La maldición del cinco




Hacía un día espléndido. No recuerdo la fecha exacta, pero sé que era mayo y que el sol lucía radiante. Una toalla cubría mi cara y secaba mis lágrimas. Entonces era portero del equipo de Trinitarios de fútbol sala y disputábamos la final de Salamanca en el pabellón Río Tormes. Y jugué fatal. Perdimos 6-2 y no paré un balón. Si no era el fin del mundo se le parecía. Los compañeros de equipo y los de clase me dijeron que no pasaba nada, pero sólo unas palabras me sirvieron de consuelo.

Todavía había que jugar la fase provincial. Nos esperaba el equipo de Santa Marta el fin de semana siguiente y el domingo después del partido recibí una llamada. Era mi tutor y encargado por entonces de los deportes en el colegio. Quizá él no recuerde aquella llamada, pero yo no la olvidaré por el resto de mis días. O al menos nunca olvidaré las siguientes palabras: "El próximo partido no entra ni un gol".

Y lo mejor de todo es que se cumplió. Ganamos 2-0 a Santa Marta y mi defensa me arropó en todo momento, aunque probablemente aquel día no habría hecho falta porque sentía que podía parar cualquier balón. Y jugamos la final y la ganamos y si aquello no era el paraíso también se le parecía.

Era un niño de 15 años que no entendía que un partido no es el fin del mundo. Y sin embargo, aun sabiendo que lo que puede pasar sobre una cancha no deja de ser una anécdota si lo comparamos con catástrofes como la de Japón o guerras como la de Libia, hoy me he vuelto a sentir mal por mi actuación individual y he envidiado a esos tenistas y golfistas que se someten a mucha presión, pero que al fin y al cabo sólo se tienen a sí mismos y no han de mirar cara a cara a sus compañeros cuando no todo ha salido según lo previsto. Y he envidiado también a quienes son capaces de relativizar o a los que juegan en el parque y sólo entienden el aspecto lúdico de este juego y que nunca deberíamos olvidar.

A todo esto, perdimos por cinco contra Carbajosa en el primer partido de la final. No hay nada decidido. Es cuestión de dejar la portería a cero en el próximo partido. Es cuestión de que no haga falta echar la moneda al aire controlando facetas que hoy hemos perdido: rebote defensivo, control de balón (pérdidas, una de ellas decisiva de quien os escribe) y porcentaje de tiros libres. Es cuestión de recuperar la fe y la confianza en el grupo y de no sentir lástima por nosotros mismos porque lo que realmente importa es el EQUIPO.

En referencia al título de este post, toda vez superada la maldición del 7 tras los dos goles de Villa ante la República Checa me atrevo a inaugurar una nueva maldición que resume brevemente mi fin de semana baloncestístico. Porque cinco fue también la diferencia por la que perdimos en el Centro Penitenciario de Topas el sábado por la mañana.

Llevo poco tiempo con el equipo de Calzada y no conozco bien a todos los jugadores, pero en este partido demostraron que son muy buenos y que saben competir. Quedé encantado con la actitud y eché de menos un par de entrenamientos más para que todos confiemos en el otro, para que empecemos a funcionar como equipo, como un todo. La mayoría debutaban en el trofeo y jugar en la cárcel fue un verdadero bautismo de fuego. Bienvenidos al Diputación. Espero poco a poco ir ganándome vuestra confianza.

Por otra parte, en lo relativo a la experiencia sólo puedo decir cosas buenas. Para los internos era un día muy esperado, para nosotros toda una lección de mucho más que baloncesto. Hay errores en el parqué que se pagan con un contraataque, pero hay errores en la vida que se pagan con la libertad.

Y para colmo los Celtics están en plena crisis de identidad con Doc Rivers enviando mensajes muy graves a la plantilla. "Nos hemos vuelto egoístas" decía tras perder en casa con los Bobcats. "Don´t feel sorry about yourselves, it´s the team what it matters" les inquiría. Pero no es tan fácil Doc. Ni siquiera para Kevin Garnett o Paul Pierce. Menos aún para mí. Pero lo intentaremos, porque nada está terminado. 

Os dejo con el vídeo de la mayor remontada de la historia de las finales que, al menos a mí, me sirve de inspiración para recuperar la fe y la confianza. Los de los Lakers mirad para otro lado si preferís. 

