No conozco a todas las personas que queriendo, o sin querer, aterrizan a diario en este blog. No sé si entre ellas se cuentan adolescentes embarazadas o mujeres maduras abandonadas por sus maridos que se marchitan viendo Falcon Crest. Espero que no. Pero quién, en cambio, no ha habitado, en determinados momentos de su vida, a veces segundos, a veces años, en la posada del fracaso donde no hay consuelo ni ascensor y en la que, a través de la ventana, se ve la vida pasando como un huracán. Pues bien, aceptando que esto es así y teniendo en cuenta que ayer mismo comenzó el cuarto mes del año, sólo os pido que si sacáis un sucio calendario del bolsillo no gritéis aquello de “quién me ha robado el mes de abril”.
Sería toda una lástima. Más aún tras comprobar de qué manera empezó esta treintena llamada, según el refranero popular, a acabar con todos los problemas derivados de la sequía que nos acecha y amenaza.
De la sequía salió Ros Casares en la tarde del 1 de abril. El equipo valenciano había remado muchas veces hasta morir en la orilla y ayer, por fin, conquistó el título más prestigioso del baloncesto femenino en Europa. Lo hizo ante un Rivas Ecópolis que se empeñó en hacer soñar a sus seguidores durante una semana que recordarán toda su vida. Para el equipo madrileño ésta era su enésima final. Llevaba ganando partidos decisivos desde hace más de un mes y sólo en el último, la superioridad manifiesta del equipo de Valencia dejó a las de Miguel Méndez sin argumentos. Me alegro por muchas de sus jugadoras y por la familia Ros, quien siempre apostó fuerte por el baloncesto femenino. No lo hago tanto por su modelo de gestión y por una General Maganer, Carmen Lluveras, amante de la crispación y el enfrentamiento.
Tampoco quiso esperar a fin de mes Kobe Bryant para reivindicarse después de su mal partido frente a los Hornets en el que falló sus quince primeros tiros. En marzo el escolta de Philadelphia había firmado un 30 por ciento de acierto que rebajó su media anual hasta un pobre 42,5, sólo superior al que registró en su año rookie. Así, anoche, frente a unos débiles Warriors, Kobe firmó 40 puntos en una más que brillante serie de 16 aciertos en 28 intentos que pone de manifiesto su fortaleza mental y su capacidad para superar los malos momentos. No será esta actuación de Kobe la que solucione los problemas estructurales de unos Lakers que sufren muchísimo para imponerse ante rivales aparentemente débiles. Sinceramente no veo a los de oro y púrpura compitiendo contra los talentosos atletas de Oklahoma City ni contra los veteranos jinetes que a lomos de su experiencia, y de la mano de Popovich, surcan cada jornada el río San Antonio soñando con revivir tiempos mejores. Abril dirá.
Es más, abril ya habló. Y dijo que no es momento, todavía, para enterrar a los señores de verde. Esos que de la mano del Bob Cousy negro, del sucesor de Jason Kidd en el arte de los triples dobles, Rajon Rondo, caminan orgullosos olvidando que ni Jeff Green, ni Jermaine O´Neal, y tampoco Chris Wilcox, podrán vestirse de corto esta temporada, asumiendo que Ray Allen todavía deberá esperar unos días para pisar el parqué por una lesión en el tobillo y siendo conscientes de que Mickael Pietrus aún debe someterse a numerosas pruebas antes de que los médicos le den el alta después del golpe que se dio contra el parqué del Garden en un partido reciente. Rotación de siete. Bradley en el dos. Garnett en el cinco hablando y defendiendo por todos. Rivers en el banquillo haciendo magia sin varita. El Garden rugiendo como si Larry Bird estuviera a punto de salir por la bocana del vestuario. Pierce con la mano tonta y defendiendo como cuando cada verano se juega el honor jugando unos contra uno en su California natal. Y si todos esos elementos se funden en uno tenemos un señor equipo de baloncesto al que ni Wade, ni Lebron, menos aún Bosh, (secado literalmente por el mejor Kevin Garnett de los últimos años) pudieron plantarle cara. ¿Podrán los chicos de Boston, por los que nadie daba un duro antes del All Star, recuperar su mejor juego y plantarse en las Finales de Conferencia? Lo sabremos en mayo. Pero abril dará muchas pistas.
Y no confusas pistas, sino más bien certezas concretas, nos dejará la final del torneo universitario que se disputa esta próxima madrugada en la Península. Dos de los programas más importantes de la historia miden sus fuerzas en el Superdome de Nueva Orleans. Así, si 8 presencias en la final y 3 campeonatos son los avales de los Jayhawks de Kansas, 10 intentos y siete victorias son los de los Wildcats de Kentucky. Pero la historia no juega esta noche. Sí, en cambio, Anthony Davis (próximo número 1 del draft), Michael Kidd Gilchrist (posible top 5) o Doron Lamb, entre otros por los de Kentucky y, principalmente, Thomas Robinson (casi seguro top 3) por Kansas. Mucho trabajo tendrá éste para frenar a los forwards de los Wildcats habituados a jugar por las alturas de los pabellones. Sin embargo, el 0 de Kansas no es un ala pívot cualquiera. Además de manejar las dos manos y de ser un reboteador insaciable, su fortaleza mental le eleva a niveles pocas veces vistos en el nivel universitario. Se enfrentan, también, dos concepciones de equipo. La de Calipari, entrenador de Kentucky, pasa por reclutar a los mejores jugadores de instituto para, en un único año, formar un conjunto ganador, sabedor de que pronto cogerán el tren hacia la NBA. Bill Self, en cambio, cuenta con un quinteto titular conformado por cuatro jugadores juniors (tercer año) y otro más en edad senior. Sus rookies, freshmen como se les conoce en terminología NCAA, chupan banquillo y aprenden de los jugadores veteranos esperando su momento. Esta noche podremos comprobar qué modelo resulta el ganador. Esta noche asistiremos, casi con toda seguridad, a más de un “shining moment” para la posteridad. Nueva Orleans es garantía de ello. Abril también. Que no nos lo roben.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
1 comentarios:
Exacto, que no nos roben los buenos momentos, el disfrute y el esfuerzo...lo demás...bueno, ganar y perder suelen estar cerca.
No he seguido mucho la NBA este año, pero supongo que los favoritos de siempre estarán dejándose llevar en espera de que empiece la guerra.
Enhorabuena a Ros Casares.
Un saludo :)
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