A escasa media hora de que dé comienzo el nuevo año os dejo un pequeño presente para desearos que 2012, año olímpico, esté cargado de éxitos en todos los niveles. Muchas gracias por estar ahí.
Los años que terminan son como las ex mujeres. Los esperas con deseo cuando no han llegado, haces planes por los dos, te ofrecen múltiples posibilidades y, cuando se acaban, te pasan factura. Lo hacen de una forma curiosa, dejando que seas tú mismo el que hagas balance. Te ponen el látigo en la mano para que seas tú el que lo apliques sobre tu cuerpo recordando todos los condicionales que no se concretaron, todos los sueños que no se cumplieron, todas las palabras que no dijimos a tiempo. Solemos ser selectivos. Hasta el más optimista tiene más presente lo que no hizo que lo que sí consiguió. Olvidamos esas charlas entre amigos con vistas al mar y, sin embargo, recordamos esa pequeña disputa que hizo que estuviéramos un par de días sin hablarnos. Y así en todos los ámbitos de la vida.
Y como éste, hasta que no se demuestre lo contrario, es un blog de baloncesto, aprovecharé esta puesta de sol del año 2011 para reciclar lo que nos dejó. Podía seguir un orden cronológico, pero he preferido adoptar una visión más global en la que, como sucede en el deporte, hay ganadores y perdedores.
PERDEDORES
Ettore Messina. El italiano abandonó el club más laureado del baloncesto europeo después de que los jugadores le hicieran la cama ante el Montepaschi Siena. Él, sin embargo, prefirió apuntar a la exigencia de la prensa y de la afición como argumentos de su decisión ninguneando la importancia de un Real Madrid que si bien está atravesando un período de vacas flacas, no debe dejar de aspirar a lo máximo. Su llegada a los Lakers como asistente confirma que sus miras siempre estuvieron más allá del Atlántico y que el Real Madrid era sólo un escaparate para dotarse de mayor visibilidad.
Kobe Bryant. Problemas de lesiones acompañados de una mala química en el equipo condujeron a los Lakers a su peor actuación desde que llegara Pau Gasol. Kobe no anotó tiros importantes, no se erigió en un referente defensivo y no ejerció su papel de líder. Las críticas hacia sus compañeros y la mala imagen dada ante los Mavericks en Playoffs le alejan de la figura de un Michael Jordan que, por contraste, parece cada día más inalcanzable.
Lebron James. Su cuerpo esculpido por Fidias, su capacidad para leer el juego y su inabarcable ambición no fueron suficientes. El alero de Akron vio cómo un equipo mucho más trabajado y con una visión más global del baloncesto les arrebataba un anillo que, por otra parte, es sólo cuestión de tiempo. Tras realizar un triple doble en el quinto partido de las finales le dediqué el siguiente post. Sin embargo, este largo verano ha retroalimentado su capacidad de trabajo y su deseo. Puede que en 2012 la declaración de la renta le salga a cobrar.
NBA. Propietarios, gerentes y jugadores de la mejor liga del mundo han ofrecido un lamentable espectáculo durante los más de cinco meses en los que ésta permaneció parada. A cada anuncio de reunión para dar por finalizado el esperpento le seguía una noche de cuchillos largos. A cada paso adelante, dos hacia atrás. Los jugadores emigraban a Europa y a Asia mientras los aficionados nos preguntábamos cuáles eran las alternativas para pasar unas madrugadas amenas frente al televisor. Enormes dosis de vanidad, engreimiento y codicia dieron lugar a un entremés vomitivo que, al menos, ha tenido final feliz. Corramos, pues, un tupido velo.
Phil Jackson. Otro miembro más del concurrido club de “por qué retirarse en lo alto, pudiendo hacerlo desde las catacumbas”. Otro más al que su pasión por el baloncesto le jugó una mala pasada. No había muchos mejores escenarios para la retirada que un Staples Center abarrotado cobrándose la venganza ante esos orgullosos Celtics que tantas veces habían descorchado el champán en Los Ángeles. Aquel 17 de junio en el que los Lakers se hacían con su decimosexto anillo y en el que Jackson se hacía con su undécimo galardón como entrenador (al que hay que sumar el que obtuvo como jugador de los Knicks) parecía estar diseñado para que este mítico entrenador dijera adiós al baloncesto entre vítores. Lo sé, es difícil despedirse de esa extraña sensación que invade nuestras entrañas poco antes de que dé comienzo un partido decisivo o al diseñar una última jugada que nos puede dar el todo, pero también la nada. Y Jackson continuó pensando que contaba con los mimbres adecuados para ganar otro título. Y sucumbió. Ante la supuesta falta de dureza de Gasol, ante la desidia con la que jugó Bynum, ante el ego de Kobe, ante la ausencia de un base. Ante la falta de orgullo que mostraron sus jugadores, ante la falta de respeto de éstos hacia quién ayer era un hombre y hoy una leyenda.
Regal Barcelona. Comandado por el ingeniero Xavi Pascual, el equipo culé es el mejor equipo defensivo que ha visto la ACB en mucho tiempo. La presencia de pívots intimidadores como N´Dong o Vázquez permite a los exteriores ser especialmente agresivos tanto en la defensa de balón como cortando líneas de pase. Ello, unido a una fantástica comunicación entre los jugadores convierten a la del Barcelona en una defensa infranqueable desde la cual se construyen las rápidas transiciones que, a su vez, dejan paso a un ataque temible con múltiples amenazas tanto en poste bajo como desde el perímetro. Resultado: Doblete.
Dallas Mavericks. Rick Carslile cumplió con aquello de menos por menos es más. Convenció a un Jason Kidd decadente de que podía llegar a ser el mejor defensor de Lebron James. Hizo de un, hasta entonces, sobrevalorado Tyson Chandler un titán de la pintura. Entendió que la defensa en zona es una herramienta tan digna como otra cualquiera (en baloncesto profesional no de formación) y rompió con todos los pronósticos que les daban como perdedores ante Lakers y Heat. Ah, no lo hizo solo. Contó con un Dirk Nowitzky que al fin pudo lograr el anillo que se le escapó en 2006 y que estuvo, sencillamente, imperial. Ganó Dallas y triunfó el baloncesto.
