A
Dusko Ivanovic se le podría reconocer de lejos entre una multitud.
Su prominente barbilla, sus pómulos definidos y sus ojos ligeramente
hundidos, constituyen un rostro muy personal, una faz que encaja a la
perfección con su personalidad y manera de entender la vida.
Montenegrino
de cuna, Dusko madura como jugador en el mejor club de su país, el
Buducnost, antes de dar el salto al equipo más poderoso de Europa a
finales de los 80 y principios de los 90, la Jugoplastika de Split.
Allí, bajo la batuta de Maljkovic y junto a talentos de la altura y
el nombre de Toni Kukoc, Dino Radja o Velimir Perasovic cosechará
dos Copas de Europa antes de hacer las maletas y venir a parar a
España (Valvi Girona). Poco amante de las pesas, todos sus
compañeros hablan maravillas de su fondo físico y de su disciplina
para mantenerse siempre en una buena condición. No en vano fueron
sus magníficas piernas las que le permitieron martillear partido sí
partido también, los aros de las mejores canchas de Europa con un
tiro en suspensión quizá no muy académico, pero sí muy efectivo.
Sólo la enorme competencia en su puesto le impidió formar parte de
la generación de jugadores yugoslavos que cosechara Eurobasket,
Mundial y Eurobasket en el trienio más espléndido que ha conocido
una selección europea en la historia de nuestro deporte y que se vio
truncado por el estallido de una guerra llamada a dividir pueblos,
religiones y talento en base a muchos motivos muy poco convincentes.
En su
paso por Girona nos dejó grandes actuaciones, anotaciones asombrosas
y una lección constante de profesionalidad y amor al baloncesto.
Alfred Julbe entendió enseguida que por sus venas corría el virus
que todo entrenador posee, el no siempre saludable veneno que te
impulsa a vivir el deporte más allá de los límites razonables.
Pronto, en Suiza (Fribourg Olympic y selección nacional), más
tarde, en Francia (Limoges), y finalmente en España (Caja Laboral y
Regal Barcelona) su carrera como técnico empezó a adornarse de
éxitos que poco o nada tuvieron que ver con la casualidad o el azar
y sí con la constancia y la firme creencia en el valor del esfuerzo.
Dusko
Ivanovic jamás se concedió a sí mismo un tiempo muerto. En su
vocabulario no existen huecos vacíos para palabras como
autocomplacencia, excusa o rendición. Su disciplina férrea, admiten
varias personas que trabajaron con él, ayuda a que las plantillas
que dirige se mantengan unidas. Fortalece al grupo, lo cohesiona ante
la necesidad de defenderse del tirano que tienen por entrenador. Por
eso, tal vez, encajó enseguida con el ideario del principal
responsable de los éxitos del Caja Laboral en las dos últimas
décadas, un Josean Querejeta que más allá de posibles errores de
gestión, representa el mejor ejemplo de dedicación máxima a un
objetivo y a una entidad. Seguro que no le fue fácil a Josean decidir
que era el momento de despedir a Dusko, de tomar una nueva senda y
desmarcarse de más de diez años (con el paréntesis del período en
Barcelona) en los que el club vitoriano pareció una prolongación,
una imagen reflejada sobre el parqué de los ideales de un técnico
que ya no está, que se fue y al que sólo el tiempo juzgará de
manera fría y objetiva.
Zan
Tabak, otro ex de la Jugoplastika, intentará transmitir su forma de
entender el baloncesto a una plantilla hipotecada que, o bien puede
sentirse liberada por la marcha de Dusko, o bien puede sentirse
huérfana de su particular acicate. A Ivanovic, por su parte, me lo
imagino dedicándole el tiempo del que todos estos años su familia
se ha visto privada a sus seres queridos, visitando algún museo y
viajando siempre, absolutamente siempre, con una libreta en el
bolsillo de atrás del pantalón en la que dibujar un esquema
táctico, improvisar una frase relacionada con el baloncesto o
recuperar un recuerdo que el tiempo intentará borrar. No sé si
diría esto de haber jugado bajo sus órdenes, pero como no ha sido
éste el caso...
GRACIAS
DUSKO POR TU DEDICACIÓN AL BALONCESTO Y MUCHA SUERTE EN TUS PRÓXIMOS
PROYECTOS.
P.D. Algunos aficionados del Baskonia reconocen que hay un punto de inflexión en la vida de Dusko que dulcifica su carácter y relativiza su manera de afrontar su profesión. Este punto de inflexión pudo venir marcado por su "fracaso" en Barcelona y, también, y más probablemente, por la grave enfermedad de su mujer en 2011. En el vídeo, desde luego, Ivanovic no parece ser ningún ogro.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
Juanjo!!! Eres un crack!
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