Afirma de sí mismo que era un futbolero más en la España de las cartillas de racionamiento, de la autarquía y del fundamentalismo religioso. Ello hasta que se cayó del caballo toda vez que asistió a un partido de baloncesto. Ello hasta que comprendió de qué manera su trabajo podría sobrevivir al paso del tiempo.
Es curioso, nació un 20 de noviembre, cuarenta y siete exactos años antes de que muriera el dictador bajo cuyo mandato cosechó la mayor parte de sus éxitos. Pero no, no busquen tres pies al gato, ni una puerta rotatoria tras la chimenea. Pedro Ferrándiz y, por ende, el Real Madrid de los años sesenta y comienzos de los setenta no necesitaron ayuda alguna para gobernar con puño de hierro el baloncesto nacional y continental de la época.
Vio la luz en Alicante, en plena Costa Blanca, donde a distancia estudió el curso de entrenador nacional y bajo cuyo mando el Frente de Juventudes ganó el torneo de la provincia para finalizar terceros en el Campeonato de España. Orgulloso y maquiavélico, Ferrándiz se negó a que sus jugadores formaran parte de la selección de Alicante por haberle sido negado el cargo de entrenador. Desde entonces está sancionado por la Federación de baloncesto. Sonríe al recordarlo. Creo que ya le vais conociendo.
Pedro Ferrándiz no se conformó con vivir del baloncesto. Antes de asentarse como entrenador del Real Madrid trabajó en un programa de radio en Alicante enmascarado bajo la careta del "duende del basket" y desde el anonimato golpeó a diestra y siniestra a entrenadores, jugadores y directivos.
No fue casualidad, tampoco, su aterrizaje en Madrid. En la época en que Cela ambientaba su gran obra La Colmena, ya se sabe que quien tenía padrino se bautizaba. Llegó a la capital como mecanógrafo y a través del secretario de la federación se puso en contacto con Raimundo Saporta. Y hasta aquí el tráfico de influencias y las trapicherías. A mediados de los cincuenta y como encargado de varios equipos de las categorías inferiores del Real Madrid, empezó a sumar títulos para el conjunto blanco.
¿El secreto? El mismo que el de Auerbach y Russell, el de Riley y Magic o el de Jackson y Jordan. Pequeñas gotas de genialidad aderezadas con método y disciplina para evitar que éstas se evaporen. Ferrándiz fue un pionero. Hasta su llegada la defensa individual fue eso, individual. Con él llegaron a la Europa occidental (la Europa del este era de otro mundo) las defensas de ayudas, los entrenamientos diarios y la profesionalidad dentro y fuera de la cancha. Era un baloncesto muy diferente. Los hombres altos eran de 1,95 y a los jugadores americanos había que ir a buscarlos a su casa ya estuviera ésta en Minnessotta (Wayne Brabender) o Washington (Walter Szczerbiak).
De su paso como entrenador basten unos números para hacernos a la idea. Doce ligas, once copas del rey y cuatro copas de europa (con tres subcampeonatos) bien pueden eclipsar su gran borrón, el undécimo puesto de la selección en el Europeo de Georgia de 1965, borrón que demuestra que Ferrándiz necesitaba tiempo para hacer funcionar como una maquinaria perfecta a sus equipos, hecho que a su vez pone de manifiesto lo poco amante que era de establecer grandes cambios en sus equipos. Es Pedro Ferrándiz, no hay duda, una mezcla de Guardiola y Mourinho. Permitidme este símil futbolístico ahora que está tan en voga este primitivo deporte (de nuevo haciendo amigos). De Guardiola presentaba el amor por los pequeños detalles, por mantener la motivación al tiempo que apenas alteraba la identidad del grupo (los fichajes sólo se planteaban para cubrir alguna baja o a algún jugador que iba haciéndose mayor). Sin embargo, la ausencia de falsa modestia, más bien su desbocado ego adornado por esas pinceladas de genialidad le sitúan más cerca del portugués del que bien podría haber tomado ese mote inglés. Sí, el de "The Special One".
Os lo argumento. Seguro que muchos de vosotros conocéis la historia de la autocanasta. Jugaba el Madrid los cuartos de final de la Copa de Europa de 1962 contra el Varese el partido de ida de la eliminatoria en cancha italiana. El marcador dibujaba un empate que habría conducido el partido a la prórroga cuando el entrenador del conjunto blanco ordenó a Lorenzo Alcocén, uno de sus jugadores, que anotara en su propia canasta. El Madrid perdió por dos aquel partido, pero se evitó una paliza mayor en el tiempo extra. Finalmente, en el partido de vuelta vencerían por 17 puntos y accederían a semifinales. Pues bien, las declaraciones recientes de Pedro Ferrándiz indican lo orgulloso que se encuentra por haber ordenado aquella acción en beneficio de un vacío reglamentario. Y hasta ahí es todo normal. Pero para el alicantino aquella acción fue mucho más que una decisión acertada e ingeniosa, fue "un favor que él mismo le hizo al baloncesto al poner de manifiesto esa laguna legal que posibilitaba tal aberración". Pero no os confundáis, no critico el hecho de que la modestia no fuera una de sus virtudes, más bien alabo que su ambición le condujera a seguir innovando, a hacer del baloncesto cada día un juego más vivo.
Dejó el banquillo blanco porque los títulos le salían por las orejas (frase literal dicha por él) y regresó al club como director deportivo en diferentes épocas mostrándose irreverente y caprichoso. Negociaba como entrenaba y si no recordemos, entonces, cómo arregló con Joe Arlauckas su renovación. "Le dije que cogeríamos una servilleta cada uno para escribir en ella la cantidad que nos pareciera razonable. Yo, en la mía, puse OK y él, por suerte, sugirió una cifra asumible".
Pero más allá del Real Madrid, Pedro Ferrándiz ha hecho de sí mismo una figura que supera los límites del club e incluso del propio deporte. En clave deportiva ha sido reconocido en multitud de ocasiones. De hecho, el alicantino es miembro de los dos salones de la fama, el de Springfield y el de la FIBA, situado en Alcobendas porque así lo quiso su viejo amigo Boran Stankovic, entonces presidente de la Organización, en su honor. En el ámbito civil también ha sido reconocido con diferentes distinciones fruto, principalmente, de la labor social que realiza su fundación que si bien está orientada hacia la promoción del baloncesto, también juega un papel dinamizador en diferentes órdenes culturales y educativos.
Un gigante camuflado bajo una pequeña figura. Un fanfarrón que nunca le ocultó al mundo lo bueno que era. Una figura histórica de los banquillos. Un ser hecho a sí mismo que si a alguien o a algo amó en su vida fue al baloncesto. Otro de los contados portadores del secreto. Un hombre que sabía demasiado. Don Pedro Ferrándiz. Larga vida al rey.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
2 comentarios:
Como siempre gran entrada profe (lo digo porque tenemos mucho que aprender de tu forma de escribir los que nos dedicamos a esto del mundo bloguero).
De Ferrándiz poco que decir que no se ha dicho ya, o que tu no hayas mencionado. Me quedo con la frase del video "el mejor embajador del basket español"
Un saludo crack!!!
Así es amigo, el mejor embajador del baloncesto español. Lástima que Díaz Miguel no pueda seguir haciendo esa labor, porque entonces serían los dos mejores.
Nos leemos. Por cierto, esta entrada también se puede leer en www.elblogdejordanypippen.blogspot.com (sección leyendas)
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