Selección española de baloncesto. Con independencia de que este segundo Eurobasket se consiguiera a pesar de o gracias a Sergio Scariolo lo cierto es que la selección desplegó un juego muy atractivo y eficaz dando, quizá, alguna de las exhibiciones más sonadas que se recuerdan. Pocos olvidaremos el primer tiempo ante Lituania o el partido completo ante Serbia. Como no olvidaremos, tampoco, los problemas que nos planteó una Macedonia a través de un juego libre por conceptos que se tornó, por momentos, indefendible. Fue el Eurobasket de Navarro, pero ante Turquía comprobamos que la pieza esencial de este grupo sigue siendo Pau Gasol.
Perfumerías Avenida de Baloncesto. No podía olvidarme de las verdaderas protagonistas del deporte salmantino, de las chicas que defendiendo los colores blanquiazules pasearon por España y por Europa calidad, deseo, trabajo y fe en sí mismas. Muchas de ellas abandonaron el equipo en verano en busca de un sueldo que les permita vivir con holgura. Sin embargo, todas recordarán como único, el año en que vencieron a Ros para ganar la liga, el año en el que vencieron al Spartak para proclamarse Campeonas de Europa, el año en el que fueron entrenadas por Lucas Mondelo y Alberto Miranda, un tándem con mucho baloncesto en sus venas.
365 días que dieron mucho de sí. 12 meses en los que el sudor y la sangre, el triunfo y la derrota se entremezclaron en la cancha. Un año que he intentado resumir desde este humilde blog sin esconder que soy verde como los Celtics, blanco como el Real, rojo como el C.B. Santa Marta y negro/blanco como el Bambú Legends de Cabrerizos.
Con el ánimo de anticiparme a las habituales noticias en clave de inocentada con la que nos intentarán sorprender mañana los diarios de tirada nacional o local, de temática general o deportiva, de izquierdas o de derechas, he decidido abrir el abanico y plantear toda una serie de opciones relacionadas con el mundo del baloncesto.
MESSINA RECOMIENDA A NOLE VELICKOVIC PARA LOS LAKERS
La llegada de Nole serviría para cubrir el puesto de tres. Ayudaría en el rebote (a los adversarios), podría anotar desde el perímetro (si se alinean tres o cuatro planetas) y se ganaría al fin la confianza de Ettore gracias a su mejorada defensa (defensa visual a lo Djordjevic). Después de varios desencuentros, el italiano y el serbio habrían hecho las paces mientras observaban, agarrados de la mano, la puesta de sol en Venice Beach. Según fuentes cercanas, la noticia habría desencadenado furibundas reacciones por parte de algunos protagonistas. Así, Kobe ha insinuado querer dejar el baloncesto, Pau regresar al Barcelona y Mike Brown se ha puesto en contacto con Magic para que se vista de corto de nuevo. En fin, tampoco sería peor que perder con Sacramento, ¿no?
SERGIO SCARIOLO LE CEDE EL PUESTO A PEPU HERNÁNDEZ
Harto de las críticas hacia su persona y teniendo muy en cuenta la labor realizada por Pepu en el pasado, Sergio Scariolo ha optado por renunciar al cargo de seleccionador con la condición de que éste pase automáticamente a José Vicente Hernández. El acto de cesión del testigo se realizará con José Luis Sáez sedado con las mismas dosis de morfina que le administraban a MA Barracus al subir a un avión pilotado por Murdock. De esta manera, jugadores de la cuerda de Pepu como Sergio Rodríguez o Carlos Suárez ganan opciones de ir a la Olimpíada al tiempo que Carlos Jiménez medita su regreso.
INCREÍBLE APUESTA ENTRE NAVARRO Y MARCELINHO HUERTAS
Dos de las estrellas más rutilantes del baloncesto europeo se apostaron, durante la comida de Navidad del Regal Barcelona, unos cuantos miles de euros que tendrá que apoquinar el que menos aguante de los dos sin realizar una suspensión a un solo pie. Realmente, el resultado de esta apuesta dependerá de quien sea el primero en recibir la pelota.
RICKY RUBIO, HIJO ADOPTIVO DE LA CIUDAD DE MINNEAPOLIS
Tras las turbias maniobras realizadas por Dan Fegan, agente de Ricky Rubio para los asuntos relacionados con la NBA, en las horas previas al Draft de 2009 en las que desacreditaba tanto a los Wolves como al estado de Minnessota en un intento por que su pupilo recalara en un mercado más lucrativo y después de que el propio jugador declarara que no quería ir a un lugar tan frío, dos partidos han bastado para que el alcalde de una de las “twin cities” (Minneapolis-St Paul) declare al genio de El Masnou como hijo adoptivo de su municipio.
RUDY REGRESA AL MADRID
No ha sido la falta de confianza del entrenador, tampoco la química con sus compañeros (excepto uno), ni siquiera el hecho de que echara de menos a Sergio Rodríguez, lo que ha impulsado a Rudy a tomar la decisión de volver al Real Madrid. El problema ha venido generado por la actitud provocativa de Danilo Gallinari hacia una Helen Lindes que declaró haberse sentido intimidada por el Casanova de los Nuggets quien, además, en un intento por demostrarle a Rudy sus progresos con el castellano le llegó a afirmar: “Yo me la tiro hasta en zapatillas”. George Karl intentó mediar y, recordando sus nociones de español aprendidas en Madrid, procuró calmar a Rudy asegurándole que todo había sido un malentendido, que se refería a “tirarse hasta las zapatillas” lo que molestó aún más al mallorquín habida cuenta de lo chupón que es el italiano, aspecto éste que choca frontalmente con la afición que tiene Rudy a amasar la pelota.
ROS CASARES JUGARÁ LA EUROCUP MASCULINA EL PRÓXIMO AÑO
En un ataque de locura y de ego por parte de la General Manager del equipo valenciano Carme Lluveras, la Margaret Thatcher del baloncesto femenino español se ha atrevido a preinscribir a su equipo en la segunda competición continental a nivel de clubes del baloncesto masculino. Esta maniobra sería una respuesta a la contudencia con la que sus jugadoras están venciendo los partidos tanto de liga nacional como de Euroliga Femenina y que, por supuesto, nada tiene que ver con la desorbitada capacidad de compra que presenta el club “taronja” en comparación con otros equipos como el Perfumerías Avenida de Salamanca.
