Junio
es un mes especial. Es prólogo y epílogo, alba y ocaso, hola y
adiós. Es un salón de entrada con vistas al deseado verano, pero
también una especie de finisterre en el que es inevitable echar la
mirada atrás. Este junio, como siempre, va de finales. De finales de
curso, de finales de ciclo. De finales tristes, pero también
felices. De finales que son el final y de otros que son sólo el
principio. Lo que es seguro es que, al menos el baloncesto, aún nos
tiene que deparar varios de éstos inciertos.
El
deporte de la canasta apura los últimos acordes de su genial
melodía. Este año, es cierto, nos regalará un bis en Londres, pero
no sabemos, aunque lo esperamos, si la cita olímpica logrará estar
a la altura de los regalos que nos viene haciendo durante todo este
año. Hagan memoria, si no, y recuerden esa canasta de Printezis que
puso el lazo dorado a una remontada digna de cualquier epopeya
griega. O las sorpresas con las que nos obsequiaron Real Madrid y
Perfumerías Avenida en los respectivos trofeos coperos. Por no
hablar de lo mucho y bueno que se está pudiendo ver en los playoffs
de la NBA en una temporada a la que habrá que quitarle para siempre
el asterisco del lockout.
Pero
no se trata de hacer balance. No, al menos, todavía. No cuando aún
se encuentran en juego las dos competiciones más importantes de la
esfera basket. Desde hoy, y quizá hasta que se dispute un quinto
partido, se pone en juego la hegemonía en el territorio español
entre las dos marcas más reconocibles de nuestro deporte y,
probablemente, de nuestro país. Real Madrid y Barcelona miden
fuerzas y comparan sus particulares virtudes enfrente de un espejo
detrás del cual, esperemos, estén millones y millones de
aficionados. Los de Laso jugarán a ser más y los de Pascual
intentarán que todo parezca menos. El Madrid buscará ser más
rápido, más alto y más fuerte, es decir, jugar en campo abierto,
anotar en la zona y controlar el rebote. El Barcelona, por su parte,
intentará minimizar todas las aptitudes del conjunto blanco apelando
a su mayor cualidad, la defensa. Si hiciéramos caso a la máxima
baloncestística de que los ataques ganan partidos y las defensas
campeonatos deberíamos ir entregándole el trofeo a los de Pascual.
Por fortuna, a Laso también le salen las cuentas. Le bastará con
que su colección de talentos le ganen en inspiración a un Navarro
al que no sabemos muy bien cuánto le están afectando sus repetidas
lesiones.
En el
otro lado del charco, en esa sucesión de noches mágicas que a modo
de aurora boreal iluminan nuestras casas de madrugada, las finales de
conferencia han ido cogiendo forma. Se disputaron ya los quintos y
habitualmente decisivos encuentros. Para sorpresa de todos, al menos
en la Conferencia Este, ganaron los visitantes. Los jóvenes
traviesos de Oklahoma City de la mano de su cuarteto mágico de
cuerda en el que no debemos dejar de incluir a Ibaka y los viejos
rockeros de Celtics que, siguiendo una partitura un poco más
emborronada, siempre consiguen reunir la admiración de todos los que
les seguimos. Consiguieron, ambos, ganar tres partidos consecutivos
con todo lo que ello implica. Demostraron que es posible ajustar
sobre el ajuste y prever lo que el entrenador rival puede diseñar.
Ganaron Thunder y Celtics. Ganaron Brooks y Rivers. Ganaron Durant y
Harden, Pierce y Garnett. Lo dicho, con diferentes registros y modos
de hacer. Apelando a patrones opuestos que, si logran cerrar las
eliminatorias, veremos colisionar en una Final que no por inesperada
dejaría de albergar grandes dosis de interés.
Llega
el final. El ganar o el irse a casa. Se siente ya el calor de las
caldeadas atmósferas que tanto en el Ford Center de Oklahoma City
como en el TD Banknorth Garden de Boston se están cociendo a fuego
lento para recibir a Spurs y Heat, los a priori favoritos que ahora
sienten la necesidad, imperiosa, de ganar para jugar la Final. De
ganar, para que no sea el final.
UN
ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
Enhorabuena Juanjo por la victoria de Boston. Me alegro, pero ahora falta lo más difícil: rematar. Qué bonita sería una final San Antonio - Boston, como final de dos grandes ciclos.
Abrazos.
Dani Legend
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