Cuerpos diseñados para jugar al baloncesto. Ídolos desde su más tierna infancia. Mujeres mareantes a cada paso. Millones de dólares por castigo. Toneladas de talento no siempre administradas por cerebros a la altura de las circunstancias.
Michael Beasley es sólo otro ejemplo más de cientos. Y no es éste precisamente un virus actual. Ya a finales de los setenta los equipos mostraron una enorme preocupación por los altos índices en cocaína que presentaban numerosos jugadores de la liga.
Junto con la firma del convenio que ha estado en vigor hasta el pasado 30 de junio se cambió la política de vigilancia de drogas. Todo ello porque a finales de los 90 el asunto estaba en auge habiendo sido pillados en posesión de sustancias prohibidas jugadores del caché de Allen Iverson (éste incluso con un arma), Marcus Camby o Isaiah Rider.
Sin embargo, a pesar del endurecimiento de las reglas, el siglo XXI también se ha visto salpicado por casos como el de Josh Howard, Corey Blount o Chris Andersen por citar sólo unos pocos. De hecho, el viejo amigo de Michael Jordan, Charles Oakley, afirmó en 2001 que si a su llegada a la liga, en 1988, fumaban marihuana un diez por ciento de los jugadores, en su última etapa esa cifra ascendía al sesenta por ciento. De hecho, fue a principios de la pasada década cuando unos Blazers plagados de figuras optaron por ser recordados en los libros de historia no como un equipo ganador y sí como los míticos "Jail Blazers" con Rasheed Wallace, Damon Stoudamire y Ruben Patterson como principales implicados en la posesión de drogas. ¿Qué pensaría el bueno de Sabonis al compartir vestuario con estos angelitos?
Y tan duro como llegar a la fama es abandonarla. El tiempo pasa y es muy duro ver cómo tus mejores años de baloncesto van quedando atrás. Shawn Kemp o Stephon Marbury son los principales ejemplos de lo duro que resulta dejar de ser una estrella sin tener un plan "b" en la recámara.
Relataba, hace ya unos meses, la tragedia que supuso para su familia y para toda la liga la soprenderte muerte por sobredosis de cocaína de uno de los cuerpos más atléticos que ha dado el baloncesto universitario. Pero si Len Bias nos dejaba en 1986, no hace falta remontarse tanto en el tiempo para encontrar el paradigmático caso de Eddie Griffin, quien en pleno proceso de rehabilitación en el centro de desintoxicación dirigido por John Lucas perdió la vida al saltarse un paso a nivel y ser arrollado por un tren de la Union Pacific. Podéis hacer conjeturas.
¿No os preguntáis lo que podriáis haber hecho con sus geniales cualidades, lo que habriáis pagado por haber sido deportistas de élite? Ojo, no nos engañemos, la mayor parte de los jugadores de la NBA son esforzados trabajadores que se pasan los veranos cuidando su cuerpo y acondicionándolo para una temporada muy dura. Sin embargo, aquellos que no son capaces de asimilar el infinito salto de la nada al estrellato y de la miseria a la riqueza terminan por enseñarnos el camino equivocado, dándonos envidia por no habérsenos permitido gozar de un talento tan especial. Seguro que ni tú ni yo lo hubiéramos malgastado.
Yo, con los ojos cerrados, les cambio su talento por unos gramos de marihuana. Con sus condiciones no estaría escribiendo este blog en una habitación de Salamanca, lo estaría haciendo desde Las Vegas. Pero tranquilos, con un vaso de limonada.
P.D. Se siguen esperando propuestas relacionadas con el anterior post "Salvemos el Baloncesto". Está en tus manos.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
2 comentarios:
Bah estos tios tienen de todo y yo ni talento, ni marihuana. Que mal repartido está el mundo
Es difícil encontrar la felicidad cuando lo tienes todo, y demasiado pronto, y lo digo en serio, no me he drogado. Así que cualquier cosa que proporcione un escape puede ayudar, supongo. Tampoco me dan mucha pena ;)
Saludos :)
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