ANTONI DAIMIEL, NUEVO FICHAJE DE SÁLVAME
El afamado periodista y extraoficialmente considerado como mayor conocedor (yo más bien diría estudioso) de la NBA en España ha firmado un contrato millonario con el popular y lamentable programa de Telecirco. El divorcio de Bryant, los habituales problemas de drogadicción de algunos jugadores y los rumores de homosexualidad de Kris Humphries unidos a su boda-montaje con Kim Kardashian han abierto los ojos a Jorge Javier Vázquez a la hora de contratar al director de la sección “Crónica en Rosa” con el que esperan mejorar las cifras de audencia hasta multiplicar por dos mil las obtenidas por la ACB en Teledeporte.
Perdonad la escritura atropellada y los posibles gazapos que pueda contener este post. Lo empiezo a escribir una hora antes de que comience el clásico navideño en el Madison Square Garden entre dos de las franquicias que ya existían en los albores de la liga y que suman, entre ambas, 19 anillos de campeón (no quería decirlo, pero 17 de ellos son de los Celtics).
Atendiendo llamadas y felicitando a los contactos de las redes sociales, he conseguido que ya sólo queden cincuenta minutos. Suficientes para hacer pronósticos, para apostar sin poner en riesgo mi patrimonio, para fallar impunemente prediciendo una realidad que nunca dejará de sorprendernos. Vamos allá pues:
Equipo revelación: Minnessota Timberwolves. Podríamos realizar una tesis sobre lo que significa ser el “equipo revelación” y no nos pondríamos de acuerdo. Aclaro, por tanto, lo que quiero decir cuando afirmo que el equipo en el que debutará Ricky será la gran sopresa positiva de la temporada. Tras haber finalizado con el peor récord la temporada pasada todo lo que sea superar las 25 victorias (tened en cuenta que la temporada se dirimirá en 66 partidos) le hará merecedor de este galardón.
Equipo decepcionante: Los Ángeles Lakers. No podía ser otro. Para los Lakers, por historia, por pasado reciente e, incluso, por plantilla, no superar con creces el 50% de victorias significará haber efectuado una temporada más bien mediocre. Y allí les sitúo yo, en el mar de la indiferencia, con peores resultados de público y audiencias que sus vecinos, los Clippers. Entrarán en una espiral de tensión que acabará con un proyecto que ya presentó señales inequívocas de naufragio en la eliminatoria del mayo pasado ante Dallas.
MVP de la temporada: Kevin Durant. El desgarbado alero de los Thunder nos regalará, noche tras noche, clínics de técnica individual, de elegancia y de eficacia. Se irá, con facilidad y buenos porcentajes, a más de 30 puntos por partido y hará de su equipo un firme candidato al anillo. Todo ello si Westbrook asume que él es la segunda opción.
ROOKIE DEL AÑO. Brandon Knight. En una clase de nivel medio en la que destacan varios anotadores con estatura de base, pero aptitudes de escolta, es difícil decantarse entre esos clones que a veces parecen Kyrie Irving, Brandon Knight o Kemba Walker. Todos ellos contarán con minutos en franquicias sin demasiadas exigencias en cuanto a resultados. Me quedo, por mero gusto baloncestístico y por esa cierta devoción que aún profeso hacia el equipo de la Motown, con Brandon Knight, escuela de Kentucky como Rajon Rondo o John Wall y alumno de Calipari, como éste último y también Derrick Rose (cuando Calipari entrenaba a la Universidad de Memphis). Será interesante comprobar la adaptación de Kanter a los Jazz o los minutos de calidad que pueda ofrecer Biyombo en los Bobcats. Por supuesto, habrá que seguir, también, los pasos de un base muy diferente a los antes mencionados, pasador antes que anotador y nuevo ídolo de la franquicia de los Timberwolves. Todo ello sin olvidar los comprimidos cursillos de anotación desde todas las esquinas de un Jimmer Fredette que tiene la intención de que los aficionados de los Kings se olviden de esa época no tan lejana en la que Stojakovic era su gran estilete.
Campeón de la Conferencia Este. Los Heat. Ningún equipo reúne tal cantidad de talento atlético y baloncestístico como este equipo de Miami que comparece a la nueva temporada con una hambre renovada y con nuevos objetivos. Lebron volverá a deleitarnos con múltiples triples dobles y Wade deberá demostrar, de nuevo, que ésta es su franquicia. Todo ello para superar a unos Bulls que, pronostico, a mitad de temporada se desharán de Boozer para contratar a un Pau Gasol que contribuirá a un nuevo anillo para los de Chicago, el primero desde 1998.
Campeón de la Conferencia Oeste. En una conferencia sin el nivel de antaño, con una poblada clase media, pero sin una jerarquía bien establecida, parece lógico pensar que la suma de físico y talento, de velocidad e intimidación de los Oklahoma City Thunder ha de ser suficiente para imponerse a unos Mavericks bien reforzados pero con las vistas puestas en los playoffs y a unos Clippers que aún tienen que dar forma a un proyecto que pinta interesante.
ENTRENADOR DEL AÑO. Rick Adelman. En consonancia con lo apuntado en el apartado de equipo revelación, creo que el maestro Adelman ha llegado al lugar indicado para hacer pedagogía acerca de un estilo de juego que ya arrastró a numerosos aficionados a su paso por los Kings. Rick ya no es ese canoso gruñón que detestaba a los rookies se llamasen como se llamasen (digamos Petrovic). Desde su paso por los Kings entendió que el baloncesto europeo tiene mucho que decir y no dudó en imponer un modelo basado en el pase y la circulación de balón, como no dudó tampoco al diseñar quintetos que incluyeran a jóvenes promesas (en aquel momento) como Turkoglu, Stojakovic, Kevin Martin,... De ahí que Ricky tenga ante sí una gran oportunidad de mostrar su talento sin tener que renunciar a ganar partidos.
Eso ha sido todo por mi parte. Aún me sobran 20 minutos para ponerme en “modo partido” y disfrutar como un enano con la llegada de la Navidad en forma de NBA. Nunca la espera fue tan larga. Nunca una sobremesa vino tan cargada de emociones.Ahora os toca a vosotros.
Después de tener acceso a las cartas que algunas figuras de la NBA remitieron a Santa poco antes de la Navidad del año pasado (pinchar aquí) y tras comprobar que el bueno de San Nicolás no se mostró muy generoso, hemos vuelto a interceptar el correo con destino a Laponia y nos hemos encontrado con algunas interesantes epístolas.
