El
delantero centro fue asesinado al atardecer. Así tituló Manuel
Vázquez Montalbán a una de sus novelas, a otra más de sus obras del
género policíaco y de misterio. No sé si por atardecer se refería
a esta nueva época del fútbol marcada por el negocio y la
especulación, el marketing y el merchandising, si era acaso una
simple metáfora del prolongado languidecer de aquello que empezó
siendo puro deporte. Lo cierto es que el nueve si no está muerto,
está en la UVI, y si no lo mataron fue porque antes se suicidó al
no querer adaptarse a los tiempos modernos que exigen mayor
polivalencia y menor especialización. Ahora, aunque algunos
reivindiquen con razón que se trata de un producto del pasado (Di
Estefano en el Madrid de las cinco copas de Europa, Cruyff en el Ajax
de los 70 o Tostao en el Brasil del 70 ya hicieron las veces de
falsos delanteros), lo que se lleva es jugar con falso nueve, con un
nueve mentiroso, con un maestro de la distracción que igual aparece
entre líneas para asociarse que se desmarca a la espalda de la
defensa para fusilar al portero.
Y
perdónenme la comparación y el símil futbolístico, pero qué
quieren que les diga, veo ciertos paralelismos entre la figura del
nueve y la del cinco, la del delantero centro y la del pívot de toda
la vida. Ambos son seres peculiares que responden a un patrón
similar en cuanto a que son, por definición, finalizadores, hombres
de área o de zona que viven para rematar la jugada o para coger los
rechaces. Por ello es habitual, aunque no siempre es así, que sean
individualistas y que muchas veces, algunas con razón y otras no, se
sientan ignorados por unos compañeros que parecen pasarse el balón
sin tener en cuenta su presencia. Es habitual que en los tiempos
muertos el pívot reclame “balones dentro” y que en la rueda de
prensa de final de un partido (por ausencia de tiempos muertos y
porque no podemos escuchar lo que ocurre en el vestuario) el
delantero se queje amargamente de la ausencia de balones. Y es que,
estando muy bien aquello del trabajo sucio y del jugar para el
equipo, lo de intimidar en defensa y poner bloqueos en ataque o lo de
presionar la salida y caer a banda para posibilitar la entrada de los
jugadores de segunda línea, lo cierto es que tanto el delantero como
el pívot son seres que necesitan protagonismo. Protagonismo y
cariño, añadiría yo, para no caer en una profunda depresión que
suele repercutir en el descenso de su rendimiento (“no le entran
los goles” o “la falla hasta debajo del aro”) y en una
putrefacción generalizada del ambiente dentro del equipo.
Curiosamente,
este verano que expira legará para la historia el caso de dos
selecciones que asesinando la figura del nueve y del cinco dominaron
sus respectivos deportes y se alzaron finalmente con el trofeo de
campeones. Me refiero a la selección nacional de España en la
Eurocopa y al combinado estadounidense de baloncesto en los Juegos
Olímpicos de Londres. Por mi ignorancia en todo lo referente al
fútbol y por mi osadía en aquello que tiene que ver con el
baloncesto me centraré en este segundo logro, el de la selección
dirigida por Mike Krzyzewski.
Coincidirán
conmigo cuando afirmo que el quinteto que mejor defendía y que más problemas
le causaba a los equipos rivales era el conformado por Chris Paul,
Kobe Bryant, Kevin Durant, Lebron James y Carmelo Anthony, es decir,
el integrado por un base y cuatro aleros. Con ellos en pista los
espacios se multiplicaban en ataque y la agresividad (defensa por
delante en el poste bajo, líneas de pase más cerradas, uso de
manos) alcanzaba niveles óptimos en defensa. Lo hicieron jugando sin
pívots, sin referencia interior, rompiendo con las normas más
sagradas del catecismo. Mi opinión es que no lo hicieron por dogma o
principios y sí porque de esta manera sus cinco mejores jugadores
podían estar al mismo tiempo en cancha. Lo hicieron porque lo poco
que perdían (rebote o intimidación) era compensado con creces por
lo mucho que ganaban (ventajas en uno contra uno, espacios,
lanzamiento exterior, intensidad defensiva, capacidad de
contraataque). Pudieron hacerlo, claro, por la superioridad técnica
y física de sus jugadores y por lo disuasorio (para posibles
acciones de ayuda) del acierto que mostraron desde el perímetro.
En el
baloncesto actual el juego de “cinco abiertos” es una excepción.
