Lisboa, ese atlántico paraíso, vía de escape para los franceses de la resistencia huidos en Casablanca durante la II Guerra Mundial, es ya historia. Bilbao, principal puerto del Cantábrico y nexo de unión entre la Península Ibérica y el norte de Europa es el presente. Y no es que pretenda enterrar a aquellos que un día como mañana martes, hace doce años, cosecharon el mayor éxito del baloncesto español de formación. Nada más lejos de mi intención.
Se trata más bien de todo lo contrario. No de olvidar y pasar página. Sí de rememorar y de soñar con más y fecundos éxitos. La Generación del 80 tiene digna sucesora, aunque el triunfo de la nueva hornada no haya implicado vencer a alguno de los mejores jugadores universitarios de Estados Unidos o a la Argentina de los Scola, Nocioni y compañía.
Sin embargo, durante estas dos semanas, España ha impuesto no sólo su calidad, sino también su carácter a través de un estilo de juego que ha mezclado con armonía el olor a barniz del viejo baúl con los aires de modernidad de una defensa individual activa y solidaria en las ayudas y generosa en el esfuerzo que es la que nos ha permitido correr con alegría y disfrutar con el baloncesto en transición.
Orenga nos ha dado una lección. Tras varias experiencias previas que hacían dudar de su capacidad, la gestión de su plantilla en la que todos los jugadores han podido sentirse importantes y un libro de jugadas amplio y variado han convertido a este grupo de jugadores en un equipo indefendible.
Y al igual que en la generación del 80 varios nombres destacan de entre este elenco de jugadores que han devuelto a nuestra cantera de baloncesto al lugar que le corresponde. Es más, me atrevo a afirmar que no había en aquella selección de Lisboa un jugador tan completo como Nikola Mirotic.
Vino de Montenegro, un país que nació al Derecho público en 2006, y ha demostrado ser mucho más que un gran jugador ofensivo. Capaz de anotar un gancho, un aro pasado o de manejar ambas manos con destreza jugando al poste bajo, su juego de cara al aro, su capacidad reboteadora e intimidadora le sitúan en la senda de ser una auténtica estrella. Y no confundan lo que voy a decir con una herejía ni pretendan quemarme en la hoguera, pero dudo mucho que Dirk Nowitzki fuera mejor que Niko a sus 20 años.
El Raúl López de esta selección también juega en Badalona y se llama Josep Franch. Más allá de su rol de líderes en sus particulares promociones, poco tienen en común. Franch es un osado maestro del uno contra uno con muelles en los tobillos y capaz de dar asistencias de fantasía. Raúl era un director de orquesta, el capitán, mejor tirador y más virtuoso a la hora de finalizar con una canasta o una asistencia.
Y no querría olvidarme del resto de jugadores que han hecho un gran campeonato y que tampoco han de envidiar a los Felipe Reyes, Dramec, Germán Gabriel, Carlos Cabezas,... que nos hicieron soñar una tarde de julio de 1999. En la Generación del 91 sólo se echa de menos a un rubiales de 2,13 capaz de meter triples y de botar el balón como un alero. Y mira que lo he buscado en el mismo lugar del banquillo que en aquel verano del 99 ocupaba un tal Pau Gasol. Bueno, tampoco he visto a ningún Navarro.
UN ABRAZO Y ENHORABUENA A LAS SELECCIONES SUB 20 DE BALONCESTO
3 comentarios:
Estoy contigo en aquella selección del 99 había muy buenos mimbres, como luego ha quedado demostrado, pero ninguno tan completo como Mirotic.
Raül López, yo estoy de enhorabuena por el regreso de Harry Potter a la ACB... Lastima sus lesiones!!!
Para mi la selección del 99 fue superior en comparación a esta. Básicamente xq esta me parece pelín mediocre ofensivamente cuando no está Mírotic sobre el parqué. Eso si han hecho un gran trabajo, que unido a un nivel para mi escaso en las otras selecciones ha significado una victoria más que merecida.
Pienso que si, que hay futuro, pero no tanto como lo había por aquel entonces, ojalá me equivoque.
Me alegro de que ambos seamos fans de Raúl López, el jugador en el que siempre me fijé a la hora de empezar a practicar este deporte.
Y sí, Fer, aquella selección tenía mucho más fondo de armario como bien dices, pero ninguno apuntaba tantas maneras por entonces como ahora hace Niko Mirotic.
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