Pau Gasol. Después de que no tuvieras a bien regalarme el tercer anillo y tras comprobar que delegaste en Navarro la consecución del Europeo, creo que no te voy a pedir nada más. A modo de anécdota, y para que no te aburras, te confieso que nada me gustaría menos que acabar jugando en Chicago al lado de ese chupón de Rose y a las órdenes del peor entrenador de la liga, Tom Thibodeau. Estoy encantado en los Lakers. Contamos con un entrenador consagrado y con un ayudante italiano que llevó al Madrid a lo más alto. Además, Kobe se ha vuelto más solidario y más comprensivo después de echar las cuentas de lo que le puede costar el divorcio con Vanessa. Además, no echamos nada de menos a Lamar Odom.
Atentamente,
Pau (desesperado, harto, hundido). Lo siento, no pude seguir mintiéndote.
Sergio Scariolo. Querido Pepe Sáez, perdón, Santa Claus. Te pedí a Ibaka y me diste a Ibaka. Te pedí a Pau y me diste a Pau. Soy como esos nuevos ricos que tienen todo lo material, pero presentan numerosas carencias afectivas. A pesar de ganar un nuevo Eurobasket para España mi labor no está siendo reconocida. Por eso te pido una nueva versión de pizarra que además de darle beneficios a la fundación, genere en la gente un sentimiento de amor hacia mi persona. ¿Los Juegos Olímpicos? Me da igual. Ganemos o perdamos tendré las mismas críticas así que...
Doc Rivers. Te pedí salud para el quinteto Rondo-Allen-Pierce-Garnett y Perkins y nos la diste. Traspasamos a Perk y nos castigaste con la lesión de codo de Rondo y con la cardíaca de Jeff Green. Fue culpa nuestra, lo sé, pero estaría bien que encontraras un buen destino para Rajon porque en todos los entrenamientos me dice lo que tengo que hacer y con que lo haga mi mujer en casa ya tengo bastante. No sé si pedirte éxitos para mi hijo Austin. Me conformaré con que mi hija encuentre un buen novio.
Phil Jackson. Vaya lección de humildad me diste viejo barbudo. Te pedí el duodécimo anillo de mi carrera como entrenador y me concediste la derrota más deshonrosa de mi carrera. Este año prefiero no pedirte nada. Estoy perdido en Montana y no creo que esta carta pueda llegar a su destino. Aprovecho, por tanto, para recordarte que eres un blandito sin carácter con el que es imposible ganar ni al dominó. Ay no, que esta carta era para Gasol.
Ettore Messina. Necesito con urgencia; repito, con urgencia, un reproductor de música para tener en el banquillo durante los tiempos muertos de Mike Brown porque, de lo contrario, no podré reprimirme y decirle a los jugadores aquello de: “Felipe no juega”. También estaría bien poder contar con Garbajosa para luego darle la patada. No veas lo bien que sienta.
David Stern. Creo que después del fin del lockout nada me podrá hacer tanta ilusión. Hemos conseguido un acuerdo fantástico para la liga y para los clubes y los jugadores ni se han enterado de que han perdido gran parte de sus derechos. Gracias por hacerlos tan grandes y tan tontos. Quiero otro lockout para el próximo verano. ¡He sido portada del Times más veces que en toda mi vida!
Yo, en cambio, me conformo con que conviertas las guerras en partidos de 40 minutos, las fronteras en líneas del campo, la pobreza en ausencia de acierto, los robos en balones que cambian de mano. La corrupción en manos que se cruzan en señal de saludo, la crisis en un par de derrotas con las que no se contaba. Con que nos regales un año de buen baloncesto para poder desconectar de una vida que, en ocasiones, parece un campo sembrado de minas.
Podría parecer que me estoy equivocando de fechas, que me he confundido de Pascua y que en vísperas de Navidad estoy esperando a que salgan las procesiones a la calle. Pero no. Hablo de baloncesto y de un día que trataré de borrar rápidamente de mi cabeza.
Dicen que las derrotas enseñan, que son un paso imprescindible del aprendizaje. Dicen, también, que los verdaderos ganadores son los que se levantan de los tropiezos como esa lava que lleva retenida siglos en el interior del volcán. Sin embargo, opino que este proceso no ha de salir de las entrañas, no ha de ser repentino e impulsivo, sino sereno y agostado. El levantarse de un duro golpe es una tarea ardua que requiere de tiempo y disciplina, de paciencia y confianza en el trabajo que se viene realizando.
Esta tarde de sábado, jugaban los dos equipos del C.B. Santa Marta en los que estoy implicado como primer y segundo entrenador. El equipo infantil, aunque formado básicamente por jugadores de primer año, recibió una lección de deseo y valentía por parte de un equipo del C.B. Tormes que demostró tener las cosas muy claras. Perdimos todas las batallas individuales y así, por mucho que diga De Gaulle, no hay manera de ganar la guerra. Nos quitaron rebotes bajo el aro, nos robaron balones en la primera línea y nos fustigaron con las continuas penetraciones al no ser capaces de contener al jugador con balón. Y cuando las cosas no salían en defensa la ansiedad nos pudo en el ataque y entre los jugadores que se escondían y aquellos otros que asumían demasiado juego, no hubo manera de hacer circular la pelota y de hacerla llegar a buenas posiciones de tiro.
Peor, por la trascendencia y por el desenlace, fue el partido de los cadetes. Bajo la tutela de un genial Nacho Iglesias del que no paro de aprender cada día, el equipo se encontraba en una espiral ascendente que nos había llevado a ganar en Zamora ante un rival muy bien trabajado tácticamente. Tras dar la cara en Cáceres ante un equipo de Campeonato de España, la tensión y la rivalidad existente con el otro club de la ciudad, nos llevó a jugar atenazados e inseguros. Tuvimos el partido controlado en ciertos momentos y no supimos rematarlo. No olimos la sangre y al final fuimos nosotros los que nos llevamos una hemorragia que esperamos que no nos cueste el acceso a los cruces. El C.B. Tormes “B” se mostró como un equipo duro en defensa y organizado en ataque. Algunos de sus jugadores asumieron y metieron los tiros importantes, mientras que nosotros no supimos aprovechar buenas opciones y no supimos anotar tiros libres que al final resultaron claves. El marcador final reflejó una derrota por un punto, un punto que bien pudo venir de una pérdida evitable, de un tiro libre que no entró o de un corte mal defendido. En definitiva, de errores individuales y grupales que se acaban pagando caro a la hora de hacer la cuenta final, esa que marca las diferencias, sutiles la mayor parte de las veces, entre los que ganan y los que pierden.
