No, no. Violet Palmer no rejuvenece con el paso del tiempo. No se trata de eso. Y tampoco es que me lleguen múltiples cartas de seguidoras de este blog criticando lo machista que es este deporte y exigiendo una entrada de este tipo para reivindicar su papel en este juego. Ojalá. Es sólo una nueva reflexión en voz alta desde este humilde púlpito desde el que me puedo expresar con total libertad.
Lo que sí pretendo, y no lo creo osado, es dejar constancia de una realidad que invade las canchas de baloncesto de nuestro país y de tantos otros, desde las categorías inferiores hasta las competiciones profesionales. No quiero hablar de machismo porque no creo que sea la palabra adecuada. Prefiero hablar de una ratio de masculinidad disparada y discutir sobre si se trata de una cuestión endémica de éste y otros deportes o si simplemente es necesario llevar a cabo un cambio de mentalidad, una apertura de miras.
Como ejemplo me voy a servir de la figura de Violet Palmer, una verdadera pionera al convertirse en la primera árbitro en dirigir un partido NBA. Y hubo voces en contra. Charles Barkley, ex jugador de talento proporcional al tamaño de su bocaza dijo que al igual que no quería mujeres en las fuerzas armadas, tampoco las quería arbitrando. Luego rectificaría.
Creo que es difícil cuestionar que trabajos como los de árbitro o entrenador no requieren de aptitudes físicas de legionario romano o espartano. Más aún si vemos como verdaderas tortugas como Amorós en la ACB (a punto de perpetrar uno de los mayores robos de la Historia contra el Blancos de Rueda ayer domingo) o Bavetta en la NBA siguen impartiendo cátedra (más bien su cátedra) o si medimos el contorno de cintura de muchos de nuestros entrenadores.
Supongo que la inercia tiene algo que ver. El deporte, desde tiempos remotos y salvo raras excepciones como las mujeres espartanas, ha quedado circunscrito a los hombres por razones diversas. Sin embargo, las mujeres poco a poco, al son de la nueva civilización marcada por la democracia, la igualdad de oportunidades y la libertad han ido ocupando parcelas también en el mundo deportivo. No todas.
Compiten entre sí en eventos más o menos importantes. Incluso algunas (Michelle Wie y Annika Soremstam en torneos profesionales y las hermanas Williams en alguna exhibición) quisieron participar en eventos masculinos ocurriendo lo que tenía que ocurrir. En algunos casos, la elasticidad y la plasticidad de movimientos hacen que los espectáculos sean mucho más llamativos que los masculinos como ocurre en la gimnasia o el patinaje.
Pero la igualdad, en algunos aspectos, es una patraña. La naturaleza no creó iguales a hombres y a las mujeres, ni siquiera a los hombres y a las mujeres entre sí. Que no pretendan las mujeres correr más rápido, saltar más alto o empujar más fuerte que los hombres (en igualdad de preparación). No digo que me alegre que sea así, digo que es así. Y no por eso soy un retrógrado machista.
Ahora bien, no encuentro el gen o el aspecto evolutivo que pueda impedir a una mujer ser la mejor árbitro o la mejor entrenadora de baloncesto. ¿Por qué entonces sólo hay una árbitro en la NBA y otra en la ACB? ¿Por qué ninguna mujer entrena a equipos profesionales masculinos mientras que son muchos los hombres que coordinan equipos femeninos? ¿Por qué tan pocas mujeres en los despachos o en las juntas de accionistas?
¿Acaso una mujer no puede conocer los secretos de cómo atacar una zona o de cómo salir de una presión? ¿Acaso una señora no puede decidir cuando el pie de pivote ha abandonado su contacto con el parqué? ¿Es que una mujer no puede decidir que Anderson es mejor que Tucker mejor de lo que lo hacen algunos directivos del Madrid?
Eso sí, y aunque pueda parecerlo, no quiero políticas de cuotas que introduzcan a mujeres por el hecho de tener dos glándulas mamarias y dos ovarios. No. Sólo animo a que las mujeres interesadas en el baloncesto no renuncien a ser árbitros o entrenadoras del máximo nivel limitándose a ser oficiales de mesa porque tiene que ser así, porque toda la vida ha sido así.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS