“Él
puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje
engañar, él es realmente un idiota”. Estoy convencido de que,
de haberla conocido, muchos jugadores de los años 60 y 70 hubieran
utilizado esta frase de Groucho Marx para referirse a uno de los
grandes jugadores de su generación, un Rick Barry que entendió su
venida a este mundo como una ocasión única para buscar la
perfección y castigar la mediocridad.
El
aterrizaje se produjo en Elisabeth, New Jersey, en el seno de una
familia de clase media-alta y en un ambiente dominado por el amor a
los deportes, especialmente el baloncesto y el béisbol. De hecho, al
joven Rick siempre le entusiasmó la idea de poder imitar a su gran
ídolo Willie Mays, en cuyo honor decidió portar el número 24 a sus
espaldas. Con sólo 13 años Barry estaba considerado como el mejor
pitcher del condado y, además, como uno de los mejores bateadores.
Por este motivo, durante uno de los encuentros que disputó con su
instituto, Rick se enfrentó a su entrenador por no emplearle como
bateador: “¿Por qué tienes jugando a chicos que golpean la bola
una vez de cada seis, si yo puedo hacerlo una vez de cada dos?”.
Claro, el castigo no se hizo esperar y en el siguiente partido sólo
lanzó dos veces, motivo suficiente para dejar el equipo y hacerle un
enorme favor al baloncesto. Y es que mucho se puede argumentar
acerca de su arrogancia y prepotencia, pero poco en contra de su
calidad y capacidad de sacrificio. Probablemente el béisbol perdiera
a un prodigioso pitcher y a un más que notable bateador. Lo que es
seguro es que el baloncesto ganó a un alero capaz de anotar,
rebotear y pasar, un all around player al que el mítico entrenador
Lou Carnesecca comparó con Mozart o Picasso y al que muchos
definieron como Larry Bird antes de que existiera Larry Bird.
(Si deseas seguir leyendo este artículo publicado el pasado miércoles 23 de enero en www.jordanypippen.com pincha AQUÍ)
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
Cual es el bueno alli? jeje
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