En un 3 de diciembre marcado por la alevosa y sibilina huelga de los controladores aéreos y con numerosos temas baloncestísticos sobre la mesa he decidido escribir sobre una de las mayores tragedias que sobrevolaron el universo NBA hace ya más de 24 años.
Tal día como hoy, hace 21 años, moría Fernando Martín, el primer español que jugó en la NBA, un ídolo de masas, un ídolo del madridismo y el sueño de todas las veinteañeras que seguían el baloncesto.
Podría haber escrito, también, sobre el enésimo mal final de partido de un Real Madrid que regaló la victoria en el Martín Carpena tras tres cuartos de defensa sobria y ataque colectivo. El Madrid carece de instinto asesino y de un sicario al que no le tiemble la mano al apretar el gatillo en los momentos decisivos.
Y podía hablar, también, del regreso triunfal (38 puntos) de Lebron King James a Cleveland. No hubo ni botellas de whisky ni cabezas de cerdo, pero sí que asistimos a uno de los ambientes más calientes de la historia de la NBA más propio, sin duda, de un Duke-North Carolina en el Cameron Indoor Stadium.
Pero no, hoy voy a hablar de un tal Len Bias, del número 34 de la universidad de Maryland, del número 2 del draft de 1986, del llamado a rivalizar cara a cara con Michael Jordan por la supremacía del espacio aéreo baloncestístico. Y lo hago porque ayer, el gran periodista Santiago Segurola recordó su fatídica historia en Al Primer Toque.
Su muerte, 40 horas después de la elección en el draft, por una presunta sobredosis de cocaína sumió a los Celtics en una depresión que duró 22 años. Len Bias estaba llamado a revitalizar a un equipo lleno de clase, pero muy marcado por la edad de sus mejores jugadores. Bird, Mchale, Parish y Dennis Johnson empezaban a tener achaques físicos. Sin duda, con la inyección de savia nueva que hubiera supuesto la adquisición de Bias, los Celtics estaban llamados a dominar la competición unos cuantos años más.
En esos 22 años de sequía no sólo pasaron jugadores mediocres y técnicos de gran caché que no supieron dar con la fórmula (Rick Pitino, no te vas de mi mente), sino que también se sucedieron los acontecimientos dramáticos. El gran alero Reggie Lewis falleció en 1993 de un ataque el corazón mientras entrenaba y poco nos faltó a los célticos para tener que lamentar el asesinato de nuestro actual ídolo, Paul Pierce. Las once puñaladas que le asestaron buscaban acabar con su vida, pero al fin la mística del trébol regresó a Boston después de tantos infortunios (curiosamente, hoy se ha sabido que el homicida en grado de tentativa ha sido detenido hoy por causas desconocidas).
Pero profundizando aún más en la figura de Len Bias hay que decir que gozaba de un gran tiro en suspensión y, sobre todo, de una explosividad física espectacular. Red Auerbach había negociado, con sus peculiares artes, el hecho de que Bias no se presentara al draft de 1985 y que esperara para ser elegido por su equipo un año después. De hecho, el bueno de Len Bias asistiría en directo a la consecución del decimosexto anillo. Estaba cantado. Tras Brad Daugherty que fue elegido por los Cleveland Cavaliers, los Celtics eligieron a la estrella de Maryland. Y nadie olvida ahora que aquella misma noche Red proclamó las siguientes palabras: “Len es nuestro mejor seguro de vida”.
Len Bias fue el jugador elegido por Reebook para competir con Nike y Michael Jordan. Al firmar un contrato no pudo reprimir su felicidad y llamó a uno de sus mejores amigos para decirle “soy millonario”. El propio Larry Bird había admitido que recortaría sus vacaciones para entrenar junto a él y enseñarle algunos trucos.
Tras saludar a la familia y cumplir con todos los compromisos decidió pasar una noche de fiesta con sus amigos y compañeros de la universidad. La mezcla de cocaína y alcohol fue una bomba para la salud de Lenny. Su cuerpo de semidios no pudo resistir tal suma de narcóticos. Sus compañeros no supieron reanimarle. Sólo pudieron llamar a Urgencias pronunciando aquellas famosas palabras: “Es Len Bias, no puede morir”.
Pero tras incontables esfuerzos por reanimarle, murió. Lo hizo ante la desesperación de sus “amigos” y de su familia. A las 8.55 de la mañana su cuerpo sin vida era cubierto por una sábana. Debajo de ella iba aquel jugador que estaba llamado a cambiar la historia de la liga, a luchar con Michael Jordan por la supremacía de la NBA y de los contratos publicitarios. Pero no pudo ser. La cocaína se lo llevó por delante. No es que muriera de éxito, es que no supo afrontar siquiera que un chico negro de Maryland pudiera ser alguien en un mundo de blancos.
Y desde entonces, los célticos y el resto de aficionados, nos preguntamos por lo que pudo ser y no fue y también por el porqué de aquella acción tan irresponsable.
UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS
2 comentarios:
Desconocia totalmente esta historia. Se me han puesto los pelos de punta, i no por el frio que hace aquí, que no es poco.
Siempre existirà ese pequeño punto de locura que caracteriza a los grandes genios, Micheal Jackson, Mozart, el mismo Bird, o Jordan, que les conlleva a actuar a veces de manera digamoslo, "rara", pero algunos tienen la suerte de tener las espaldas cubiertas, i de tener a alguien que vele por ellos, este no fue el caso de Bias, al que sus "amigos" no valoraron tanto como se debia merecer.
Buena entrada Juanjo, eres un máquina.
yo si lo conocía, mi hermano se estuvo lamentado durante el "paso por el infierno"(esos 22 años) de los celtics sin parar. Muy buena entrada!
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