Y dos puntos fue la diferencia que reflejó el luminoso al terminar el partido que enfrentó al Bambú Legends con el equipo de Monterrubio integrado por numerosos jugadores con experiencia en EBA y Liga Nacional y que se jugó a un ritmo muy lento y pausado que explica, en gran parte, el 57-59 final. Menos mal que no se televisan nuestros partidos, porque ni un espectáculo del Circo del Sol (por no hablar de showgirls dado que no es éste un blog machista) en el descanso podría movilizar a los espectadores. A pesar de ello, hubo acciones de calidad por parte de Nico, buenas penetraciones del base de Monterrubio y buenas combinaciones entre pívots por parte del Bambú Legends. El partido se jugó en un tono amistoso y contó con la lección de arbitraje de un Roberto Merchán (bien acompañado por Igor) que sigue siendo uno de los mejores árbitros de la región. En lo personal, el hecho de llegar tarde al partido hizo que entrara muy frío en él. Además, una mala defensa posibilitó una canasta sencilla de mi atacante en los momentos decisivos. De cara al partido de vuelta ya sé por qué lado no puede volver a entrar.
Tres partidos tres derrotas. Aun así, nada comparable con el aneurisma en la arteria aorta que le ha sido descubierto al bueno de Jeff Green y que le mantendrá fuera de los Celtics toda la temporada. Esta lesión cardíaca, de la que tuve noticias al llegar a casa, nos hace rememorar a los célticos la fatal muerte de Reggie Lewis que agudizó la crisis deportiva de los años 90. La fortuna, y la ciencia, han conseguido evitar una nueva desgracia pues gracias a los detallados estudios, se ha determinado que pase por quirófano el próximo 9 de enero. Se mitiga el riesgo al tiempo que se desvanecen las opciones de los de Boston por hacer algo grande. Green estaba llamado a ser un candidato legítimo al premio de mejor sexto hombre y ahora sólo queda apelar a un plan de emergencia para cubrir su ausencia. Lo mejor de todo es que se salvó una vida.
Tres derrotas y un adiós a las aspiraciones de campeonato. Una tarde para olvidar no sin antes tomar nota. Un puñado de horas que me demostraron que el baloncesto sólo te da cuando le ofreces algo a cambio (trabajo, ilusión, conocimiento, deseo) y, algunas veces, ni siquiera eso. Seguiremos adelante intentando que se repita de nuevo esta imagen.
A estas alturas del cuento ya son pocos los lectores que aún creen en la vieja leyenda del elixir de la vida que habría de proceder de la piedra filosofal. En su búsqueda fallecieron muchos viajeros y científicos sin que, a fecha de hoy, se conozca la existencia de persona alguna que haya escapado a esa sucesión de eventos encadenados que implica nacer, crecer, reproducirse (opcional) y morir.
Sin embargo, debe de existir otro tipo de don, más terrenal y tangible, que dota a los seres humanos de una longevidad especial prolongando la vida o, en el caso de los jugadores de baloncesto, la duración de la juventud. Numerosos deportistas han ofrecido rendimientos excelentes a edades próximas a la cuarentena. En prácticamente todos los casos se observa una obstinada ética de trabajo, una genética privilegiada y, sobre todo, un amor indiscutible al deporte en cuestión.
Estos tres requisitos los reunía en grandes dosis Rober Parish. El mítico doble cero de los Celtics finalizó su carrera ganando su cuarto anillo en las filas de los Bulls aportando unos modestos 3 puntos y 2 rebotes de media a los que hay que sumar todos los valores que introdujo en un vestuario ya de por sí muy bien instruido. Lo hizo con 43 años y con las mismas 230 libras que lucía cuando empezó su carrera en los Warriors.
El Pelé del baloncesto se llama Óscar Schmidt. No lo digo porque esté en la pugna por ser el mejor jugador de todos los tiempos, sino porque ostenta diferentes récords de anotación tan difíciles de comprobar como los de O Rei. El brasileño triunfó en Europa y regresó a su país de origen para dejar muestras de su clase hasta los 45 años. En su caso no se puede decir que se mantuviera en el peso, pero cuando se tiene una mano como la de Óscar Schmidt apenas hace falta moverse para ser una verdadera amenaza.
Otro ejemplo paradigmático lo representa Chichi Creus. El base catalán nos dejó a los 43 años después de haber conseguido convertir al TDK Manresa en campeón de Copa y de liga demostrando que a este deporte, más allá de las limitaciones físicas, se juega con lo que hay entre sien y sien.
Cabría imaginar que una de las posiciones más exigentes desde el punto de vista físico es la del jugador interior. Éste expone su físico contactando continuamente contra gente de su tamaño para ganar la posición cerca del aro. Además, suelen ser los protagonistas de los bloqueos y son los que tienen que cerrar la canasta forzando faltas en ataque. Sin embargo, muchos de los cuarentones de la historia del baloncesto actuaban en esta posición haciendo valer sus kilos y su experiencia. Al ya mencionado caso de Robert Parish hay que unir los nombres de Kevin Willis, Karl Malone, Piculín Ortiz o el propio Arvydas Sabonis. El primero contribuyó al título de los Spurs en 2003. El Cartero intentó hasta sus últimos días llevarse un anillo, pero la combinación O´Neal-Bryant-Payton y el propio Malone salió rana y nada pudieron hacer ante unos Pistons menos talentosos, pero mejor organizados. De Piculín sólo puedo añadir que debería haber seguido jugando. Cuando dejó de hacerlo empezó a moverse por mundos poco deseables y ahora está envuelto en una investigación por tenencia de drogas. El Zar Sabonis podría seguir jugando y aún dominaría el juego gracias a su portentosa visión del mismo desde el poste alto.
