hacer una llamada a todos aquéllos que
inundamos el ciberespacio con elementos decorativos de latón.
Últimamente escribo poco. No lo he hecho por velar por la calidad y
sí por falta de tiempo e inspiración. Aun así, ante el aluvión de
artículos, crónicas, entrevistas o panegíricos uno ya no sabe ni
dónde ni cómo meter baza.
Que se
hable de baloncesto, sí, pero con criterio, buen gusto y buena pluma. Lo dice
alguien dotado de una gran autoridad. La que me da el fracaso.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
4 comentarios:
Jugón!
Muy bueno. Pero discrepo, la autoridad te la dan tus argumentos, tu intento de ser lo más pulcro posible expresándote y tus puntos de vista suelen ser siempre sugestivos.
Un abrazo, y sigue disfrutando del basket :)
Añadir publicidad ayuda a la inspiración.
Creo que con conocimientos mediocres se llega a un baloncesto mediocre. Pero tienes tiempo de mejora... o no
Sin acritud
Antonio
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