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS 

En el manicomio también hay esperanza




No quería hablar de los dos primeros partidos de Euroliga sin dejar de ver el partido del Barcelona que estaban redifundiendo en Teledeporte desde las dos de la tarde. Ha sido un partidazo, pero de eso hablaré más adelante.

Siento titular este post con algo que a alguno de vosotros os podrá parecer una anécdota, pero no lo he podido evitar. El señor (por decir algo) Pere Ferreras, encargado de narrar los partidos del Barcelona se dedicó a ver fantasmas en la actuación arbitral y a dudar de la profesionalidad de los colegiados haciendo una retransmisión más partidista de lo que se puede esperar de un canal autonómico. Así, utilizando el altavoz de la televisión pública se dedicó a hacer comentarios que dejan pequeñas todas las teorías de la conspiración que elaboraba el añorado Pedro Barthe cuando jugaba la selección española ante Grecia o Yugoslavia. Para rematar, tras un fuera de banda a favor del Barcelona que Sato, jugador del Panathinaikos protestó, no dudó en enviar un recado al jugador centroafricano afirmando textualmente: "En el manicominio también hay esperanza".

Y todo esto a qué viene. Pues a que es muy fácil ser elegante a la hora de ganar, pero muy difícil aceptar la derrota sin excusas y felicitar al rival. Más aún si como en Barcelona no están acostumbrados a perder ni al waterpolo. Xavi Pascual se quitó la máscara y en rueda de prensa se disfrazó de Mourinho para pedir respeto arbitral y ecuanimidad. Pronto hablarán del calendario. Siempre que no ganen, claro.

No quiero que lo accesorio camufle lo principal que, como siempre, para este blog, es el baloncesto. Más aún cuando los cuartos de final de esta Euroliga nos están dejando verdaderos clásicos de coleccionista.

Todas las eliminatorias están empatadas, aunque el cuádruple 1-1 simplifica en exceso todo lo que ha sucedido durante esta semana de gran baloncesto europeo. Caja Laboral lo ha fiado todo al acierto en el triple, pero los israelíes han dominado el rebote en ambos partidos. El acierto en el triple gana partidos, pero el control del rebote gana eliminatorias, así que Dusko tiene trabajo.

Entre Panathinaikos y Barcelona tras 40 minutos de juego sólo ha habido una diferencia de cuatro puntos a favor de los griegos. El partido puede resumirse en dos luchas: una entre Xavi Pascual y Zeljko Obradovic y otra entre Diamantidis y Navarro. De momento tablas, pero la tendencia es preocupante. Mientras, a Ricky se le están viendo las carencias y su futuro parece cada día menos brillante, aunque desde este blog apuesto por dejarle tiempo al genio de El Masnou.

En la Caja Mágica se han vivido dos duelos marcados por la intensidad. Lo que ocurre es que el Madrid tiene un ayudante de cocina como entrenador y Valencia cuenta con un ingeniero naval para guiar a un equipo mucho más modesto y con bajas importantes hacia el triunfo. Me da la sensación de que Lele Molín mira de reojo en los tiempos muertos a ver si la sombra de Messina le inspira y da con la clave para tranquilizar a unos jugadores dominados por la ansiedad. En cambio Pesic necesita muy poco para que Cook parezca Isiah Thomas y Lyschuk Dennis Rodman.

Por otro lado, tras dejar en 9 puntos a Montepaschi Siena en la primera parte del primer partido Olympiakos también cedió la ventaja de cancha al caer en el segundo partido. No busquéis explicaciones. Se llama baloncesto.

Cuatro 1-1 de muy distinto cariz. Siento decirlo, pero me parece que de todos los equipos que han perdido la ventaja de campo en la noche de ayer el que peor lo tiene es el Madrid. Sólo si la Euroliga se convierte en un concurso internacional de cocina podría hacer algo el Pinche Molín ante el ingeniero Pesic. Y que me perdonen los pinches.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Un poco de todo



Sensaciones encontradas. Se acaba uno de esos fines de semana que no sabes si recordar para siempre o encerrar en el cajón del olvido. Está claro, son muchos los frentes abiertos y es imposible que todo salga como tienes planeado. Entre otras cosas porque otros tienen otros planes.

Escribo esto mientras veo el Michigan-Duke de segunda ronda del Torneo Final de la NCAA. Cómo me gusta este torneo con ese colorido en las gradas y con esos jóvenes luchando por su sueño. Y lo hacen siempre como un equipo porque saben que sólo juntos y unidos son invencibles. Ya llegará junio y empezarán a buscar su propia carrera por separado.