Y si cerramos las páginas de los libros de historia y nos centramos en el presente hay que decir que Kurt Thomas es el jugador más veterano de la actualidad en la NBA. Su cotización sigue siendo considerable y todo parece indicar que será renovado por los Bulls. El segundo por edad es Grant Hill. El llamado a suceder a Jordan ha demostrado ser tenaz y testarudo. Aquejado de numerosas y graves lesiones a lo largo de su carrera, aún sigue paseando su clase por los diferentes pabellones de la NBA. Pero más allá de los casos aislados, si hay un equipo que puede ser calificado como de cementerio de elefantes ése es Boston Celtics. 34, 35 y 36 son las edades de Pierce, Garnett y Allen, el trío nuclear de una franquicia que se sigue considerando a sí misma como candidata al título. Si Pierce apadrina un programa de vida sana para niños, Garnett recorre las playas de Pasadena cada verano antes de que el sol haya aparecido en el horizonte. Y de Allen, qué decir. Si alguien ha estado jamás en posesión de la piedra filosofal, ese alguien ha sido Ray Allen. El 20 de los Celtics parece no envejecer y cada otoño aparece en el Training Camp con sus fibradas piernas listas y preparadas para asumir el 50% de la responsabilidad en un tiro en suspensión digno de ser enseñado en las escuelas. Su lucha por el anillo será también la de toda una generación de jugadores, la de los jovencitos que a finales de los 90 (Carter, Bryant, Pierce, Nowitzky, Duncan, Garnett, Iverson?) se atrevieron a poner en duda la primacía de Jordan y que ahora son unos maduros treintañeros que lucharán por mantener su estatus ante el empuje de los Kevin Durant, Derrick Rose, Chris Paul y compañía. Precisamente, el mayor exponente de madurez victoriosa lo representó un Michael Jordan que ganaría tres anillos consecutivos a partir de los 33 años. Eso sí, pocos jugadores han podido aunar de manera tan armónica la madurez física con la intelectual. Y es que cuando Jordan dejó de volar por el aire empezó a planear sobre las mentes de sus rivales.
En contradicción con el caso de estos jóvenes veteranos, hay que lamentar la temprana retirada de Brandon Roy. El jugador de los Blazers abandona el baloncesto por molestias crónicas en sus dos rodillas. Apodado como “La Bestia”, Roy no ha podido demostrar toda la calidad que llevaba dentro y que sólo nos pudo ofrecer a modo de (de enorme plasticidad y potencia) cuando su físico se lo permitió.
Tanto la juventud como la buena salud son dos valores que se tienen o no se tienen. Si algunos tomaron la pócima de la eterna juventud, otros se cayeron directamente en la marmita. Sin embargo, mi pequeño homenaje va también para quienes eran alérgicos a su olor, a quienes no fueron bendecidos por la fortuna y tuvieron que abandonar el deporte sin haber podido desarrollar todo su potencial.
… sorpresas te da la vida, ¡ay Dios! Lo decía Rubén Baldes y muchos no lo querían creer. Pensaban que el transitar por este mundo es un camino trazado por ingenieros y en el que resulta imposible extraviarse. Pues ni recto ni seguro. Así ha sido el trayecto de Rudy Fernández por una liga que parecía hecha a su medida, por una NBA que le acogió con los brazos abiertos después de la final de Pekín en la que “posterizó” a uno de sus mitos. Rudy voló más alto que Superman para hacernos creer que podíamos destronar a la mejor versión del Dream Team desde la de Atlanta 1996 (si es que hubo alguna que mereciera ese sobrenombre desde que la original arrasara en Barcelona) y, sin embargo, sus días están contados.
De poco han servido las buenas palabras de Nowitzky aludiendo a la ilusión que le haría compartir pista con Rudy. Vistas en perspectiva, resultan menos creíbles que aquellas otras de Rick Carlisle en las que aseguraba que el mallorquín podría aportar cosas positivas en diferentes aspectos del juego (robos de balón, abrir las defensas rivales,...). Se equivoca Dallas apostando por un Vince Carter, tan mediático como perdedor, un jugador que llegó a la liga avalado por sus tres años en Carolina del Norte y cuyo currículum está salpicado de derrotas vergonzantes y de repetidas muestras de incapacidad para asumir el liderazgo. Fue incapaz de conducir a los Raptors a las Finales de Conferencia de 2001 tras perder con los Sixers de Allen Iverson y, en sus posteriores aventuras en New Jersey y Orlando, sólo pudo confirmar las sospechas. Claro, diréis, ahora su rol será otro, más complementario que principal a la sombra de un Nowitzky que seguirá acaparando balones decisivos y defensores contrarios permitiendo tiros cómodos a sus compañeros. Y en eso, en aprovechar las ventajas que genera el alemán, creo que Rudy hubiera sido mucho más efectivo.
Esta llegada de Vince Carter, sumada a las de Lamar Odom y Delonte West, dibujan un futuro muy esperanzador para los Mavericks a pesar de la salida de algunas piezas claves del anillo como lo fueron JJ Barea y Tyson Chandler. En ese futuro no parece estar Rudy al que Donnie Nelson (hijo del mítico entrenador) pretende empaquetar junto a Corey Brewer (otro alero más que interesante) para ampliar el margen salarial. El destino no está claro aún y es posible que Rudy tenga ofertas de equipos importantes de la NBA. Un jugador con su capacidad de anotación y con su inteligencia en la cancha puede serle útil a numerosas franquicias de la NBA. Dependerá de la entidad del equipo en que recale el que Rudy permanezca en el otro lado del Atlántico. Si aterriza en una franquicia con aspiraciones habrá de quedarse y explorar la posibilidad de convertirse en el segundo español con un anillo de campeón. Si por el contrario, su contrato cae en manos de un equipo en construcción la opción de regresar a Madrid se convertirá en prioritaria.
A las sorpresas está, también, acostumbrado Marc Gasol. El mediano de la saga acudió al Mundial de Japón supliendo la baja de Fran Vázquez para terminar aportando rebote e intimidación especialmente en la final contra Grecia. Desde entonces, el gordito que aplaudía las canastas de Bodiroga, empezó a cuidar su cuerpo y a mejorar en diferentes facetas de juego (especialmente de la mano de Pesic en Girona) para acabar convertido en un pívot de garantías que hoy firmará por Memphis a razón de prácticamente 15 millones de dólares por temporada. Así, una de las piezas secundarias del traspaso que finalizó con Pau Gasol en los Lakers ha terminado por demostrar que no estaban tan equivocados en Memphis y que aquél no fue un traspaso tan inverosímil como pudo parecer en un principio. Si se confirma la renovación de OJ Mayo Memphis contará con la columna vertebral que estuvo a punto de alcanzar las finales de conferencia en la temporada pasada gracias a un fenomenal trabajo colectivo y al buen reparto de roles dentro del conjunto.
