Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
es Don Dinero.
(Primera estrofa de Poderoso Caballero es Don Dinero de Don Francisco de Quevedo)
De Raúl y de dinero. No se hablaba de otra cosa al sur de los pirineos y al este de la raya portuguesa en este anticiclónico viernes del mes de marzo que agoniza. De Raúl por marcar dos goles. De dinero por la insana costumbre de hablar del que no está presente. El fútbol y la crisis monopolizan los diarios. Ellos se llevan todas las portadas y sobre ellos se escriben todas las columnas. Es lógico. Al fin y al cabo el fútbol consiste, en esencia, en dar patadas a una pelota mientras que la política, causa primera y última de la actual crisis, ya sea por acción o por omisión, no deja de ser una reunión de pelotas a los que, en ocasiones, les meterías una patada en el culo. Y aunque no de patadas, y sí de pelotas, versa mi último desvarío mental, hete aquí esta introducción que ya no pienso borrar (por muy políticamente incorrecta que sea).
En realidad el párrafo anterior no es baladí. No se trata de un circunloquio sin mayor fundamento, sino de una forma, como otra cualquiera, de encabezar el tema del que quiero hablar. Por si no lo habéis intuido ya, os diré que pretendo escribir de baloncesto femenino, de Ros Casares y de Rivas Ecópolis, de los dos finalistas de la Euroliga Femenina.
El grupo Ros Casares nace al derecho público en 1954 como una compañía dedicada al trabajo del acero. Tras numerosos avatares (compras, ventas, fusiones,...) Ros Casares es, hoy en día, un grupo empresarial que asume todas las funciones de elaboración, distribución y venta de sus productos, así como los servicios de atención al cliente y postventa. Su mercado es básicamente nacional, aunque también opera en Francia y Polonia. Su vinculación con el baloncesto empieza en 1999 cuando la familia Ros asume el control del antiguo C.B. Godella. Tras repetidos éxitos entre los que se cuentan siete copas de la reina y siete ligas, la Euroliga, máxima competición continental, se ha convertido en una verdadera obsesión. Con este objetivo la dirección técnica del club comandada por su manager, Carmen Lluveras, se propuso, durante el pasado verano, hacer un gran esfuerzo para conformar un equipo ganador. Una plantilla con nombres como los de Lauren Jackson, Maya Moore, Sancho Lyttle, Ann Wauters o Silvia Domínguez sólo puede aspirar a lo máximo. Más aún tras la decepción que supuso para el club perder en la final de la Copa de la Reina contra Perfumerías Avenida. Para Ros sólo existe un resultado posible y ése es la victoria. Por el momento Ekaterimburgo, Spartak y Wisla han podido comprobar lo afilados que están los dientes de las valencianas. El domingo es la gran cita.
Y no será contra Fenerbahce o Galatasary, anfitriones y favoritos. Será contra Rivas, ese equipo mezcla de guardería (Anna Cruz, Laura Nichols) y cementerio de elefantes (Elisa Aguilar, Amaya Valdemoro) que, en la periferia de Madrid, parecía estar condenado a jugar un papel secundario siempre a la sombra tanto de Perfumerías como de Ros Casares. Rivas y Ros son dos proyectos antitéticos. Al menos en su configuración e idiosincrasia. Así, si el equipo valenciano está respaldado por un fuerte aporte de capital privado, el principal soporte económico del equipo madrileño pasa por un patrocinio público que busca dar visibilidad a la apuesta del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid (gobernado por Izquierda Unida) por un desarrollo sostenible.
Sin embargo, aunque necesario y poderoso, el dinero no lo es todo. A las 19,45 horas del próximo domingo se hablará sólo de baloncesto. Lejos quedarán las opciones políticas, los recortes e, incluso Raúl. En Estambul, la puerta oriental de Europa, Rivas y Ros se medirán frente a frente para hacerse con el galardón más preciado del baloncesto de clubes fuera de la WNBA. El ganador sucederá en el palmarés al Perfumerías Avenida. El baloncesto español, inexplicablemente fuera de los Juegos Olímpicos de Londres, está de enhorabuena. Nuestras chicas han superado infinidad de barreras. Unas relacionadas con la supremacía de otros deportes. Otras, relacionadas con el género, que no se superarán del todo por muchos éxitos que consigan en la cancha. No, si los medios de comunicación no se hacen eco de los mismos. No, si a la hora del partido, Teledeporte emite patinaje artístico.
Pero ésa es otra historia. Como la de Raúl o los recortes. La importante es la que están escribiendo tanto las jugadoras como los cuerpos técnicos de Ros y Rivas. La que viene marcada en sudor y sangre. El sudor y sangre de estas guerreras del parqué que, en el caso de Rivas, han roto todos los pronósticos. Aunque debería decir aquello de “que gane el mejor” no puedo ocultar, por aquello del modelo y la simpatía que profeso hacia la mayoría de sus jugadoras, que quiero que gane Rivas. Otra cenicienta escribiendo su cuento. Veremos si el zapato estaba hecho a la medida.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
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