El Masnou, 1848. Un pescador otea el horizonte como viene haciendo durante los últimos veinticinco años cada mañana antes de iniciar la faena con la intención de saber cómo de bravía está la mar. Sin embargo, un ruido desconocido cautiva su atención. Gira sobre sí mismo y dirige su mirada hacia el interior, hacia los campos de cultivo y las laderas tapizadas por encinas y alcornoques. Ve una máquina humeante dirigirse a una velocidad inusitada en dirección a la frontera. El ferrocarril había llegado a España y en 58 minutos recorrería la distancia comprendida entre Barcelona y Mataró. No paraba en El Masnou, de hecho muy pocos conocían aquel pueblo.
El Masnou, 2011. Los hoteles están repletos durante cuatro meses al año y, en temporada baja, los turistas de la tercera edad aprovechan cualquier ventana de buen tiempo para exponer sus lechosos cuerpos al sol. Muchos campos de cultivo fueron abandonados tras la llegada de esas máquinas de vapor que favorecieron la implantación de una potente industria textil en la comarca. Ahora la pesca es un deporte y se hace por la noche cuando el bullicio abandona las playas para invadir los locales de fiesta. Nadie se detiene a mirar el horizonte porque se vive demasiado deprisa.
Miento. Hay un joven llamado Ricard sentado sobre los granitos desgastados y pulidos por el fiero oleaje de una costa conocida, no por nada, como brava. Él, al igual que el pescador, también tiene la vista perdida. Escucha de fondo ese cercanías que ahora sí hace parada en el Masnou y que habitualmente toma para dirigirse a la capital. No lo cogerá más. Tiene otras metas.
El futuro de ese chico de 20 años (no lo olvidemos) se presenta inquietante. Vivirá a más de mil quinientos kilómetros del Atlántico y a dos mil cuatrocientos del Pacífico. Tendrá que conformarse con el Mississippi y con la gran cantidad de lagos que jalonan la región que le acogerá toda vez abandone el pueblo. Los días de invierno en el Maresme le parecerán el paraíso cuando, pisando sobre dos metros de nieve, compruebe que el mercurio se ha congelado.
El cartel de "bienvenidos a Minnesota" le parecerá fina ironía. Pero no se trata de hacer amigos ni de convertirse en un ciudadano ejemplar. Ni siquiera es necesario sacar el perro de la vecina o tener huevos y aceite por si a alguien le hacen falta para hacer una tortilla. Se trata de jugar al baloncesto y la oferta de los Timberwolves ofrece motivos para soñar.
Kevin Love es el principal jugador de la franquicia, un reboteador insaciable, pero no una figura sobre la que construir tan siquiera una canoa. Michael Beasley es un anotador compulsivo como bien demostró en sus tiempos en Kansas State antes de llegar a Miami y decepcionar a todo el mundo por su indisciplina y su falta de cerebro. Wesley Johnson se dispone a afrontar su segunda temporada y, aunque ha dejado muestras de brillantez, tampoco parece que pueda ser una estrella de la liga. Del resto se puede destacar el estilismo de Wayne Ellington, escolta tirador de la escuela de North Carolina, el extraño caso de Darko Milicic, número dos de uno de los mejores drafts de la historia o la presencia de un siempre voluntarioso Anthony Randolph.
En cuanto a la competencia para el puesto de base se puede decir que es casi inexistente. Johnny Flynn (elegido en el número 6, una posición por detrás de Ricky, en previsión de que el catalán no diera el salto inmediato a la NBA) ha demostrado ser incapaz de liderar a un equipo y Luke Ridnour puede ser un buen cicerone y base reserva, pero no será, en caso alguno, un verdadero rival para la titularidad.
La suma de todos los elementos y, especialmente, su juventud nos permiten ser optimistas. Los Timberwolves pueden ser los próximos Grizzlies o Thunder, sobre todo si no malgastan la segunda elección del próximo draft (aunque se prevé uno de los peores de la historia).
El genio de El Masnou está preparado. Han sido dos años muy duros, pero tarde o temprano el aprendizaje acabará dando sus frutos siempre que, eso sí, Ricky se acostumbre vivir sin el sonido de aquel cercanías mientras recorre en avión, de costa a costa, los Estados Unidos de América del Norte.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
4 comentarios:
Bueno, por muy malo que sea el draft, algo bueno podrán pescar, espero ;) Creo que es interesante que Rubio y el proyecto global del equipo podrán crecer juntos, lo que favorecerá al gran Ricky, que está haciendo mala temporada, pero se debe a una crisis de crecimiento normal en quien con 18 años era base titular de un equipo campeón.
Una reflexión. Love rebotea much, pero no es suficiente para construir un proyecto. ¿Puede ser el caso de Felipe Reyes y su influencia en las sucesivas intentones de hacer un proyecto serio en el Madrid de basket?
Un saludo :)
me parece que subestimáis a Kevin Love. Me parece un magnífico jugador franquicia en el que girar un equipo a su antojo. Me parece que en la zona tiene el poder y encima tiene tiro. Creo que Ricky se puede hinchar a darle asistencias pero como le toque un Macmillan...no jugará mucho. Yo soy de los que cree que se va a dar una hostia en toda regla.
UnKasZ. Love me parece un buen jugador, pero no la estrella de un proyecto ganador. Buena mano, gran reboteador, buen tiro en medio gancho, mejor pasador de lo que podamos pensar. Está bien, pero no es un Duncan, un Garnett, un Olajuwon, un Shaquille, ni siquiera un Patrick Ewing o un David Robinson. Menos aún un Malone. Quizá un Barkley dentro de unos años, pero de éstos, los últimos se quedaron a verlas venir.
Yo estoy con el Explorador de que el juego de la NBA mucho más basado en el pick and roll alto le puede favorecer a un Ricky que va a jugar en una ciudad horrenda, pero en una franquicia hecha a su medida.
No comparto vuestra opinión. Es pronto para decirlo, pero Kevin Love tiene lo sufi para ser un Garnett ( recuerdo que sólo ganó el anillo cuando estuvo en el big Three), un Barkley ( aunque nos pueda la nostalgia) o un Robinson. Duncan, Shaq u Olajuwon son palabras mayores. Me da que tiene la cabeza bien amueblada y me gustaría verle en un equipo bien acompañado. El mismo Garnett hizo sus mejores números rodeado de un tal Sprewell y varios secundarios de lujo. No opino lo mismo de Blake pese al bombo que se le da. Aún no le he visto tirar un tiro de 5 metros. También es cierto que le he visto muy poquito pero creo que es sólo potencia.
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