Algunos estadounidenses son seguidores de algún equipo de la NBA, unos pocos se pueden considerar fans, pero todo el que haya pasado por una universidad a lo largo de su periplo vital sigue este torneo con especial atención deseando que el college con el que guardan vínculos inmortales venza en este torneo.

Los más grandes jugadores de la historia lo han disputado y sólo unos pocos se lo han llevado. Entre ellos nombres como Magic (que venció en la final a la Universidad de Indiana State liderada por Larry Bird en el partido de baloncesto universitario con mayor audiencia de la historia) o Jordan quien con una magnífica suspensión guió a sus Tar Heels a vencer ante los Hoyas de Georgetown en la final de 1982 con Pat Ewing enfrente.

Este año de nuevo la sorpresa la está dando la Universidad de Butler con su entrenador Brad Stevens en plan Harry Potter. De momento ya se han cargado al número 1 de su región tras vencer a Pittsburgh por 71 a 70. Sin embargo, Duke es clara favorita a reeditar el título con lo que la figura de Coach K seguiría agrandando su leyenda. No hay que descartar, claro, a pesos pesados como Kansas, Connecticut o incluso a los Wildcats de Kentucky que siempre tienen un gran peso a la hora de reclutar a los diamantes del baloncesto de instituto. Os invito a quienes sigáis un poco esta liga a que hagáis vuestras apuestas aunque prometo un post antes de que se dispute la Final Four.

Cambiando de registro me gustaría hablar de mis chicos y que me perdonen sus padres por este lenguaje tan fraterno. Ayer sábado finalizamos la liga y lo hicimos de una manera espectacular y difícil de imaginar. Supongo que recordaréis aquel post en el que os contaba aquella dolorosa derrota en parte ocasionada por una mala gestión desde el banquillo. Pues bien, hicimos piña y quisimos tomarnos nuestra particular venganza deportiva. Las líneas de pase se convirtieron de pronto en muros opacos infranqueables para nuestro rival que, de no ser por algunos despistes en el rebote, difícilmente hubiera anotado una canasta. 50-13, revancha cumplimentada y a pensar en el torneo provincial. Si seguimos mostrando este espíritu colectivo, esa capacidad de sufrimiento en defensa y hacemos circular el balón con rapidez lo podemos volver a conseguir.

Por otra parte, con los Legends de quienes os hablé en el pasado post nos hemos metido en la final del campeonato provincial. La espalda me dejó jugar, pero las faltas cometidas me echaron del partido antes de tiempo. No os podéis imaginar lo mal que se pasa estando en el banquillo sin poder ayudar a los compañeros. Algunas de las señalizaciones fueron rigurosas, pero en cualquier caso uno es el principal responsable de saberse administrar y hoy no estuve a la altura. Por suerte al final vencimos en otro partido resuelto en los últimos segundos. Felicidades también a los chicos de Santa Marta que han estado fenomenal.

También quiero destacar que en una semana comienza el Trofeo Diputación en el que interpretaré un doble papel como jugador con los Legends y como entrenador del equipo que representa a la localidad de Calzada de Vandunciel y del que espero hablaros con detenimiento.

En apenas dos semanas de contacto con los jugadores presiento que podemos hacer cosas importantes. Talento sobra y ganas intuyo que también. Hace falta saber si estaremos dispuestos a asumir la dureza con la que se disputa este torneo, pero creo que estaremos a la altura.

Es hora de irse y de dar carpetazo a este fin de semana y lo hago tras disfrutar de una victoria ajustadísima de Duke que los Wolverines de Michigan han estado a punto de llevarse. Qué delicia de deporte. Viva el basket.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

A propósito de los Legends




Tal vez porque el blog está volcado al baloncesto profesional, tal vez porque nunca encontré el momento oportuno o quizá porque nunca sentí la necesidad. No sé las razones, pero lo cierto es que nunca os había hablado de los Legends.

Fundado por Javier García Palao y con sede en la población de Cabrerizos, en el entorno periférico de Salamanca, el Bambú Legends es un club referencia en el baloncesto salmantino por su expediente victorioso y, sobre todo, por su forma de entender el baloncesto. Defender, rebotear, correr, dar un pase más y hacerlo todo siempre como un equipo. No hizo falta que me explicaran la filosofía cuando llegué. Ya la conocía. Eran muchos los años viéndoles jugar.