Y si de sorpresas hablamos, no podemos dejar de mencionar la crítica situación de un Pau Gasol que pasa por uno de los momentos más bajos de su carrera. Acabe donde acabe parece que sus opciones para repetir anillo son cada vez menores. Si se queda en los Lakers, la ausencia de Lamar Odom unida a la turbiedad del ambiente ha desembocado en una reducción exponencial de las aspiraciones. De ser traspasado, los destinos parecen aún menos competitivos. Tanto si acaba en New Orleans, como si lo hace en Houston sería el jugador principal de un equipo muy joven y sin experiencia. Sólo en el caso de llegar a Orlando podría el bueno de Pau competir por hacer un papel digno en Playoffs, digno pero sin opciones reales, habida cuenta de la primacía de los Heat y los Bulls (bien reforzados con la llegada de Rip Hamilton) en la Conferencia Este.
Mientras tanto Ricky está trabajando ya con los Timberwolves y le han bastado muy pocas sesiones para comprender la filosofía ofensiva de un Rick Adelman que promete hacer jugar muy bien al equipo. Puedo avanzar que los Wolves serán uno de los equipos revelación de la temporada siempre que la progresión de jugadores como Michael Beasley o Wesley Johnson y la llegada del portentoso rookie (por sus condiciones físicas a pesar de ser un 4 bajito) Derrick Williams complementen la germánica labor de un Kevin Love que parece más grande de lo que es. Rubio es ya todo un ídolo en Minneapolis. Las expectativas son altas. Están encantados con su capacidad de pase y con su habilidad para lanzar los contrataques de un equipo que parece acomodarse a sus características. Ello, unido a su natural carisma, ha hecho que la prensa esté volcada con él. Veremos por cuánto tiempo.
Quizá sea Calderón, el único de los españoles centrado en lo estrictamente baloncestístico. En Toronto parecen confiar en lo poco que tienen y creen que el español es un buen tutor para los recién llegados. Todo parece indicar que el extremeño acabará sus días en la NBA en la misma ciudad en la que los empezó y sin haber optado nunca a ser campeón.
Ésta es la NBA. La liga que nos quita el sueño y que mueve millones y millones de dólares. La misma con la que sueñan los críos que empiezan a tontear con la pelota de baloncesto y que luego, cuando llegas a ella y a modo de ruidoso despertador, te hace recordar que la vida es como una caja de bombones. Si ya lo dijo Forrest Gump...
Sí Mike Brown. Sí Mike Kutchap. Es Pau Gasol. El segundo mejor jugador, si no el mejor, de unos Lakers que ganaron dos anillos. El mejor jugador de una selección, la española, que ha ganado dos Campeonatos de Europa seguidos. El mejor jugador de la historia de los Grizzlies. El mejor jugador español de siempre. Uno de los cuatro mejores pívots que se han vestido de oro y púrpura en el estado de California (los otros serían Wilt Chamberlain, Kareem Abdul Jabbar y Shaquille O´Neal). Uno de los cinco mejores jugadores de la historia de Europa (los otros serían Petrovic, Sabonis, Nowitzky y Galis). Sí, Pau Gasol, el de la NBA.
El mismo que hoy (y ayer, y mañana) protagoniza numerosos teletipos y portadas en los medios deportivos de Estados Unidos y parte del extranjero al estar involucrado en numerosos rumores de traspaso que le sitúan en la cuna del jazz, la ciudad que aún está tratando de recuperarse del Katrina y cuya franquicia, los Hornets, se encuentra en un proceso de indefinición que se agravará aún más con la previsible marcha de un Chris Paul que está situando en una balanza las opciones que cada equipo de los que le pretenden, le ofrecen para ganar un anillo.
A Pau Gasol le restan tres años de contrato a razón de 57 millones de dólares y, además, su contrato cuenta con una cláusula que le asegura, en caso de salida de los Lakers, cobrar un 15% más cada temporada. Ello, sumado a sus 31 años y al descenso de motivación que supondría recalar en un equipo sin aspiraciones, hace que lo más probable es que permanezca a las órdenes de Mike Brown y Ettore Messina luchando por un nuevo anillo junto a Kobe y alguna otra superestrella que bien podría ser Superman Howard, quien podría llegar a cambio de Odom y Bynum.
Sin embargo, aun creyendo que Pau debutará el día de Navidad ante los Bulls en el Staples Center, no tengo palabras para definir la falta de tacto con la que circulan los rumores por el ciberespacio. Twitter y otras redes sociales son una verdadera olla de noticias y filtraciones con más o menos fundamento que involucran a jugadores que si bien se encuentran muy bien pagados, no dejan de ser trabajadores con sentimientos y con proyectos de vida que necesitan de una cierta estabilidad.
Lo peor de todo es que estos rumores revelan, de nuevo, la falta de fe en las capacidades del de Sant Boi, al que vilipendiaron por su actuación en las Finales de 2008 y al que no valoraron en su justa medida cuando le ganó la partida por la mano a Dwight Howard en las del año siguiente. Por no hablar de aquel MVP que le concedieron a Kobe cuando parecía que tenía grabado en oro el nombre de Pau tras aquella actuación gloriosa (19 puntos 18 rebotes) en el séptimo partido que sólo la historia podrá situar en el lugar que corresponde.
Tengo claro que la idea de Gasol es permanecer en los Lakers hasta la finalización de su contrato para, acto seguido, regresar al Barcelona para ganar la Euroliga, el único gran título, junto a los Juegos Olímpicos, que aún le falta. En estos tres años podrá seguir desplegando su talento en el poste bajo, sus habilidades para el pase, su tiro cara al aro,... Si todo va bien engrosará su currículum con más récords personales y con más éxitos de equipo y entonces se habrá convertido en un fijo del Hall of Fame de Springfield y en un eterno Laker pues su número 16 ondeará en el cielo de un Staples Center que siempre recordará los ganchos, los reversos y el concepto de baloncesto que tenía ese tal Pau Gasol al que no le están rindiendo el trato que se merece.