Lo practican equipos de formación para fomentar las habilidades más
básicas de un jugador (juego uno contra uno, lectura de las ayudas,
jugar la espalda de los defensores), se ve en los parques y, como
mucho, en la disposición inicial de algunas jugadas muy concretas en
equipos de élite, pero nunca como una filosofía de juego. Yo estoy
convencido de que a pesar del éxito de la selección norteamericana,
la norma seguirá siendo el jugar con al menos un interior que pueda
distribuir juego, cerrar las defensas, anotar cerca del aro y
rebotear. No por romanticismo y nostalgia y sí porque son muchos los
que creen, yo también, en la necesidad de que el balón llegue a las
proximidades del aro al menos una vez en cada ataque.
El
tiempo dirá si este verano habrá supuesto un antes y un después en
la concepción de ambos deportes. Yo, de momento, sólo creo que
tanto Del Bosque como Krzyzewski se limitaron a alinear a sus mejores
jugadores entendiendo que el genio y el talento están por encima de
sistemas y mandamientos. Sus triunfos, los de España y Estados
Unidos, no han de representar necesariamente un cambio de tiempo o la muerte definitiva de esos seres peculiares llamados delanteros
centro o pívots, pero sí dejan, en cambio, en el aire, un mensaje
que tonto el que no lo quiera leer: Los tiempos cambian y se puede
ganar sin nueve y sin cinco. ¿Acábense, por tanto, los nueves y los
cincos? No, pero recíclense. Por si las moscas.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
5 comentarios:
Si, estoy de acuerdo. También influye el hecho de que cualquiera de esos aleros podría jugar por dentro si se requiriera, aunque pasaron muchos problemas contra uno de los mejores. Pero, esta vez, se lo podían permitir.
Un saludo :)
Buen artículo
Yo creo que has aprovechado un título llamativo para montarte un artículo, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid.
No hay ningún paralelismo, todo muy forzado, forzadísimo...
BURGOS
BURGOS, eres un notas. Siempre que te leo por aquí es para poner a parir. Por favor, para eso ahórrate el comentario. Juanjo, cómo se presenta la nueva temporada? yo después de rollos en mi club, dejo el cadete masculino ( que pasan a junior de primer año) con el que ganamos la liga y fuimos al C.España y me paso al Junior Femenino. Lo más atractivo del equipo es que una cadete de primer año es de las tres mejores jugadoras de España y que parece que no va a jugar en cadete. Además tenemos al 1ºNacional bastante bien y varias junior van a ir ayudando al equipo y bueno, creo que la final a cuatro la jugaremos y a ver si podemos rascar algo...
Muy buen artículo. Creo que USA no necesitaba de un cinco. Lebron, Carmelo, Durant...y si me apuras Kobe, pueden postear teniendo en cuenta que siempre alguno de ellos tenía ventaja física sobre su par.Los espacios que generaban los cuatro aleros, el 1x1 de todos ellos, una gran defensa y un espectacular acierto de 3, las claves para mí.
Sin duda estoy de acuerdo. Tanto en lo de USA como en lo de España.
Me centro en el basket.
Si bien, creo que un buen juego interior es definitivo para ganar ligas, todo depende de tus fichas (jugadores). Coach K, puso lo mejor que tenía y lo defendió como pudo a base de calidad. No es un entrenador que me guste en absoluto, creo que infrautiliza a sus suplentes, y que es un auténtico robot en cuanto a lectura de partido, pero si es cierto que lo más correcto con esa plantilla era usar a Lebron de interior o a Carmelo, teniendo en cuenta que su mejor pívot (Love), juega muy abierto en la NBA.
No creo que esto cambie nada en el baloncesto, porque mientras sigan naciendo gigantes como Chamberlain, Jabbar, Olajuwon, Duncan, Shaq o Howard, lo más inteligente es jugar un baloncesto equilibrado (dentro/fuera) con alto porcentaje de tiro, y eso solo se consigue con un jugador dominante en la pintura.
Estoy seguro que de haber tenido a un Romario o Pelé, o Ronaldo (No cristiano) en España, del Bosque hubiera puesto un 9, pero es que esos delanteros solo se crían en Brasil, de modo que puso lo mejor que teníamos que no es poco.
En el caso de USA, fueron las lesiones de Howard, Bosh, y Blake, que aunque ninguno es tan bueno como los aleros de las finales, son una referencia que coach K, no hubiera despreciado.
En definitiva, hay que jugar con lo mejor que uno tiene, porque las reglas están para romperse, pero sin duda la fórmula tradicional no falla si las piezas son de calidad. No hay más que ver las plantillas de las dinastías: Boston, LAL, SPURS, Rockets.... Solo Jordan consiguió hacer una dinastía con un equipo sin pívot dominante. Veremos si LeBron lo consigue.
Pero si yo fuera propietario de una franquicia... Mi primer fichaje sería un pívot de calidad.
Saludos!
Publicar un comentario