Y en septiembre de 2009, después de un verano disputando muchos partidillos amistosos contra ellos recibí una llamada para pasar a entrenar con el club y no dudé en decirles que sí. Qué mejor manera de seguir vinculado al baloncesto cuando ya creía que mis días en este deporte acabarían en Salas Bajas o la Plaza Burgos (zonas deportivas en Salamanca).

Finalmente entré a formar parte de la organización. Me encontré con un grupo humano sensacional, divertido y muy competitivo. No fue difícil encontrar mi lugar. Pronto supe cuál sería mi rol y aún sigo encantado de poder aportar todo lo que puedo y sé para el crecimiento del colectivo.

De nuevo, al igual que cuando escribí sobre mi equipo de cadetes, lo hago tras una derrota dolorosa y ajustada en el segundo partido de las semifinales de la Liga Provincial de Salamanca, una competición amateur vista desde fuera pero para nosotros, los participantes, una cosa muy seria.

No es que quiera suicidarme a latigazos, es que creo que es en la derrota cuando se extraen las más sabias y útiles conclusiones. Es cuando muerde el polvo cuando mejor se conoce a ese extraño ser llamado hombre (en sentido genérico incluyendo a las mujeres señora Aído), es el error la génesis de futuros aciertos.

Escribo todo esto con una bolsa de calor en mi espalda, la misma que ayer me dijo "para" y me dejó inválido en el banquillo observando cómo mis compañeros intentaban seguir defendiendo esa forma de entender el baloncesto con mayor o menor fortuna. Contuve la rabia y empecé a pensar cómo podía recuperarme de esta contractura para estar el próximo domingo en el partido que resolverá la eliminatoria.

Y no fue un drama. Perdimos de uno. Salió cruz por dejar a la inspiración o al azar de esos últimos minutos la resolución del partido. Y hubo derroche de talento por parte del rival, de su número 15 que jugó a ser Kobe y le salió bien. Enhorabuena a los vencedores. Intentaremos que la próxima vez no haya que tirar ni siquiera la moneda al aire. Y que la espalda me deje jugar.

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Once Brothers (Hermanos y Enemigos)





Supongo que cuando Digital Plus le compró los derechos de emisión de este vídeo documental a la ESPN sabía lo que se traía entre manos. Los norteamericanos saben cómo hacer estas cosas y los del Plus tienen buen gusto a la hora de elegir en qué destinar su presupuesto.

Poco más se puede escribir, narrar o filmar sobre un conflicto como el de la Antigua Yugoslavia que supuso no sólo la fragmentación de la vieja federación, sino sobre todo el cainismo entre diferentes pueblos o naciones que hasta principios de los 90 habían convivido mal o peor que mal, pero convivido al fin y al cabo, bajo el yugo socialista y a las órdenes de diferentes tiranos a cada cual más abominable.

Sin embargo, conocer cómo se vivió aquel conflicto en el seno de una selección llamada a competir con el mismísimo y original Dream Team pone la carne de gallina y da que pensar.

Vlade Divac y Drazen Petrovic deslumbraban en el baloncesto europeo durante el último lustro de la década de los ochenta. Divac, un bailarín algo descoordinado y con gran talento para el pase y Drazen, un anotador al límite de lo patológico, fueron los líderes de una selección yugoslava que ganó con facilidad el Europeo de 1989 y el Mundial de 1990 practicando un baloncesto muy atractivo.

Pero lo que el baloncesto unió el hombre lo separó de la manera más brutal que conoce, la guerra. Croacia declaró su independencia, pero Yugoslavia no cedería tan fácilmente el control sobre una de las repúblicas más atractivas de los Balcanes. Y Divac, un inocente chaval de 22 años cometería un error que Petrovic nunca le perdonaría.

Celebrando la victoria sobre la Unión Soviética en la final del Mundial de 1990 y ante la irrupción en el campo de un nacionalista croata que portaba la bandera de esta república, Divac se dirigió a él y le arrebató la enseña porque entendía que no debía formar parte de aquella fiesta que era la fiesta del baloncesto yugoslavo, el triunfo de un estilo y de una forma de entender el baloncesto muy particular.