Una de las obsesiones de todo entrenador es que el grupo de personas al que dirige actué como un equipo dentro y fuera de la cancha. Muchas veces, finalizada la sesión con los chicos que tengo la suerte de entrenar, me pregunto si son capaces de interpretar lo que les quiero transmitir, si detrás de conceptos como el dividir y doblar, el pasar y cortar, el cierre del rebote o las diferentes técnicas de dribling, son capaces de discernir el verdadero sentido del baloncesto, los principios que le dan forma, las reglas escritas y no escritas (sobre todo éstas) que lo hacen único e irrepetible.
Uno de esos principios, en este caso compartido con otros muchos deportes y experiencias vitales, es que se trata de un esfuerzo colectivo, de equipo. Si James Naismith hubiera pretendido crear un deporte individual habría diseñado una pista de juego de dimensiones más reducidas, habría suprimido una de las dos canastas y habría especificado que se trata de una lucha cuerpo a cuerpo entre un atacante y un defensor. Pero no. Introdujo diez jugadores, dos canastas y un solo balón. Repito, un solo balón.
Un solo balón que custodia, comprimidos, los sueños de muchos jóvenes. Un solo balón que da y quita la gloria, que puede dar vueltas sobre un aro para salirse... O para entrar. Por encima de todo, un único balón que debe ser compartido, que se mueve más rápido por el aire que en las manos de cualquier jugador y que aunque sólo puede ser lanzado por un miembro del equipo suele tener el capricho de entrar, con mayor frecuencia, después de haber circulado por las manos de todos.
Un solo balón que debe ser defendido entre todos como si se tratase de una llave con la que unos forajidos pretenden entrar en nuestra morada. Ello aunque tengamos la instrucción de encargarnos de una labor más específica, de defender a un jugador o un espacio concreto del campo. Nuestro sentido de la responsabilidad, nuestro sentido colectivo y nuestro afán por conservar lo que es nuestro, son motivos suficientes como para que las ayudas se sucedan y como para que el balón, la llave que da acceso a nuestras propiedades, esté siempre defendido.
Lo vino a resumir muy bien la Madre Teresa de Calcuta: “Yo hago lo que usted no puede, usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”. Desde el punto de vista defensivo se podría traducir de la siguiente forma: “Yo llego donde usted no llega, usted llega donde yo no llego. Juntos podemos llegar a cualquier sitio”.
Dentro de un grupo resulta tan importante conocer nuestras limitaciones como conocer a fondo las virtudes de los compañeros. Es básico saber dónde quiere el balón un tirador o en qué lado juegan mejor nuestros postes. Este grado de empatía se alcanza con el tiempo y con el trabajo, pero es fundamental contar con jugadores inteligentes que no sólo lean el juego sobre el tablero, sino también dentro de las mentes de sus compañeros y rivales. Eso es comprender el baloncesto en su totalidad. Y es ésa una virtud propia de todo líder.
Todo gran equipo, pese a estar cimentado sobre unas bases muy sólidas fundamentadas en el valor del colectivo, necesita de la figura de un líder. Lo fue Jordan para los Bulls en los 90, lo fue Magic para los Lakers en los 80 y lo fue Bird para los Celtics de la misma década. Lo fueron Russell y Duncan en dos de las dinastías más gloriosas de nuestro deporte. Y ser un líder, en nuestro deporte, no es estar disfrazado siempre de superhéroe, sino darle al equipo, en cada momento, lo que necesita. La tarea es ardua. El líder ha de ser un ejemplo de dedicación. El primero que llega y el último que se va. Ha de asumir responsabilidades sin venirse abajo moralmente. Ha de involucrar a los compañeros, integrarlos dentro del sistema y hacerles ver que sin ellos no sería posible. Es clave, por tanto, entender la diversidad de roles. Lo dijo Jordan: “En un equipo no todos pueden pretender tener la misma fama o prensa, pero todos pueden decir que son campeones”. Todo ello sin olvidar lo que nos dice Ryunosuke Satoro para recordarnos , al mismo tiempo, que el ser humano es limitado cuando actúa aislado e infinito cuando se integra y trabaja en pos de un destino común: “Individualmente somos una gota. Juntos, somos un océano”. Jordan lo tuvo claro cuando le pidió a Steve Kerr que estuviera preparado para lanzar el último tiro.
Decidme, si no, un ejemplo de equipo, que sin jugar como tal, se alzara con el título de campeón. Tal vez me habléis de los Lakers de 2010 en los que Kobe asumió demasiado protagonismo teniendo en cuenta quiénes eran sus compañeros (Bynum, Gasol, Odom). Sin embargo, eran los propios jugadores, y el entrenador, los que esperaban que Bryant asumiera este papel. Y tal vez recordéis los esfuerzos heroicos de Wade en 2006 que terminaron dando sus frutos. Es cierto, pero recordad la importancia de las canastas milagrosas de Payton o de los puntos en la pintura de Shaq. Recordad que ambos conjuntos dominaron la faceta defensiva. Es más, qué equipo se ha alzado con el anillo sin dominar este aspecto del juego, aquél en el que la falta de espíritu colectivo queda más evidenciada.
Os propongo ver el baloncesto desde diferentes ópticas. Os recomiendo disfrutar de una buena ayuda o valorar con justicia la eficacia de un bloqueo. No porque sean acciones espectaculares. Sí, en cambio, porque denotan que se ha comprendido el espíritu del juego, de un juego pensado para ser disputado en equipo. Os invito a jugarlo perdonando al compañero que yerra, pensando que no hubo mala intención en aquella jugada en la que no me vio abierto en el triple, confiando en que si salto a la ayuda, alguien cubrirá a mi jugador. Realmente os estoy invitando a jugar el baloncesto de verdad, aquel que engloba todos sus principios y verdades, aquel en el que el egoísmo no tiene cabida, en el que el yo es sólo un elemento ajeno que pretende distorsionar su sentido solidario. Lo dijo el cómico teatral Robert Orben: “Si podéis reir juntos, podéis trabajar juntos”. Hagámoslo.
Juan José Nieto Lobato. Licenciado en Geografía, master de profesorado de secundaria y bachillerato, máster en Creación Literaria por la Universidad de Salamanca y Doctor en didáctica de la escritura creativa también en esta universidad. Autor de un libro de relatos, Hasta que la noche nos alcance y de Madrid, Nueva York, Logroño, de literatura igualmente breve. Entrenador superior de baloncesto (CES 2014), actualmente en la cantera de San Pablo Burgos y como segundo ayudante en el Longevida San Pablo Burgos de LEB Oro. Te invito a conocer más en mi página web personal: http://jjnieto.com