Ese gesto no caería en saco roto como pensaba que sucedería el bueno de Vlade. Ya nada volvió a ser lo mismo en la otrora fecunda relación que mantenía con Drazen desde que llegaran a la NBA en el mismo año.Se acabaron las conversaciones telefónicas en las que el croata le contaba al serbio lo triste que se sentía siendo infravalorado por Rick Adelman en Portland. No más confidencias.

Lo mismo sucedió con Radja o con Kukoc. Divac era persona non grata en el país croata y tardaría 20 años en poder redimirse de aquello con su visita a Zagreb y a la casa de la madre del gran Petrovic. Sabían que no tenía la culpa, pero no querían hablar con él.

En pleno conflicto y de forma inesperada justo cuando atravesaba su mejor momento en la NBA con actuaciones espectaculares ante los más grandes de la liga, Drazen Petrovic fallecía mientras regresaba a Zagreb dormido en el asiento del copiloto mientras su novia conducía.

Ni las flores entregadas a su madre, ni el abrazo sincero de Aleksander Petrovic (hermano de Drazen), ni siquiera el beso en la foto de Drazen sobre su tumba podrán eliminar ese mal sabor de boca que acompañará a Divac durante toda su vida por no haberse podido sentar a hablar tranquilamente con su viejo hermano y enemigo. Nunca pudo decirle a la cara que los vínculos que un día les unieron eran más fuertes que las divisiones que generaron aquellos políticos que, vestidos con traje y corbata y desde lo alto de un edificio de lujo, veían a sus pueblos combatir en el frente o huir de sus casas.

La amistad hubo de estar por encima de la política. El baloncesto debería haber sido un nexo de unión mucho más firme. Quizá ese gen competitivo les impidió ceder y darse un abrazo. Lo cuenta Divac y merece la pena verlo.

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Carta abierta a un siciliano




No me jodas Ettore. Te creía más valiente. Jamás pensé que fueras a caer como un Imbroda o un Julio César Lamas cualquiera. Abandonas el barco ante una mínima marejadilla. ¿O es que crees que tu equipo te está vendiendo, que estas derrotas consecutivas no son fruto de la casualidad, sino de un sibilino plan orquestado por Felipe y sus secuaces? ¿No será que tienes envidia de Mourinho y la quieres armar todavía más grande?

Desde este blog siempre fuiste respetado y apoyado. Ya no. No quiero saber lo que de ti diría Pérez Reverte si le gustara el baloncesto. Has sido incapaz de llevar al éxito a un equipo hecho a tu medida, lleno de jóvenes sin personalidad, como te gustan a ti, ¿no? Recién salidos de la cuna para que asientan con la cabeza a tus exabruptos y a tus gestos de padre tacañón.

Ahora ya sé que el verdadero entrenador del CSKA se llamaba Papaloukas y que tú eras el tercer asistente por detrás de Holden. Ahora confirmo que ganabas porque tenías a Smodis, a Andersen, a Morris y a tantos otros.

Adiós Messina. Adiós mito. Viniste a la mayor institución del deporte europeo y no supiste estar a la altura. Te ganó, qué digo ganar, te humilló un tal Xavi Pascual, un tipo que sin padrinos ha alcanzado la excelencia sin gritos ni garrote, desde la convicción, desde el conocimiento, desde el trabajo.

Te vas y no dejas detrás de ti ni un cuarto de la herencia de Luyk, Plaza o Maljkovic. Por no hablar de Obradovic, Lolo Sainz o Pedro Ferrándiz. No sé si irás al Málaga o a algún grande europeo, pero me imagino que los dueños de muchos clubes se lo pensarán dos veces antes de contratarte. Tu ideario sólo da resultados con un modelo muy específico de plantilla y no sé si lo volverás a encontrar en tu carrera.

Y me gustan los conceptos que quieres implantar. Me gusta que te guste la defensa agresiva, el pase extra y el invertir el balón una y otra vez en el ataque. Serás siempre un referente en mis pequeñas escaramuzas por los banquillos y nunca olvidaré esos tiempos muertos con más silencios que palabras. Lo cortés no quita lo valiente.

Al saber que te vas tus disculpas en la rueda de prensa de anoche hacen sinceras las lágrimas de Chris Bosh ante las presuntas duras palabras de Lebron en el vestuario tras una vergonzante derrota de los Heat tras desperdiciar una ventaja de 24 puntos. Pero allí nadie se va.

Espero que puedas cerrar la maleta, pero intuyo que será difícil hacerle hueco a tantas toneladas de vergüenza y cobardía.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS